Una muestra de la poesía de Kerstin Miranda Murillo con motivo de la aparición de su primer poemario, Corazón desnudo. Versos que tocan temas amorosos, sociales y de las reivindicaciones femeninas
La ciencia
Kerstin Miranda
Hacía un recorrido con Yeiko, mi perro,
Fiel a mí, como siempre.
En silencio de la noche descubrimos que ya habíamos llegado lejos.
Cuando ya sentíamos acariciar el espejo de agua,
Cobija del imponente pico de labios de refulgente naranja,
Donde el Sol le da las Buenas noches a Masaya,
Nos sentamos.
En el cielo despejado las estrellas parecían, curiosas, observarnos;
Atentas a la cuestión que estaba que estaba a punto de brotarme:
“¿Vos creés que nuestro planeta
Está montado en el caparazón de una tortuga?
¿Me creerías si te digo que hay otros que prefieren pensar
Que somos el resultado de experimentos
De seres externos a La Tierra?
¿Cómo puedo encontrar la verdad entre tanto divagar,
Cuando días como hoy me siento tan pequeña como una oruga?
Decime, ¿hay alguna teoría en el reino animal?
Me miró entonces con su mirada tierna
Y luego de un expiro de aliento
Puso su pata en mi guitarra,
Como si me indicara, consciente,
Que mis respuestas estaban escondidas
En la música de la ciencia.
“Tocá”, me dijo, “Transformate”.
Redobles de guerra
Kerstin Miranda
Sentado en una silla que
Tiene pedales de bicicleta
En vez de patas delanteras
Para sostenerse
(¿para qué?)
Está un anciano palideciente
Que tiene la piel morena tostada
Y cuyo cabello ya ha vivido
Unas treinta asesinas nevadas.
Conversa con un joven lustrador,
Que también tiene la vida manchada
De los dolores de ésta época,
Sobre la película interminable
Que vuelve a reproducir con cada sol de mediodía:
La guerra.
Él fue un verdadero combatiente,
Qué sabemos si fue un soldado o un comandante,
Y seguro no dio la vida en la lucha,
Porque luchó por su vida y por la vida de Nicaragua,
Pero sí entregó sus dos brazos en la batalla,
Y las piernas cuando estaba escondido
Cubriéndose tras el tronco de un árbol
Y le alcanzó el golpe de una granada.
Y así pasa los días, esperando, sin saberlo,
El últimos de sus inviernos,
Mientras el país le da medallas de oro
A fulanos que aparecieron de la nada,
Y que tienen vacío el espacio que Dios designó
En nuestro cuerpo para la Conciencia.
El país está lleno de ancianos lisiados del siglo pasado,
Pero este es el siglo del país lisiado de la mente,
Masoquista,
Que no recuerda la agonía de la gente,
Y que parece que la quiere volver a vivir.
Y con razón el anciano le cuenta al muchacho
Sobre todas sus andanzas,
Porque presiente una calamidad similar
Que se aproxima con el fin de año,
Y así, sólo por evitar a toda costa el daño
Esta vez sí daría la vida,
porque ya está volviendo a escuchar,
Volviendo a sentir los impactos
de los balazos y de los estruendos de las bombas
En la única extremidad que le queda:
La Patria.
Cuando apague la luz
Kerstin Miranda
Cuando apague la luz
Quiero ver el entorno de tu cuerpo,
Dibujado por el suave reflejo lunar,
Y recostarme a tu lado para cubrirte del frío.
Quiero sentir el olor de tu pelo
Mientras beso la forma de tus orejas,
Quiero cantarte melodías al oído
Que hagan tu corazón retumbar,
Y contar una y dos y tres ovejas
Que salten curiosas en tu cielo,
Apresuradas por velar tu descansar.
Quiero que tus dedos sean mis pinceles
Para pintar en ese azul nuevas estrellas,
Y que luego se conviertan en cinceles
Para inventarle otro molde al amor
Quiero que me digas que me amas,
Así, mientras tu sueño bendigo,
Quiero saber que estás conmigo
Cuando apague la luz.
Despide al silencio
Kerstin Miranda
Nunca calles
Lo que tu alma quiere gritas,
Calla tú
A los que te dicen que calles.
Lo único que añoran
Es que desfallezcas,
Pero antes las adversidades
Y el miedo no perezcas.
Dios está contigo
En la hora, y tendrás dos
Brazos extendidos,
Dichosos de acariciarte
Tus sueños y heridas.
Ven, mi amiga,
Tu vida no está toda perdida.
No tengas culpa,
Tu cuerpo no odies.
Escucha, a Dios escucha
¿Acaso no oyes
Que, por ti, la Tierra es bendita?
Pero grita,
Grita, mi amiga,
Si lo necesitas.
El bien
Kerstin Miranda
Todo lo que me gusta
Proviene de ti:
El agua, el viento…
Los cuatro elementos.
Las risas, los besos,
Los buenos momentos.
Todo lo que necesito
Proviene de ti:
Las crisis, el silencio,
El llanto, el sufrimiento.
¡Gracias, Señor,
Mi buen proveedor!