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La Prensa

Ya no existe la autonomía municipal

En algunos sectores de la oposición se reflexiona acerca de que si valdrá la pena o no participar en las próximas elecciones municipales, cuando aparte de que no hay garantías electorales tampoco existe autonomía municipal. Y no hay por lo tanto la posibilidad de gobernar con éxito las alcaldías que pudiera ganar la oposición.

Realmente en Nicaragua ya no hay autonomía municipal, lo cual no solo es por el avance totalitario del orteguismo, sino también por la falta de conciencia cívica democrática de muchos ciudadanos. Esto volvió a quedar demostrado el jueves de la semana pasada, cuando los comerciantes del mercado municipal de Masaya vinieron en caravana a Managua para pedir a Daniel Ortega que les resolvieran un problema que por ley debe de ser resuelto por el alcalde de esa ciudad.

Para algunos sociólogos y municipalistas lo ocurrido el jueves pasado demostró que “la autonomía municipal quedó anulada en el país”. Pero en realidad ese pilar de la democracia que es la autonomía municipal, fue anulada desde que se inició el nuevo régimen de Daniel Ortega, en enero de 2007. Acerca de esto, el sociólogo y municipalista Silvio Prado reconoció en un ensayo publicado en junio de 2016, que con el gobierno democrático de don Enrique Bolaños se fortaleció la autonomía municipal. Pero —dice el experto en municipalismo— “cuando el nuevo gobierno del Frente Sandinista asumió (el poder) en enero de 2007 (…) lo primero que hizo fue llamar a todos los alcaldes que tenía entonces, en 106 de las 154 alcaldías del país y “los puso firmes”, los cuadró, acabando con la autonomía política que hasta entonces habían tenido”.

Cuando se dice que el régimen de Daniel Ortega ha socavado la institucionalidad democrática, generalmente se piensa en la desaparición de la separación de poderes, la independencia de la justicia, el Estado de derecho y la seguridad jurídica para todos, las elecciones justas y transparentes, la libertad de prensa irrestricta y la transparencia gubernamental. Sin embargo, entre las instituciones democráticas que han sido socavadas o demolidas por el orteguismo se tiene que incluir la autonomía municipal, sin la cual no es posible que pueda existir la verdadera democracia.

Pero el hecho de que no exista ya la autonomía municipal, no significa que la oposición no deba luchar por retener las alcaldías que tiene hasta ahora, y si fuera posible por ganar otras, aunque estén sometidas a las presiones políticas y los chantajes presupuestarios del orteguismo. La lucha por la democracia no se libra solo cuando las condiciones son favorables, sino también y con mayor razón cuando son adversas. Y en última instancia, como ya lo hemos dicho antes, sería una lástima que alcaldías que siempre han sido ganadas por la democracia, como por ejemplo la de San José de los Remates, por abandono de la lucha democrática pasen a manos del orteguismo o algunos de sus partidos colaboracionistas.

Editorial
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