Isidra Zamora lleva casi toda su vida palmeando tortillas. Su exposición por más de casi cuatro décadas al calor, el humo y pasar tantas horas de pie dándole forma a la masa de maíz han enfermado su cuerpo. Pero ella necesita ese trabajo que desarrolla en su humilde hogar en uno de los barrios pobres de Managua.
Abandonó las aulas de clase siendo muy niña. A los 8 años se dedicó a echar tortillas para ayudar a su mamá a criar a sus hermanos, tras emigrar de Teustepe, Boaco, a la capital. “Esto (echar tortillas) es bastante malito, pero lo necesito. Así estoy enferma (como su mamá), mire mis rodillas tengo muchas pelotas y medio me mantengo con pastillas y vitaminas para que los huesos se me vayan componiendo y no me duelan mucho”, relata Isidra, quien entre sus dolencias tiene artritis.
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“Yo deseaba estudiar, pero ella (su mamá) ya no quiso… que mejor le ayudáramos a trabajar, somos cuatro hermanos y ninguno fue a la escuela”, afirma.
Para mantener a flote el negocio a diario debe levantarse a las 4:30 de la mañana y asegurarse la venta de al menos doscientas tortillas, con lo que obtiene una ganancia mayor a los cincuenta córdobas.
Con la ganancia diaria de más de cincuenta córdobas, más el dinero que llevan sus hijos, quienes al no terminar la mayoría de ellos el bachillerato se refugiaron en las empresas de zona franca, Isidra y su familia tienen asegurado un lugar dentro del setenta por ciento de los nicaragüenses que el Gobierno considera no pobres.
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Basado en la metodología oficial, en Nicaragua se considera no pobre a una persona cuyo consumo diario sea mayor a 50.86 córdobas, con lo que puedan cubrir la ingesta de alimentos equivalente a 2,200 calorías. La fórmula de medición de pobreza del Gobierno ignora la calidad de trabajo, el entorno de vida de las personas o su nivel educativo.
En el empleo está la clave
¿Están realmente Isidra y su familia fuera de la línea de pobreza? Los economistas señalan que uno de los factores determinantes para definir a un no pobre es la calidad del empleo y la calidad de sus ingresos.
El economista Néstor Avendaño afirma que “la gente deja de ser pobre porque tiene un puesto de trabajo decente y genera ingresos, eso es dejar la pobreza y esto es lo que no se ha visto de una forma muy dinámica en nuestra economía”.
Según resultados de la Encuesta Continua de Hogares, hasta el primer trimestre de este año el 42.6 por ciento de los nicaragüenses estaba en el subempleo.
En este último tipo de empleo, según explica el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide) en su reporte, los ocupados trabajan menos de las horas establecidas por semana por causas involuntarias, y están dispuestos a trabajar más horas. También se incluye a las personas ocupadas que durante el período de referencia trabajan más de las horas establecidas y ganan menos del salario mínimo. El subempleo es un empleo inadecuado”.
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Isidra, quien tiene 46 años, quiere trabajar más horas para ayudar a mejorar las condiciones de su casa y la de su familia, pero su nivel educativo y su mismo estado de salud le impiden alcanzar esa aspiración, por lo que cuando termina la venta se dedica a cuidar a sus nietos.
Avendaño explica que un empleo de calidad se caracteriza por exigir al trabajador conocimiento técnico, que sepa leer y escribir e incluso que “tenga educación para atender a las personas, que tenga tecnología”.
Además del empleo, los economistas dicen que también la productividad debería ser esencial para determinar la pobreza, porque esta está vinculada estrechamente con los ingresos.
Al respecto, Avendaño indica que basado en cifras oficiales, el 42 por ciento del total de la familias en Nicaragua “con todos sus ingresos, oiga bien con todos sus ingresos, los salarios, trabajador por cuenta propia, remesas, ingresos generados por su cuenta de ahorro, donaciones, programas públicos, no podían comprar todos los 23 alimentos que integran la canasta de consumo básico”.
“Estoy hablando del consumo, sin meter otros temas de la necesidad humana para sobrevivir, como puede ser higiene personal, dependencia económica, calidad de la vivienda que habita la familia”, enfatiza.
Isidra asegura que a diario se las debe ingeniar para cubrir los tres tiempos de comida de la familia y muestra de ello es que siempre anda buscando los productos más baratos. En su casa son diez personas, dos trabajan en zona franca y otro es acarreador de una hierrería donde le pagan 2,500 córdobas quincenales. De sus cuatro hijos, una llegó a tercer año de la universidad, otra es bachiller y otro terminó solo el sexto grado. Su cuarta hija está estudiando la secundaria.
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En este hogar los ingresos totales no alcanzan ni siquiera para invertir en la infraestructura de su casa o comprarle a su hija menor los uniformes que necesita para formar parte de la banda rítmica de la escuela. Tampoco puede acudir con su mamá a un médico especializado porque no cuenta con recursos y no gozan de la cobertura de la Seguridad Social. Nunca cotizaron.
Productividad hundiría cifras oficiales
Pero no basta solo con medir la calidad del empleo, también es necesario evaluar la productividad de la cual dependen incluso los ingresos de una persona.
El catedrático Luis Murillo afirma: “Si nosotros medimos eso (productividad versus ingresos) muy posiblemente los niveles de pobreza serían mayores y otro de los problemas es que las políticas públicas no están enfocadas a bajar los niveles de pobreza”.
Las cifras oficiales reflejan que gran parte de los nicaragüenses hasta este año continúan siendo empleados en sectores de baja productividad, como el agropecuario.
El economista Adolfo Acevedo ha advertido que Nicaragua debe apostar por transformar su matriz productiva de tal manera que se cambie el actual esquema, donde siete de cada diez empleos que está produciendo la economía son precarios e informales y de muy baja productividad, por ende de reducida remuneración.
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Los datos del Inide señalan que hasta el primer trimestre de este año los empleadores y trabajadores no remunerados se incrementaron en 9.3 por ciento, seguido de los cuentapropista y los asalariados. “Sepa señor presidente que la pobreza se ataca con la creación de puestos de trabajo y generación de ingresos de la población”, enfatiza Avendaño.
Invertir en tecnología
Para que los empleos que se generen y demanden tecnología, las empresas necesitan invertir en esta, pero Néstor Avendaño reconoce que esto no será posible mientras en Nicaragua no haya un verdadero plan de apoyo a la inyección de tecnología empresarial.
“Sé que las empresas no pueden comprar tecnología, pero no existe un plan gubernamental de transferencia de tecnología para aquellas empresas que no puedan comprarlas porque no hay suficientes ingresos”, sostiene
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Avendaño, al tiempo que señala que urge que exista una institución financiera que apoye ese objetivo.
Las empresas requieren financiamiento, según el economista, “con tasas de interés que estén apropiadas, que alguien que está comenzando a producir no le caigan las tasas de interés muy elevadas que tenemos en el Sistema Financiero del país”, afirma.
Los riesgos
Aunque los economistas reconocen que si bien la metodología que aplica el Gobierno de medir la pobreza a través del consumo está avalada por el Banco Mundial, alertan de que esto tiene un elevado riesgo que afecta principalmente a los pobres.
Cuando la pobreza se mide solo por el consumo, Néstor Avendaño señala que se toman malas decisiones en las políticas públicas. Por su lado, Luis Murillo considera que se debe medir mejor la pobreza para evitar que los programas sociales y políticas públicas continúen llegando a segmentos poblacionalesque no están en pobreza.