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A confesión de parte…

En efecto, la disminución de la cooperación petrolera venezolana, ha sido radical. De un promedio de casi quinientos millones de dólares anuales se ha reducido a casi cien millones. Es decir, ha disminuido a la quinta parte.

El presidente del Banco Central, en una reciente conferencia en la Cámara de Comercio Americana de Nicaragua (Amcham), señaló que pese a la abrupta caída de la cooperación venezolana la economía nicaragüense seguía creciendo a ritmo semejante al de los recientes años.

En efecto, la disminución de la cooperación petrolera venezolana, ha sido radical. De un promedio de casi quinientos millones de dólares anuales se ha reducido a casi cien millones. Es decir, ha disminuido a la quinta parte.

Como no está en duda ni la competencia profesional del presidente del Banco Central ni la certeza de las cifras, esa afirmación viene a confirmar lo que tantas veces se ha afirmado desde diferentes voces: la cooperación venezolana, pese a su magnitud, pues en promedio ha duplicado durante varios años a los desembolsos de los organismos multilaterales de financiamiento (BID, BCIE, Banco Mundial, etc.), no ha contribuido al desarrollo nacional pero sí al enriquecimiento de un nuevo grupo vinculado al más alto nivel gubernamental.

Cualquiera entenderá que si el nivel de crecimiento económico se mantiene, pese a la caída de la cooperación venezolana, y a la vez no se han acelerado los otros motores del crecimiento económico, es porque esa cooperación no se utilizó para apuntalar el crecimiento del país. Así de sencillo.

Veamos qué ha ocurrido con los otros motores del crecimiento económico, de Nicaragua y cualquier otro país.
La productividad no ha cambiado.

El ritmo de crecimiento de la inversión, en especial la privada, se ha mantenido prácticamente igual.
Las exportaciones, cuyo crecimiento en el último año fue del 5.5 por ciento, no explicaría el nivel de crecimiento económico mientras la cooperación venezolana ha caído en un ochenta por ciento.
El consumo, otro motor del crecimiento a corto plazo, se ha desacelerado ligeramente por la disminución de algunos de los programas sociales vinculados a esa cooperación venezolana, pero ha continuado creciendo aunque a menor ritmo, sobre todo porque las remesas han mantenido su crecimiento.

Que el consumo vinculado a la cooperación petrolera haya disminuido revela, a su vez, la poca sostenibilidad del mismo una vez que la fuente de financiamiento desaparece. Esto, aunque revela el impacto negativo de la disminución de esa cooperación, aclara también su uso ineficiente.

En alguna medida la cooperación venezolana fue utilizada con fines de inversión. Más allá de algunos casos muy visibles como el hotel Seminole (que en términos netos no significó incremento real de la inversión pues ya el hotel estaba construido), es el de la energía.

Hoy hay más capacidad energética por el uso de parte de esa cooperación venezolana, pero aquí también salta la madre del cordero: el conflicto de intereses entre el grupo económico gubernamental y el mantenimiento de la más alta tarifa eléctrica de Centroamérica, y que limita e impide cambios importantes en la productividad. Así, por ejemplo, las inversiones en riego y en refrigeración que se traducirían en cambios importantes de la productividad agropecuaria a corto plazo, son limitadas por el interés del grupo económico gubernamental en mantener altas tarifas eléctricas. Sin duda que el mantenimiento de altas tarifas eléctricas es, junto con la educación, uno de los mayores obstáculos estructurales al desarrollo de Nicaragua.

Desde luego que la crisis venezolana nos ha afectado negativamente, pero no tanto por el lado de la cooperación petrolera como por la disminución de las exportaciones agropecuarias (carne, frijoles, lácteos, etc.) a ese país que en efecto sí “derramaban” beneficios en un sector más amplio de la población. Pero lo que es la cooperación petrolera, apropiada por unos pocos del más alto nivel gubernamental, casi nada ha servido al crecimiento económico de Nicaragua.
De lo afirmado en Amcham por el presidente del Banco Central se puede decir que a confesión de parte, relevo de pruebas.

El autor es economista y fue candidato a la vicepresidencia de Nicaragua.

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