Alguien dijo que si Charles Darwin hubiese jugado beisbol, seguramente habría sido segunda base, debido a que por lo general los segundas bases no nacen, sino que evolucionan hacia esa posición.
A menudos son shortstops a quienes les faltó un poco de cobertura y un poco de brazo. Así que son movidos hacia la intermedia, una posición que es considerada parte de la columna vertebral de la defensa.
Cheslor Cuthbert está intentando una transición pero viniendo desde tercera base. No es un movimiento común, pero trabaja duro tratando de tener éxito. Los giros son al revés y usualmente se tira sin punto de apoyo.
Lo más curioso, es que esta movida lo ha colocado en posición de hacer historia. Ayer el Bóer inscribió a Everth Cabrera, un habitual torpedero. De modo que esta debe ser, la combinación short-segunda de más nivel.
¿Será la más funcional? Pronto lo sabremos. Y no se trata de dudar de las habilidades de Cuthbert o Cabrera, sino del nivel de acoplamiento que podrían tener con poco tiempo de adiestramiento y casi nada juntos.
El fundamento del juego de Cabrera es la defensa y luego velocidad y brazo. Cuthbert tiene buen guante y brazo poderoso. Falta ver cómo sincronizan en su desempeño alrededor de la segunda almohadilla.
¿Cuál ha sido la mejor mancuerna short-segunda aquí? Arnoldo Muñoz y Julio Medina. Eran fuera de serie, eficientes, brillantes. Claro, Cabrera-Cuthbert va a ser la más famosa y de mayor nivel. Falta ver cómo funciona.
A inicios de los setenta, Modesto Jarquín y Luis Barba hicieron fórmula en torno a la segunda base en Chinandega. “Eran tremendos”, me dice Pedro Torres, mientras le expongo la llave César Jarquín-Víctor Filipini del Estelí.
“Esa me gustaba mucho”, señala Torres, exjugador, exmánager y analista de beisbol. “Jarquín era una maravilla realmente y Filipini tenía una agilidad tremenda para esquivar a los corredores en segunda base”.
Una de las últimas grandes combinaciones short-segunda que he visto, la formaron Luis Pestana y Edgard López en los noventa en León. Hicieron doble plays en cantidades industriales. Eran formidables. Bien acoplados.
Pero Muñoz-Medina ha sido la mejor. Bastaba una mirada del uno al otro para entender qué venía. Se sabían los movimientos de memoria y su entendimiento era total, mientras el picheo realizaba los envíos correctos.
Ahora viene la combinación de dobles-matanzas más famosa. Falta ver qué tan funcional será.
