Desde que Emmanuel Macron, de treinta y nueve años, ganó las elecciones presidenciales en Francia lo que más destacó la prensa mundial es que el nuevo presidente francés es casado con Brigitte Trogneux, de sesenta y cuatro años, veinticinco años menor que ella, que había sido su profesora de secundaria; que ella había dejado a su marido con el que había procreado tres hijos y que tanto Macron, en ese entonces un adolescente, como Brigitte, se habían enamorado locamente, y lo más curioso, se dice, es que siguen enamorados con desbordante pasión. Solo falta que la primera dama de Francia repita lo que declaró Isabel Preysler (66 años) de que “cada viaje con Mario (82 años) es una luna de miel”. Y como viajan mucho… imagínesela mi querido lector.
Entonces gran parte de la prensa mundial empezó a hacer comparaciones, señalando que era un caso único en la historia de la humanidad que a un gobernante joven le encantaran las mujeres de la tercera edad. Y para concretar las comparaciones y a manera de contraste recordaron al difunto presidente francés Francois Mitterand, a quien solo le gustaban mujeres jóvenes. La realidad es que fue un incansable seductor. Mitterand era casado y vivía con su esposa Danielle Gouze —tuvieron dos hijos— en el Palacio del Elíseo, pero aparte de sus innumerables aventuras amorosas tenía una amante fija que se llama Anne Pingeot.
Cuando empezaron esta relación sentimental Anne tenía diecinueve años y Mitterand era un cincuentón. Nunca se rompió esa relación. Tuvieron una hija llamada Mazarine, que asistió junto con su madre a los funerales oficiales del citado presidente francés. Fue famosa la foto del funeral donde aparece Anne y Mazarine junto con la viuda de Mitterand.
No sé si es por casualidad, ahora que Emmanuel Macron es presidente de Francia, que dicen que nunca le ha sido infiel a Brigitte, cuando vuelve a repetirse la noticia de la vida privada de Mitterand, sobre todo por la publicación en octubre del año pasado de un libro, que desde que ganó Macron las elecciones, se está vendiendo masivamente. Este libro contiene mil doscientas cartas que el fallecido presidente francés envió a su amante Anne Pingeot. Yo no lo he leído, pero se dice —no sé si es propaganda de la casa editora— que afamados críticos consideran este libro como una maravilla literaria.
Pero la prensa mundial no solamente ha recordado a Mitterand por su afición por mujeres muy jóvenes sino que también han hablado del presidente Temer de Brasil de setenta y siete años casado con una mujer bellísima de treinta y dos años; de Carlos Menem que tenía setenta y dos años cuando se casó con la chilena Cecilia Bolocco, que fue Miss Universo, entonces de treinta y cinco años; de Silvio Berlusconi que no puede soportar mujeres mayores de treinta años. Incluso la prensa ha recordado a Bill Clinton y al rey emérito de España Juan Carlos por su preferencia por las mujeres muy jóvenes, sin olvidar al obispo y expresidente Fernando Lugo en sus relaciones amorosas con empleadas domésticas jovencitas, lo que motivó que lo calificaran como el Zar del Servicio Doméstico del Paraguay.
Todo parece indicar que, por lo que refiere a la vida amorosa de los gobernantes del mundo, Emmanuel Macron es la excepción. Yo personalmente conozco a algunos caballeros jóvenes que les gustan las mujeres de la tercera edad pero con reales, lo que no es el caso del presidente francés. Pero si Mao Tse Tung estuviera vivo diría que a Macron le cayó una maldición china que dice: “Te maldigo a que vivas toda tu vida haciendo el amor con viejas”. Para evitar esta maldición a Mao solamente le gustaban muchachas no menores de dieciocho años ni mayores de veinticinco. La verdad es que Macron es la excepción y Mitterand representa la regla general.
El autor es abogado.
