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Alejandro A. Tagliavini

¡A sujetarse, el mundo se da vuelta!

Es que lo que nos han enseñado durante años y que, incluso, produjo guerras y destrucción, se da vuelta completamente.

El presidente de la China “comunista”, le da lecciones de libertad a la “república” —la división de poderes—, a la “democracia”, al “capitalismo”, a los Estados Unidos (EE. UU.) de Trump. Xi Jinping comparó el proteccionismo con “encerrarse en un cuarto oscuro” sin luz ni aire. “Cortar el flujo de capitales, bienes y personas… no es posible”, dijo y aseguró que “las puertas de China permanecerán abiertas” en tanto que mostró su preocupación por la desigualdad.

Todo durante el Foro de Davos que, por cierto, esconde un estatismo agazapado desde que sus principales protagonistas son, precisamente, funcionarios estatales. Antes del Foro, la ONG Oxfam, aseguró que la desigualdad entre ricos y pobres aumenta. Cuando en 2010 se necesitaba la riqueza de 43 personas para igualar la del 50 por ciento más pobre del planeta, hoy 3,600 millones de personas poseen los mismo que las ocho más ricas del mundo.
Son Michael Bloomberg que tiene una fortuna de US$ 40 mil millones; Larry Ellison 43.6 mil millones; Mark Zuckerberg 44.6 mil millones; Jeff Bezos 45.2 mil millones; Carlos Slim 50 mil millones; Warren Buffet 60.8 mil millones, Amancio Ortega 67 mil millones y Bill Gates que posee 75 mil millones.

Ahora, Oxfam propone un aumento de los impuestos a los ricos, pero debería saber que estos terminarán siendo pagados por los pobres porque serán derivados hacia abajo vía aumento de precios o baja de salarios. Por el contrario, lo cierto es que estas grandes fortunas no suelen ser consecuencia del mercado natural sino de su violación, de privilegios forzados desde el Estado como los monopolios que enriquecieron a Slim y los “copy rights” —verdaderos monopolios intelectuales— otorgados a Microsoft, y que perjudican al público.

Pero, hablando de enseñanzas, es notable que, de estos ocho ricos, solo la mitad terminó la universidad y alguno ni siquiera la escuela. Parece que nos han venido enseñando con poco acierto.

“El objetivo no deben ser las notas de los exámenes, sino la felicidad”, asegura el prestigioso educador (estadounidense)v  Roger Schank. Mientras que en       Finlandia —que, según el informe PISA, tiene un excelente nivel de educación— los niños comienzan el colegio a los 7 años y las jornadas son cortas y apenas hay deberes, el trabajo no se hace fuera de clase. Insólitamente, en Argentina, por caso, el gobierno propone obligar, forzar, a los niños a “educarse” desde los 3 años.

Schank afirma que “nos pasamos memorizando cosas que olvidamos” y, más allá de Google que “recuerda” todo, “la escuela (actual) es lo opuesto a la educación… (que) llega a través de la experiencia”. Roger no se calla y asegura que “¡La historia es inútil!… lees sobre George Washington y descubres que tenía cien esclavos, que se casó por dinero… de héroe, nada”.

Para Schank la “educación” actual —digitada por el Estado— sería un lavado de cerebro, “es la forma que tiene el gobierno de decirte… que… (son) los buenos de la película… La transmisión de la cultura es una de las cosas que el gobierno utiliza como control… (por eso) las 3,000 universidades (de EE.UU.) están enseñando lo mismo”.

La educación debería ser “la felicidad… de una vida emocionante… de habilidades laborales… de razonamiento… Tenemos que enseñar lo que importa hoy y no cosas que no sirven en el mundo real”.

El autor es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California.
@alextagliavini

Opinión
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