Aunque hay muchos que lo critican, yo sí aplaudo el recién firmado acuerdo del Gobierno con la OEA.
Creo que es muy fácil criticar este tipo de negociaciones cuando no te toca estar en la mesa. La OEA ha llegado más largo que cualquier entidad nacional en lograr concesiones del Gobierno. Aunque la observación electoral no debiera ser considerada una concesión, pues además de estar contemplada en la Ley Electoral, es un requisito lógico del fortalecimiento de cualquier democracia.
A pesar que lo que hemos analizado hasta ahora —y sin ser ningún especialista en la materia— no satisface a muchos en nuestro país, y se dejar ver un documento al parecer muy flojo, es clave entender la diferencia entre los objetivos que persigue la OEA en esta negociación y lo que algunos sectores de nuestro país piensan que se debería buscar.
Primero, creo que a estas alturas ya debe estar claro para todos que la OEA está siguiendo un camino de negociación de largo plazo que no involucra cambios rápidos, o giros de timón bruscos en el orden existente en nuestro país. La OEA no está buscando crear inestabilidad en el país, lo cual considero es una actitud responsable.
Segundo, la OEA no está buscando confrontación sino influir en el Gobierno para lograr acuerdos que permitan un proceso electoral más robusto y un fortalecimiento del sistema electoral a futuro, la OEA no está viendo hacia el pasado sino hacia el nuevo proceso que se avecina.
Tercero, el secretario Almagro es un político de mucha experiencia, no es cualquier novato, debemos darle crédito a que sabe lo que hace y cómo hacerlo; y cuarto, pensemos que el Gobierno tampoco está muy interesado en estas promesas, y si las está haciendo es para mejorar su imagen internacional, lo cual que es más que necesario.
Muchos quisieran ver más cambios y hemos visto una serie de artículos criticando y denigrando el trabajo de la OEA. Exigiendo cambios con más velocidad y que la OEA ataque de raíz las debilidades más fuertes de nuestro sistema político. Como si la OEA fuera el Gobierno de Nicaragua o como si la OEA es quien debe solucionar nuestros problemas como país. La pregunta que estos críticos deben hacerse es sí es realista pedirle esto a la OEA.
Al atacar a la OEA estos críticos destruyen al mejor aliado que tiene Nicaragua para contribuir a fortalecer nuestro sistema electoral. Yo le agradezco a la OEA su involucramiento, creo que toda Nicaragua gana con las mejoras que la OEA pueda lograr a nuestro sistema electoral y que además las necesitamos muchísimo para recuperar la confianza y credibilidad en este sistema. Pueden no ser suficientes, pero es un avance. Al que no le guste en vez de criticar yo lo invito a que haga algo al respecto, así como lo está haciendo la OEA.
Es claro que se necesitan reformas más profundas para recuperar la credibilidad en el sistema electoral. Pero entre lo ideal y lo que está a la mano yo tomo siempre lo que está a la mano, porque ya lo dice el viejo refrán: “Más vale pájaro en mano que 100 volando” y el fortalecimiento de la institucionalidad y la democracia en Nicaragua es un proceso que tomará mucho tiempo.
Aquí no hay balas de plata. Yo celebro el trabajo hecho por la OEA y aunque reconozco que no será del agrado de muchos, insto a todos a pensar que cada milímetro ganado en estas negociaciones no debe haber sido fácil ni para la OEA lograrlo ni para el gobierno cederlo. Y finalmente esto demuestra una voluntad de negociación la cual ya de por sí es un comienzo.
Muy bien OEA, y espero al igual que muchos nicaragüenses que estos sean solo los primeros pasos.
El autor es empresario. Expresidente de Amcham.