Cuando pensamos en quién tiene el poder en el mundo, creemos que el mismo está en políticos, militares o los países económica y militarmente poderosos.
Nada más alejado de la realidad. El verdadero poder se encuentra concentrado en las 7 familias más poderosas del mundo: Rotschild, Rockefeller, Morgan, Warburg, Lazard, Moses, Khun.
Cada una tiene 10 veces más riqueza que Bill Gates o Carlos Slim. Sus 10 mayores empresas, controlan el 80 por ciento del patrimonio de otras 43,000 empresas distribuidas en sectores estratégicos como el financiero, alimentación, armas, petróleo, comunicación, biotecnología, salud e incluso la producción de agua que según algunos de los ultrarricos “ya no es un derecho humano”.
Mayer Amschel Rotschild (1744-1812), patriarca de la familia Rotschild, solía decir: “Denme el control sobre el dinero de una nación y no me importa quién haga las leyes”.
Por medio de sus bancos, los ultrarricos constituyen un cártel privado que es dueño de la Reserva Federal de EE.UU. y de varios bancos centrales alrededor del mundo. Los presidentes del Banco Mundial y del FMI suelen ser exbanqueros que trabajaban para ellos.
Pese a su gran poder, mantienen bajo perfil. Nunca veremos a uno de ellos formar parte de la lista de los hombres más ricos del mundo; aunque podrían aparecer fácilmente (son dueños de más de 1,500 cadenas de televisión y de los principales medios de comunicación a nivel mundial).
A lo largo de la historia han estado involucrados en algunos de los hechos más sangrientos de la historia de la humanidad; generalmente financiando a ambos lados en las diferentes guerras y campañas políticas. No importa quién gane; en la práctica ellos siempre ganarán.
Como ejemplo reciente se menciona que en realidad el ataque del 11 de septiembre a las torres del World Trade Center, respondió el realidad al hecho de que Estados Unidos estaba quedando sin petróleo y dicho ataque era la excusa perfecta para invadir Irak y quedarse con sus pozos petroleros.
Las pruebas de que el indicado ataque fue en realidad un “trabajo interno” son abundantes: se estrellaron dos aviones contra dos torres; pero una tercera torre se derrumbó sin ninguna explicación. No hay huellas de las alas del avión que supuestamente atacó el pentágono y varios testigos que vieron un misil fueron rápidamente silenciados. Se encontraron restos de Nanotermita, que es un potente explosivo utilizado en las demoliciones en los restos de los edificios derrumbados, etc. etc. etc.
Parafraseando al Principito “el verdadero poder, es invisible a los ojos”.
(*)[email protected] – Aprende más en: www.123libertadfinanciera.com