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Miedo

El pavor a la oscuridad y los monstruos siempre ha existido y los miedos debido a la sobreprotección son temores más relacionados con la novedad, por ejemplo, a las personas desconocidas. La Prensa/Thinkstock

No deje que el miedo se apodere de sus hijos

Los miedos son algo normal que aparecen en la infancia, el peligro reside en que se cronifiquen porque los padres no han sabido actuar

Según los especialistas, cuando hablamos de miedo en la infancia, entre el 30 y el 50 por ciento de los niños presentan uno o varios, más o menos intensos. Con estos porcentajes tan elevados es muy común en la clínica infantil tratar niños con miedos desproporcionados, con altos niveles de ansiedad e inseguridad que interfieren en su vida cotidiana.

Diversos estudios relacionan el estilo de educación sobreprotectora con el menor desarrollo de competencias emocionales en los niños y una mayor prevalencia de temores e inseguridades.

De acuerdo con Raúl Quevedo-Blasco, del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Granada, la educación sobreprotectora de los padres es uno de los motivos más frecuentes de por qué los miedos en los niños aparecen o persisten.

Los temores son más frecuentes cuanto más pequeños son los niños, básicamente porque tienen menos estrategias de afrontamiento y verificación de la realidad. Todo aquello que se percibe como real y controlado generalmente no suele dar susto.

El pavor a la oscuridad y los monstruos siempre ha existido y los miedos debido a la sobreprotección son temores más relacionados con la novedad, por ejemplo, a las personas desconocidas. Para  todos ellos, defiende el psicólogo, hay que establecer pautas previas, especialmente dirigidas a que los temores no vayan a más y especialmente a evitar que se cronifiquen y que luego ya sea demasiado tarde.

“Lo que hay que hacer es intentar tranquilizar al niño, estar con él para que gradualmente sea capaz de dormir solo en su habitación y que rompa con sus terrores, para que su autonomía se inicie cuanto antes, brindándole estrategias para afrontar sus recelos y para aumentar su seguridad”.

La depresión

En general, y de acuerdo con el presidente de la Asociación Española de Psicología Conductual, Gualberto Buela-Casal, la depresión infanto-juvenil suele ser más contextual, más ligada a procesos de socialización: no sentirse queridos por los familiares, sentirse rechazado por los compañeros (especialmente los compañeros que aprecian), algunos complejos por sus características físicas o por ser víctimas de acoso escolar (bullying) y otras situaciones que van apareciendo en ese proceso de socialización.

En cambio, en la etapa adulta, quitando los casos de duelos por pérdidas de seres queridos, los trastornos afectivos parecen más “incubarse” y suelen ser la consecuencia final de procesos de estrés crónico, de una serie de reveses que pueden coincidir en el tiempo, la progresiva sensación de que no nos gusta nuestra vida (crisis vital), la idea de que ya no lograremos determinadas metas… todo ello en personas vulnerables, personas que pueden tener una disposición (por su manera de pensar y de sentir) a deprimirse.

En cuanto al género, y de acuerdo con Buela-Casal, la idea de que la depresión es un trastorno más típicamente femenino va ganando apoyo en los datos.  “Los datos son claros, hace tiempo se decía que de cada 10 personas con depresión, ocho eran mujeres. Después se empezó a observar que de cada cuatro personas, tres eran mujeres. Y finalmente hoy en día hay datos que indican que de cada tres dos son mujeres”.

Consejos para hacerle frente al miedo

  1. Es fundamental, antes que nada, no reñirles ni obligarles a cambiar de actitud. Si un pequeño tiene fobias, es importante que no le hagas sentir mal por ello y explicarle que el miedo es normal en ciertas situaciones. Por extraño que te parezca su miedo nunca lo ridiculices, reporta el sitio Faros.
  2. Comunícate con él y analicen juntos la situación con naturalidad.
  3. Poco a poco afronten fobias juntos. Por ejemplo, si el pequeño teme a los perros, no los evites siempre cuando pase uno por la calle.
  4. Ofrécele tu apoyo y demuéstrale que no tiene por qué tener miedo de una situación cotidiana. Ayúdale a analizar racionalmente que está fuera de peligro.
  5. Ayúdale a que él mismo evalúe su nivel de miedo y proporciónale estrategias para que, poco a poco, vaya venciéndolo (respirar profundamente, pensar en cosas agradables, recordar por qué está fuera de peligro, etc.).
  6. Si estas estrategias no funcionan, la fobia aparenta estar fuera de todo control o las reacciones son desmesuradas, es el momento de pedir ayuda profesional a un psicólogo o psiquiatra.

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