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Rosario Murillo

Noriega ayer Maduro hoy

La vía del diálogo no tiene futuro. Maduro nunca permitirá la alternativa electoral pues sabe que perdería. Con la asistencia de oficiales cubanos y de un ejército contaminado por la corrupción y el narcotráfico, el está dispuesto a que siga corriendo la sangre en las calles y a que su pueblo coma salteado.

¿Podría aplicarse a Maduro la misma receta usada para salir de Noriega en 1989? Entonces el presidente Bush, consciente que Noriega se había convertido en agente del narcotráfico, ordenó una rápida intervención militar que extirpó su cáncer y contribuyó a la democratización y prosperidad de Panamá. Maduro no es igual que Noriega: es peor. No solo ha convertido a Venezuela en un narco estado, sino que ha sometido a su pueblo a una hambruna y represión que no se dieron con Noriega.

Lo primero lo corroboró recientemente el secretario general de la OEA, Almagro: “Toda la estructura del Estado (venezolano) está tomada por el narcotráfico”. La lista de involucrados incluye, nada menos que al vicepresidente Tareck El Aissami —acusado por OFAC, oficina del Departamento del Tesoro Americana, de jugar “un papel importante en el narcotráfico internacional”—, al ministro del interior, Néstor Reverol, a la mano derecha de Maduro, Diosdado Cabello, llamado por el senador Marco Rubio “el Pablo Escobar de Venezuela”, amén de numerosos exministros y militares. Para colmo hasta dos sobrinos de la pareja presidencial; Efraín Campos Flores y Franqui Flores de Freitas, fueron capturados por la DEA en Haití con 800 kilogramos de cocaína, mientras iban escoltados por dos militares venezolanos y dos guardias presidenciales de honor.

Aparte de estas actividades criminales que atentan contra Estados Unidos (EE.UU.) y la región entera, Maduro, cegado por su ideología marxista y populista, ha destruido las instituciones democráticas y sometido a su pueblo a sufrimientos sin precedentes. Lo peor es que ha cerrado todas las posibles salidas pacíficas. Saboteó el referéndum revocatorio que lo hubiese echado legalmente del poder, y ahora, con una constituyente claramente ilegal, intenta impedir también cualquier proceso electoral, abierto y transparente.

La vía del diálogo no tiene futuro. Maduro nunca permitirá la alternativa electoral pues sabe que perdería. Con la asistencia de oficiales cubanos y de un ejército contaminado por la corrupción y el narcotráfico, el está dispuesto a que siga corriendo la sangre en las calles y a que su pueblo coma salteado. Las protestas callejeras tampoco pueden cambiar la situación si el ejército está irremisiblemente comprometido con sostener al régimen. Véase el caso de Tiananmen en China. Tampoco surtirán efectos significativos las condenas y sanciones. Véase el caso de Corea del Norte. Maduro y Raúl Castro no consentirán relevo en el poder pues tienen demasiado que perder. Las perspectivas no pueden ser más negras: multiplicación de los muertos —por balas y desnutrición— más narcotráfico y éxodo masivo de venezolanos.

La única alternativa entonces, salvo un improbable golpe militar, es una fuerza externa dispuesta a librar al pueblo venezolano de este gobierno criminal. EE.UU. podría actuar en alianza con otras naciones democrática y usar su tecnología y poder para remover a Maduro y su camarilla a través de una operación militar quirúrgica, contundente y de pocas bajas, pues es muy improbable que los militares mercenarios y corruptos quieran morir defendiéndolo.

Dicha acción tendría sustento legal, ético y popular. La permanencia de Maduro en el poder a través de la constituyente es ilegal y carece de reconocimiento internacional. Librar al pueblo venezolano de la mafia que lo oprime y darle la oportunidad de reconstruir su futuro es justo y compasivo. Causaría además menos muertos y dolor que dejarla indefinidamente en el poder.

La remoción forzada de Noriega contó con el apoyo del 92 por ciento de los panameños y del 74 por ciento de los norteamericanos (fuentes: encuesta de CBS y Robert Pastor). La de Maduro no sería menos popular.

El autor fue ministro de Educación y es sociólogo e historiador. 
[email protected]

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COMENTARIOS

  1. Fer Molina
    Hace 7 años

    La única diferencia es que en Venezuela no hay Canal, y en Panamá si había (y estaba en posesión de USA), lo que fue la principal razon para USA para intervenir. O sea, no lo hicieron por amor a Panamá, o porque Noriega fuera muy malo… (que si lo era), pero USA tenia intereses tangibles en Panamá, que no los tiene en Venezuela.

  2. Pepe Turcon
    Hace 7 años

    Muy acertado Don Humberto!

    Latinoamerica esta en el momento idoneo para terminar de una vez por todas con el horror en Venezuela y sobre todo con el origen del Cancer: Cuba.
    Habra que ver si Latinoamerica se decide de una vez por todas a ser libre.

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