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ajuste fiscal, Nicaragua

Economista Adolfo Acevedo. LA PRENSA/ARCHIVO

Una política cambiaria para el desarrollo

Existe una evidencia empírica muy amplia de que el tipo de cambio real es uno de los determinantes del crecimiento económico acelerado, en la medida en que ejerce una gran influencia sobre las posibilidades de tener éxito en la diversificación productiva y exportadora

La asociación entre estructura productiva y desarrollo económico conlleva implicaciones de política económica. En la medida en que el desarrollo esté íntimamente ligado a los cambios en las estructuras productivas, una tarea esencial de la política económica es garantizar la capacidad de las economías de lograr una transformación productiva dinámica. En economías abiertas, dicha tarea está íntimamente ligada a la capacidad de desarrollar estructuras exportadoras diversificadas, de una complejidad cada vez mayor.

En este punto debe recordarse que la capacidad de desarrollar estructuras exportadoras más diversas y sofisticadas estará determinada, en buena medida, por los efectos del conjunto de instrumentos de política que se pongan en marcha – de infraestructura, tecnológica, educativa, fiscal, financiera, y cambiaria.

Existe un alto grado de complementariedad entre estas políticas entre sí y con las orientadas más directamente a la transformación productiva, lo cual aconseja la necesidad de procurar la coordinación y reforzamiento mutuo de las mismas.

Desde el punto de vista de la reestructuración productiva, y de la necesidad de cambiar el tipo de inserción internacional, resulta especialmente importante mantener un tipo de cambio real alto y relativamente estable, que promueva la orientación de los recursos hacia los sectores transables (exportables y sustitutos de importaciones) y tasas de interés lo más bajas y estables posibles, que alienten la inversión en bienes transables.

El primero debe contribuir al cambio dinámico de las estructuras de producción y comercio exterior. La segunda debe contribuir al financiamiento de la inversión.

En este sentido, la evidencia sugiere que parte del comportamiento diferenciado entre América Latina y los países asiáticos podría explicarse por las diferencias en las políticas orientadas a influir sobre el nivel y las fluctuaciones del tipo de cambio real.

En los países de rápido crecimiento y comparativamente rápido cabio estructural se procuró mantener un tipo de cambio real competitivo y relativamente estable, que favoreciese a diversificación productiva hacia actividades transables de mayor complejidad. En América Latina, por el contrario, las políticas se orientaron hacia el uso del tipo de cambio nominal como ancla del sistema de precios, lo cual se tradujo en una amplia sobrevaloración e inestabilidad del tipo de cambio real.

Existe una evidencia empírica muy amplia de que el tipo de cambio real es uno de los determinantes del crecimiento económico acelerado, en la medida en que ejerce una gran influencia sobre las posibilidades de tener éxito en la diversificación productiva y exportadora.

De acuerdo con las estimaciones de Dani Rodrik para los países en desarrollo entre 1950 y 2004, un tipo de cambio real alto ha estado relacionada con tasas de crecimiento más altas. De hecho, una de las características destacadas de la evolución de China es que se ha basado en un tipo de cambio real muy competitivo, hasta fechas recientes.

Una de las explicaciones de este hecho son las externalidades que generan los sectores productores de bienes y servicios transables internacionalmente, lo que indica que el tipo de cambio real alto opera como un sustituto parcial de una política de desarrollo productivo, particularmente en las actuales condiciones, cuando, debido a las regulaciones de la OMC, resulta más difícil recurrir a instrumentos más tradicionales como los subsidios directos a la exportación.

Asimismo, ello podría contribuir a compensar en parte – junto con otros instrumentos – por la acentuada incertidumbre asociada a la inversión en nuevas actividades transables. Un tipo de cambio real competitivo amplía la rentabilidad real de los bienes comerciables, acrecienta la cantidad de inversiones en los sectores de bienes comerciables que se vuelven rentables, suponiendo que todos los demás factores se mantengan invariables y, por lo tanto, en términos probabilísticos, amplía el número de industrias transables que logran despegar y que a la larga resultan ser exitosas.

Por eso, se puede decir categóricamente que existe una relación entre el tipo de cambio real y la calidad de las exportaciones.

(*)Economista
[email protected]

Economía política cambiaria archivo

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