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En busca del perrito perdido

Detrás de una mascota perdida hay una intensa campaña de búsqueda, anuncios en redes sociales, jugosas recompensas, estafas, dolor, chantaje e incertidumbre

Cuando a Esther Picado le dijeron que su perro Federico se había escapado salió corriendo en camisón, descalza y sin maquillarse a la calle para preguntar de casa en casa si habían visto a su mascota. Llevaba diez años con él y lo quería como a un hijo. Aquello solo fue el inicio de una intensa campaña de búsqueda para encontrar a su “negrito”.

Como ella, cientos de dueños han buscado a sus mascotas hasta el cansancio. Mientras enfrentan el proceso de perder a un ser querido que los ha acompañado durante años, corren de un lado a otro cuando tienen la más mínima pista de su ubicación; ofrecen altas cantidades de dinero como recompensa con tal de encontrarlos; son víctimas de chantajes, estafas y bromas.

Algunos tienen la suerte de encontrarlos. Otros, deben vivir sin saber si su mascota está viva, en manos de un maltratador, o
muerta.

Parte de la familia

Atziris Tapia junto a su madre y dos de sus “perrijos”. El que carga ella es Cachupín, el papá de Firulay, el perrito que perdió.  LA PRENSA/ Óscar Navarrete.

Atziris Tapia dice que Firulay es su “perrijo”. Lo tuvo desde que nació: él fue una extraña combinación entre su perra doberman y un pequeño perro callejero al que había adoptado. Marciano, le dice ella y cuando lo vio por primera vez supo que lo único que le quedaba era cuidarlo y quererlo.

Atziris, de 32 años, no tiene hijos, dice que sus hijos son sus cuatro perros. Por eso, cuando Firulay se perdió, pasó días llorando. Y también llora ahora, cuando habla de él. “Cuando se perdió yo me tuve que controlar porque no dejaba de llorar. No podía creer que se había perdido… Nos hace falta. El otro día para la primera lluvia, solo pensé si estaba con un techo, si lo tenían amarrado, si lo tienen en el patio… ha sido duro”, dice Atziris, quien no puede más y se quita los lentes para limpiarse las lágrimas.

La psicóloga Clara Nimia Cáceres asegura que aunque no pueden reemplazar el vínculo con un hijo, las personas pueden llegar a sentir un vínculo muy fuerte por una mascota. “De hecho cuando las mascotas mueren se reconoce un tipo de duelo en ello. Las personas pueden llegar a sentir similar dolor al de una pérdida humana”, dice la psicóloga. “Si la mascota suplía una necesidad de sentirse acompañado y esa compañía se va entonces iniciará la carencia y con ello el deseo de extrañar eso que le suplía la necesidad”, explica Cáceres.

Esther Picado también llora cuando habla de Federico. Un doberman pinscher miniatura. Fue su regalo de bodas. Cuando el cachorro tenía un mes y medio ella lo llevó a su casa y se convirtió en el consentido. Fue la primera mascota de la familia e incluso Esther admite que muchas veces competía con su hija por atención. “Era mi sombra, andaba detrás de mí todo el tiempo. Yo estaba trabajando y ahí estaba Federico en su butaca conmigo”, dice Picado. Dormía en la cama con ella, si Federico tenía calor le ponía un abanico solo para él. Era el rey.

Esther Picado anduvo por todos lados repartiendo estos volantes. No pierde la esperanza de encontrar a Federico, y la recompensa que ahora ofrece subió a 200 dólares.  LA PRENSA/ Óscar Navarrete.

Cuando Federico se perdió, contrató perifoneo para recorrer los barrios aledaños. Llevó el anuncio de que se había perdido hasta la Radio Ya, la Corporación, La Picosa y llevó su foto a Canal 10.

Cada vez que alguien la llamaba y le decía “lo tenemos por aquí” corría hacia el lugar para ver si era él. Lo ha buscado en todos los lugares que pudo imaginarse: en barrios, mercados, calles, perreras, en el Callejón de la Muerte y no pudo encontrarlo. Esther todavía llora al recordar a Federico. Se movió lo suficiente para saber el rastro que había seguido su mascota, pero nunca pudo darse cuenta de dónde está. “Mucha gente me dice que es excesivo, que ya deje eso, que es locura… para ellos los perros son como objeto. Pero son parte de la familia”, dice Picado. Todos los días le enciende una veladora y le pide a la Virgen que tiene en su cuarto que Federico esté bien.

Esther Picado con su hija y tres de sus cuatro perros: Atila, Blanca Nieves y Can. A pesar de seguir rodeada de animales, quiere recuperar a Federico, que estuvo con ella durante 10 años. LA PRENSA/ Óscar Navarrete.

Por eso, cuando se escapó, Esther movió cielo y tierra para encontrarlo. En total, asegura que ha gastado unos siete mil córdobas buscando a su mascota. Federico era un perro de raza y por eso Esther ofreció 200 dólares como recompensa a quien se lo devolviera. “Con eso bien compra un cachorro de esa raza”, dice, refiriéndose a quienes roban a los canes para luego cruzarlos y vender a los cachorritos de raza. En el caso de los doberman pinscher miniatura, su costo ronda entre los 180 y 200 dólares.

El negocio de las razas

Ilse Díaz, directora de la Organización Nicaragüense Ambiental, asegura que aproximadamente tres veces por semana reciben mensajes de personas con mascotas perdidas, solicitando ayuda para compartir las fotos de sus perros en redes sociales. “La mayoría no encuentra a su mascota, solo los que en verdad buscan constantemente”, asegura Ilse.

La directora de la organización explica que las pérdidas normalmente se dan por descuido de la gente. Sin embargo, también admite que la raza de los perros es determinante. Los perros de raza normalmente son robados para cruzarlos y vender a los cachorritos. En páginas de ventas en internet, dependiendo de la raza, los precios oscilan entre los 120 y 250 dólares.

En las tiendas de mascotas e incluso en los puestos ilegales se venden cachorros porque es lo que buscan los compradores; por esto, hallar un perro adulto de raza en venta en la calle puede ser un indicio de que es robado, explica Díaz. El vendedor solo quiere dinero inmediato y no le interesa hacer negocios con los cachorros. Pero es poco común. La mayoría de los perros adultos de raza son vendidos a las perreras.

Irma Palacios, una dueña que logró encontrar a su mascota, sabía que podía encontrar a su perrita Luna en las perreras. Días después de que se perdiera acudió a diferentes lugares donde vendían perritos a ver si podía hallarla ahí.

Por esto, en la Organización se recomienda castrar a los perros. “Una manera de ayudar a evitar esto es castrando a los animales, porque si es por cruzarlos, ha pasado que los regresan porque saben que están castrados. Ese caso pasó con un perrito de raza que se le perdió a una gente en la laguna de Apoyo”, asegura Díaz.

Ella se refiere al caso de Coco, una perrita que pertenece a un centro turístico en la Laguna de Apoyo y que fue robada del lugar, pero como estaba operada y no pudieron cruzarla, fue devuelta.

Los que vuelven y los que no

Coco fue criada en la Laguna de Apoyo y se convirtió en una perra rescatista empírica. Estuvo perdida durante tres semanas. LA PRENSA / Óscar Navarrete.

Coco llegó al centro turístico Laguna Beach Club el mismo día que el lugar abrió. A la dueña del centro se la habían regalado y vivía con ella a un kilómetro de la laguna de Apoyo. Pero cuando creció Coco se enamoró del agua.

Los clientes llegaban y ella se acercaba para que la acariciaran. Pero además de amorosa, por la noche era guardiana y por el día rescatista. Ha pasado tanto tiempo en el agua, que casi está entrenada para rescatar personas en la laguna. En una ocasión, a una señora le dio un calambre en una parte profunda del lugar y estaba ahogándose. Coco nadaba por ahí. La señora logró agarrarse de la perra y esta la llevó hasta la orilla. Desde entonces quedó como la rescatista del lugar.

De hecho, muchas veces se escapó y en los alrededores llamaban al lugar para decir que Coco andaba por otros lados. Por eso estaban acostumbrados a que de repente se perdiera. Pero una tarde no volvió

A mediados de marzo, cuando se perdió, todos en el lugar preguntaron por ella. Carlos Luna, trabajador del centro, asegura que cuando notaron que no regresó revisaron las cámaras y sospecharon de alguien que había estado muy interesado en la perra.

Su dueña ofreció 700 dólares como recompensa por encontrarla. Acudieron a la Policía e incluso contrataron un investigador privado,
pero la perra no aparecía.

“Me imagino que se la llevaron para cruzarla. Ella es labradora, pero ella no sabía que estaba operada”, explica Luna.
Después de tres semanas una persona llegó a dejar a Coco. Dijo que la había encontrado en una finca en Masatepe. Al abrir la puerta del carro, lo primero que hizo Coco fue correr a la laguna. La persona que la llevó no cobró la recompensa, así que el lugar decidió
donarla a organizaciones que ayudan a rescatar animales perdidos.

El costo de las campañas

A Luna, la perrita de Irma Palacios, se la robaron de la casa de su dueña. La encontró después de una intensa campaña de búsqueda en redes sociales. LA PRENSA / Óscar Navarrete.

Cuando a Irma Palacios le preguntan cómo hizo para encontrar a Luna, su perrita, responde sin titubear: “Porque armé una campaña que la Luna estaba en todos lados”.

El 7 de marzo la llamaron al diario donde trabaja y le dijeron que se habían metido a robar a su casa. Se llevaron su cámara, su computadora, su televisor, pero su miedo empezó cuando se dio cuenta que también se habían robado a su perrita, Luna.

Anduvo pegando las fotos de Luna con su número de teléfono en parques, pulperías y en los alrededores de la Colonia El Periodista donde vive. Habló en los canales de televisión para que sacaran la fotografía, también la llevó a los periódicos; pagó un anuncio en la revista cinematográfica que le costó 60 dólares; puso mantas, anuncios en Facebook, se unió a los grupos de búsqueda. El esfuerzo fue intenso.

Irma también cayó en la trampa de la recarga. Quedó de verse en una gasolinera con alguien que decía tener a Luna. El señor le pidió una recarga para avisarle cuando ya estuviera en el lugar. Ella se la envió e inmediatamente recibió un mensaje: “Jajaja. Caíste, babosa”.

Cada vez que alguien la llamaba diciendo que había visto a su perrita, planeaba salir a buscarla. Nunca iba sola. También anduvo en las perreras donde le dijeron que habían llegado a vender a Luna. “Invertí todo mi tiempo, mis días libres por irla a buscar”, dice
Palacios.

El collar de Firulay se rompió cuando intentaban atraparlo. LA PRENSA/ Óscar Navarrete.

A diferencia de Coco, Firulay, no era un perro de raza, por eso Atziris se pregunta qué pudo llevar a alguien a robárselo si no iba a sacarle nada de dinero. Por eso tenía esperanzas de encontrarlo y empezó brigadas de búsqueda para encontrarlo, dejó de trabajar cuatro días para buscarlo cuando le avisaron que se había perdido.

En cada zona donde le decían que lo habían visto, Atziris Tapia iba a buscarlo. “Empezó la gente a llamarme, en el Canal 10 en las noticias. Empezaron a decirme que lo habían visto y empezaron las estafas”.

El costo de exponer un nombre y un número de teléfono como referencia en las campañas para hallar a una mascota, tiene sus consecuencias. Tres de las cuatro dueñas de mascotas entrevistadas sufrieron acoso, chantaje, intimidación y estafa por personas que tomaron sus números de teléfono de los anuncios.

A Atziris la llamaron para decirle que tenían a su perro y pidiendo una recarga para mantener el contacto. Ella cayó. “Me dice finalmente, sabés qué, yo no tengo a tu perro. Después me dice qué bonita tu voz, qué guapa que sos. Y empezó un acoso de esta persona”, cuenta Tapia. También la chantajeaban. En una ocasión alguien le escribió diciendo que había encontrado a su perro, pero que lo había vendido a un circo en 50 córdobas para que se lo dieran de comer a los leones.

La última pista de Firulay la recibió hace dos viernes. “Con el tiempo me di cuenta que yo debía seguir adelante. No podía descuidar a mis otros hijos. Tenía que entregarles tiempo y amor. Prácticamente no trabajé cuatro días por andarlo buscando”, dice Tapia. “Espero todavía que alguien llame y me diga: ‘Aquí está Firulay’”.

Según Atziris, Firulay es una combinación extraña, así que no es un perro del que se pueda sacar raza, y tampoco es un perro que pueda venderse caro. “Simplemente es un perro especial para nosotros”.

Atziris aún no encuentra a Firulay, pero casos como el de Irma y Luna le dan esperanzas.

Un día, un señor llamó a Irma Palacios diciéndole que tenía a Luna. Irma estaba a punto de llamar a la puerta de una casa donde también le habían dicho que la tenían. “Yo estoy seguro de que es ella. Vi en una publicación que se llama Luna, empecé a llamarla por su nombre y movía la colita. No le gusta comer croquetas, ni pedegree. Solo pollo y carne”, le dijeron. “Es la Luna”, se dijo Irma.

Quedaron de verse pero no tenía el dinero de la recompensa. Fue corriendo al cajero y sacó lo que tenía: 140 dólares. Le dijo al señor que al día siguiente le daría los otros 60 y él accedió.

Al principio ofrecía 100 dólares de recompensa, pero después subió a 200. Le decían que era loca, que no siguiera buscándola, que superara a la perra y que con el dinero que ofrecía de recompensa se comprara otra perra igual: pero ella se negaba.

Cuando llegó a la casa donde la tenían, Luna estaba en una cama. Cuando escuchó la voz de su dueña se orinó de la emoción. Sí era ella.


La estafa de las recargas

El truco de las recargas es un denominador común en las personas que pierden perritos. Las llaman diciendo que tienen a sus mascotas y quedan de verse en algún lugar. Pero quienes supuestamente tienen a los animales piden una recarga para seguir en comunicación con el dueño, pero en los casos consultados por DOMINGO han resultado engaños para conseguir recargas.


Recomendaciones:

Algunos dueños de mascotas perdidas dan sus tips basados en su experiencia para evitar que les pase a otros amos con sus animales:

—Procurar un collar resistente con una placa con el nombre del animal, el nombre y número del dueño. Los collares antipulgas, por ejemplo, son muy débiles y al intentar agarrar al perrito pueden reventarse.

—Compartir la imagen de la mascota en redes sociales, grupos de compra y ventas de animales o pedir ayuda a las organizaciones y fundaciones que se dedican a rescatar perros.

—Buscar en las páginas de ventas de perros en línea. Si el perro era de raza y fue robado, lo común es que los ladrones busquen cómo venderlo en perreras o sitios en línea.

—No caer en la trampa de las recargas. En caso de recibir una llamada de alguien diciendo que tiene a su mascota, asegúrese de hacer preguntas específicas para tener una prueba concreta de que es ella, de lo contrario puede tratarse de una estafa.

—Si tiene las condiciones, ofrezca una recompensa mayor al precio regular de su mascota en el mercado. Asegure que no hará preguntas y si la persona que lo robó tiene interés en ganar dinero inmediato, lo devolverá.


 

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