Al igual que las empresas, un país se desarrolla cuando factores tales como el talento humano, y la tecnología moderna, realizan un trabajo de sinergia que conlleva el propósito de creación de riqueza, de la distribución proporcional de la misma, combinado con el fomento del ahorro y la inversión.
En cualquier escenario microeconómico, mesoeconómico o macroeconómico, al darle al talento humano, y al uso de la tecnología moderna la importancia de condición imprescindible para el desarrollo, es fundamental que tanto las estrategias de las personas, de las empresas y de los países esté en función de crear capacidades en los recursos humanos, introducir técnicas de estudio y trabajo que permitan optimizar el tiempo y adoptar la tecnología moderna que ayude a lograr más eficiencia y productividad.
Si nos desarrollamos como personas y como empresa lógicamente desarrollamos nuestro país, lo que habría que analizar es quién se desarrolla mejor y más rápido, si las empresas o las personas. Para ello solo tenemos que recurrir al análisis contextual de nuestra realidad; nuestro país marcha muy bien macroeconómicamente dado que el índice histórico de crecimiento de los últimos cinco años y el futuro mantienen una constante de entre el 3 y 4 por ciento, mientras que los indicadores microeconómicos no se ven también. Esto nos indica que individualmente no estamos siendo competitivos y que los mejores talentos los capitalizan las empresas más fuertes en el mercado.
A esta coyuntura surge la pregunta que puede generar un debate importante: ¿a quién le corresponde preparar el talento humano? Al Estado y su estrategia de educación le corresponden crear y fortalecer capacidades a los recursos humanos. He a aquí nuestra primer falla, en nuestro país no existe una estrategia de educación acorde a lo que demanda el mercado laboral, ni mucho menos un programa de orientación vocacional, esto repercute en la calidad de los profesionales. Para poner un ejemplo un bachiller estudia una carrera que él anhela, no una que está acorde a sus capacidades, por eso vemos profesionales que se desempeñan en puestos de trabajo que no va acorde a su profesión, situación que influye en la calidad y rendimiento del recurso humano.
El mercado laboral cada día es más competitivo y en términos salvajes es depredador. Las empresas apuestan por los recursos mejor preparados; con capacidades y habilidades que les ayuden a resolver situaciones. Todo profesional debe estar claro que lo contrataran para resolver situaciones, no para generar problemas. Un colaborador que no es competitivo, con llegadas tardes, ausencias injustificadas o escenarios de desobediencia e indisciplina, indudablemente genera problemas.
Esta situación se debe abordar desde la formación del profesional, es obligación de las universidades públicas y privadas crear programas de orientación, poner a la disposición de los estudiantes clases electivas con fines de crear un profesional proactivo con capacidades de autoliderazgo y manejo de las emociones. Nuestro cerebro aprende fácilmente cuando está motivado, inspirado y por el ejemplo. Es por ello que los maestros y profesores son pieza clave en la formación de un recurso, un maestro motivado e inspirado transmite energía positiva y si esto lo combina con los resultados profesionales de ese maestro, sus alumnos se verán motivados a seguir su ejemplo.
Un recurso humano motivado e inspirado tendrá la disposición para aprender, para hacer las cosas cada día mejor, para utilizar adecuadamente la tecnología a su disposición y por consiguiente será más eficiente y productivo al capitalizar su tiempo. Esto es bueno, se traduce en un recurso rentable y la rentabilidad nos conviene a todos.
El autor es economista y abogado.