Querida Nicaragua: Qué pena, parece ser que los altos cargos en los gobiernos, los ofrecimientos de los candidatos en las campañas presidenciales, el afán de llegar al poder, no es el deseo sincero se servirle a la patria, de hacer mejores ciudadanos, de educar bien al pueblo y de mantenerlo libre de pestes y enfermedades. No. Lo que buscan la mayoría de candidatos, con las excepciones del caso, es tener a su alcance un tesoro de donde echar mano siempre sin rendirle cuentas a nadie, una especie de botija, un cofre lleno de dinero de los que en tiempos pasados enterraban las familias a la hora de una guerra civil, que las había en abundancia.
Hoy en día elegimos presidentes cada cierto tiempo dependiendo de las leyes en cada país, y votamos por ellos con la peregrina idea de que estamos votando por un hombre diferente, honrado, interesado profundamente en cambiar las estructuras corruptas de la nación y pasar a la historia como un prócer, como un patriota que todo lo mejoró gracias a su irreprochable honradez, al cuido inescrupuloso de los dineros del Estado con lo cual mejoró educación, economía, salud al construir nuevos hospitales bien administrados y con personal médico escogido de primera calidad. Y sobre todo crear institucionalidad, Estado de derecho, seguridad jurídica, separación de poderes del Estado, y en fin, democracia que comienza con propiciar elecciones libres, supervigiladas, partidos políticos que puedan organizarse en libertad, hacer elecciones primarias y nombrar a sus candidatos de acuerdo con lo que dicten las mayorías y no con la autoridad del dedo del cacique o dueño del partido.
Eso quisiéramos y en algunos casos estábamos viendo como instituciones como la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) están siendo repudiadas por el presidente de la nación Jimmy Morales en el momento en que la Cicig pidió su desafuero para investigarlo por las acusaciones de haber recibido dinero para su campaña presidencial hace poco más de un año y no haber declarado esos ingresos al organismo electoral tal como manda la ley. El enojo del presidente Morales ha llegado a tal punto que declaró “non grato” al funcionario de la Cicig, don Iván Velásquez, quien es el titular de la misma y ordenó su expulsión del país.
Hasta el momento de escribir esta carta la Corte Constitucional de Guatemala había impedido la salida del funcionario.
Gracias a la Cicig se descubrió en Guatemala una serie de abusos con dineros del Estado donde estaban involucrados el expresidente Otto Pérez Molina, la ex vicepresidente Roxana Baldeti y una serie de funcionarios cómplices suyos. Todos actualmente guardan prisión.
Imaginemos lo que ocurriría si hubiese una Cicig en cada uno de nuestros países latinoamericanos. No se daría abasto investigando y estarían los juzgados llenos de procesados y habría que ampliar las cárceles para que cupiera tanto delincuente.
Hay países que le huyen a organismos como la Cicig de Guatemala. El otro día hablaba con un conocido danielista y le toqué este tema. Para qué queremos eso, me dijo, aquí mal que bien el país marcha a las mil maravillas, somos el país más seguro de Centroamérica, un progreso que se ve todos los días. Sí, le dije, sobre todo en la laguna de Tiscapa que se está pudriendo cada día hasta que se acabe, sobre todo en los barrios de Managua donde llega el agua por milagro a las dos de la madrugada, y vamos muy bien en pobretería de la pobre gente de los semáforos. Además en el área rural hay mucha hambre y las concesiones mineras van a acabar con nuestras tierras, más de un millón de hectáreas en concesión que dejarán tierra arrasada y ríos envenenados. Y a nadie le informan quien recibe todo ese dinero de las concesiones. Tenés razón. El país anda muy bien.
El autor es gerente de Radio Corporación , fue candidato a la Presidencia de la República en 2011.