Cada año Nicaragua pierde entre 10 a 15 mil hectáreas de bosque a causa de los incendios; entre forestales y agrícolas, según la información brindada por el Centro Humboldt.
De acuerdo al monitoreo basado en hechos noticiosos que realiza esta organización ambientalista, el primer incendio del 2017 afectó 43 manzanas en Somoto, Madriz, y ocurrió el 22 de enero.
El pasado lunes, el Sistema Nacional para la Prevención, Mitigación y Atención de Desastres (Sinapred), presentó el Plan Nacional de Prevención y Control de Incendios Forestales y Agropecuarios, el cual se desconoce en detalle.
Respecto a este punto, Abdel García, oficial de gestión de riesgo de Centro Humboldt, considera que al no hacer público dicho plan, eso atenta contra la ejecución del mismo. “Si me estás diciendo de prevención y no me publicás el plan, eso no lanza un mensaje en el sentido de involucrar a la población”, dice.
Para lograr la prevención no solo se requiere de la regulación de las autoridades, la cual debería hacer presencia en los territorios, sino que exige el involucramiento con la gente, los sistemas de alerta, las brigadas comunitarias y los sistemas a nivel local.
La capacitación a 10 mil brigadistas forestales; conformación de 15 brigadas especiales distribuidas en 15 municipios que presentan el mayor número de incendios; el lanzamiento de una campaña publicitaria para concienciar a la ciudadanía sobre la prevención de los incendios, y las visitas a unas 15 mil casas para distribuir material informativo sobre el tema son acciones generales que forman parte del plan presentado por las autoridades del Sinapred.
Incendios disminuyen
En el 2014 se registraron 339 incendios; en el 2015, 259 y en el 2016, 197 incendios, según cifras oficiales. Estos han representado la pérdida de 16, 825 hectáreas; 15,907, respectivamente, y en el caso del 2016 se desconoce.
La lectura que García brinda sobre dichos datos es que existe una relación con las condiciones climáticas de ese momento (2014 y 2015) y las que se tuvieron en el 2016.
La temperatura suele jugar un rol clave al momento de crear condiciones para los incendios, en conjunto con la poca precipitación hace que la materia forestal esté más propensa y que pueda incendiarse. El incendio puede ser incontrolable porque no hay agua y el material forestal está extremadamente seco, entonces un incendio va a arrasar, explica García.
“Hay una coincidencia entre el régimen de lluvia, la temperatura y los factores climáticos en esas cuestiones”, dijo. Aunque también “queremos pensar” que la población ha tomado otra actitud, así como la beligerancia de las autoridades puede haber incidido en la cifra. Es por tanto que se requiere de una evaluación sobre las acciones que ha emprendido el gobierno, en ese sentido, refiere García.
Qué pasa con los bosques quemados
Al conocerse el plan no se sabe si tienen un componente de atención a las hectáreas que han sido afectadas por los incendios. En las publicaciones que se hicieron en medios de comunicación acerca del plan no se dice nada de esa parte, el cual debería de considerarse, señala el ambientalista.
En el 2016 el 62 por ciento fueron forestales y el 38 por ciento quemas agrícolas.