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ciudadanía, libertad
Chester Membreño Palacios

La victoria de Trump

La victoria de Donald Trump en las elecciones de los Estados Unidos  (EE.UU.) ha sido diáfana y contundente. No admite cuestionamientos. La legitimidad de su victoria no admite dudas, a pesar de las expresiones de rechazo y temor que ha generado en algunos sectores minoritarios de esa gran nación. El señor presidente electo Trump luchó como gladiador romano, contra el “establishment político” de su país, lo que llamamos en Nicaragua, las cúpulas, la clase política, individuos y familias que llevan años de permanencia en los círculos de poder y se encuentran enquistados en el aparato estatal, por ejemplo, las familias Bush de su mismo partido, el clan y Clinton en el Partido Demócrata y por su puesto el presidente Obama y su esposa.

En el caso del presidente Barack Obama, es menester señalar que su actuación política en esta contienda fue deplorable, ya que no debió siquiera haber tenido actuación, se lo tomó personal y creyendo que con el poder de su cargo podía contener el triunfo arrollador de Trump. No lo logró, y lo que se ganó fue una derrota política personal y estrepitosa a tal grado que el partido republicano ha tomado la mayoría del Congreso y el Senado.

En las redes sociales los debates sobre este tema fueron intensos, compartiendo nuestro punto de vista político e ideológico y aprendiendo de la sofisticada forma de vida estadounidense. En mi caso puedo decir que predije con mucho acierto la victoria de Trump, desde el inicio de su campaña, desde el triunfo que obtuvo sobre el resto de 16 precandidatos de las primarias republicanas incluyendo a un miembro de la familia Bush. Mis certeros cálculos no estaban basados en el mero instinto, sino en la comparación y estudio analógico de los fenómenos sociales, como el renacimiento y avance en Europa del ideario y la retórica nacionalista, como Marine Le Penn en Francia, Boris Jhonson, Theresa May y el triunfo del Brexit en Gran Bretaña, el Partido de la Libertad Holandés con Geert Wilders.

Hoy como ayer, el mundo libre se enfrenta a una invasión del fanatismo musulmán en nuestras tierras, el oprobio islamita genera terror y violencia en las ciudades occidentales y la masiva llegada de inmigrantes a Europa y los EE. UU. han levantado la confrontación requiriendo las sociedades de líderes con firmeza de carácter y claridad de los circunstancias para enfrentar el terrorismo.

El nuevo presidente de los EE.UU. ha declarado firmemente que impulsará una agenda de seguridad nacional, lo que incluye el control de la migración ilegal. Además establecerá en la Corte Suprema de Justicia a magistrados a favor de la vida y las leyes morales, esta gran nación podrá recuperar la visión humanista y ética en la formulación de leyes, reglamentos y disposiciones jurídicas. Frenar la permisividad al aborto, los matrimonios del mismo sexo y el uso de drogas con fines “recreativos”, la prostitución y los antros de vicio en California y otros estados, son temas impostergables para el nuevo líder de la nación americana. El presidente saliente Obama y la amargamente derrotada señora Clinton hicieron del libertinaje y la permisividad el mayor objeto de reparto y regalo populista a las masas exacerbadas.

El autor es abogado.

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