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Managua, Nicaragua. 30/08/2017. Testimonio de Janine Sanchez que perdio a su hija cuando fue secuestrada por su padre de ciudadania norteamericana hace 6 años huyendo a Hawai. Oscar Navarrete/ LA PRENSA.

Padres extranjeros que secuestraron a sus hijos de madres nicaragüenses

Tres madres relatan el calvario que vivieron cuando sus hijos fueron sacados del país sin sus permisos y por sus propios padres. Ximena y Jeanette lograron recuperarlos. Jasmina no ve a su hija desde hace siete años

El 11 de noviembre de 2010, a Jasmina Sánchez la llamaron diciendo que su hija de 4 años y el padre de esta habían desaparecido. En la habitación del hotel en San Juan del sur, donde Peter había ido a pasear con su hija, estaban aún las maletas y su cartera. Todo intacto. Solo hacía falta una cosa, el pasaporte de Peter.

Así comenzó el calvario. Jasmina llamó a la Policía y movió cielo y tierra para encontrar a su hija. Pero nada pudo evitar que Peter Christopher se la llevara ilegalmente hacia Estados Unidos. Son siete años los que Jasmina lleva sin ver a su hija, que vive en Hawaii con su padre. A veces, él le envía fotos por correo electrónico, pero se niega a regresarle a la menor.

Pero Jasmina no está ni cerca de ser la única madre que ha sido víctima de su expareja extranjera. El de Ximena Gutiérrez ha sido quizás el caso más mediático en Nicaragua: su hijo, Aarun Valentín, fue encontrado en el aeropuerto de México con su padre Michael Sahm, cuando este intentaba llevárselo a Alemania.

Jeannete Santamaría también fue víctima de su exesposo. Él se llevó a sus dos hijas a Honduras sin el permiso de ella. Anduvo de un lado a otro, en la Policía y contratando abogados con el poco dinero que tenía, pero fue imposible. La tensión le provocó un derrame que la dejó con parálisis facial, pero no la pensó dos veces para irse a Honduras e intentar recuperar a sus hijas.

Siete años de sufrimiento

Jasmina Sánchez tiene siete años de no ver a su hija, Gloria Geneva. Éste fue secuestrada por su padre cuando tenía cuatro años, en noviembre de 2010. LA PRENSA/ Óscar Navarrete

Se conocieron en un autobús. Era 2005 y Jasmina Sánchez tenía 16 años. Peter rondaba los 30. Ella vivía cerca de la comunidad San Vicente, Carazo. En los alrededores de la comunidad, Peter tenía una finca. Ella se subió en una de las paradas del autobús y él se subió en la siguiente. Se sentaron juntos y hablaron sin parar. Un año después comenzaron una relación y se fueron a vivir juntos a Nandaime.

Pero en julio de 2006, cuando Jasmina ya estaba embarazada de la primera y única hija de la pareja, Gloria Geneva, Peter se fue a los Estados Unidos. Regresó en octubre, faltando pocos meses para el nacimiento de su hija y le pidió a Jasmina que se fueran a Costa Rica para que la niña naciera allá. El 9 de diciembre de 2006 nació su hija y a los pocos días regresaron de Costa Rica, a vivir en la casa del padre de Jasmina, construida con tablas y zinc.

En enero de 2007, él regresó a Estados Unidos otra vez. A los pocos meses le dijo a Jasmina que ya no podían estar juntos porque él tenía una nueva pareja, pero se comprometió a ayudarle económicamente para la manutención de su hija, aunque solo cumplió durante un año y medio.

Poco tiempo después, Peter se fue a vivir a Costa Rica con su nueva esposa e hizo que Jasmina fuera hasta allá, porque él quería ver a su hija. Jasmina fue, con la esperanza de que su expareja le ayudara económicamente. “Una vez estando allá dijo que me ayudaba económicamente si yo me quedaba viviendo en Costa Rica, sino que yo asumiera los gastos de la niña. Yo no quería vivir en Costa Rica. A los cinco días me vine a Nicaragua y él reportó en Migración de Costa Rica que yo traía a la niña secuestrada”, cuenta Jasmina.

La Policía costarricense la detuvo y no pudo regresar a Nicaragua. Jasmina le pidió ayuda a una amiga que vivía allá y esperó una semana con su hija hasta que ambas pudieron pasar. “Yo asumí todos los gastos de mi hija hasta que me la robó, el 11 de noviembre de 2010”.

Durante dos años, de 2008 a 2010, Peter prácticamente desapareció. “Llamaba por allá (inusualmente), a veces platicaba con él. Nunca vino. Empezó a venir cuando me ajunté con otra pareja”. En 2010 Peter llegó tres veces al país y decidió hacer un acuerdo legal con Jasmina. “Un acuerdo donde él dice que me va a ayudar con la niña, pero con la condición de que cada vez que viniera a Nicaragua tendría derecho de andar con la niña”, cuenta Jasmina, mientras sostiene en la mano las fotos de su hija.

Jasmina acababa de tener a su segundo hijo con su actual pareja, otro extranjero con el que vive ahora en las afueras de Carazo. Por eso contrató a una asistente para que la bañara, la vistiera y la acompañara cuando Peter la visitara.

Una de esas visitas fue en noviembre de 2010. Peter llegó a Nicaragua y le dijo a Jasmina que quería llevar a la niña a San Juan del Sur.

Estaban en el cuarto del hotel y la asistente a la que Jasmina contrató ya había bañado a la niña y la dejó jugando con su padre en el hotel. Ella era la siguiente en bañarse. “Cuando ella salió ya no encontró a la niña”, lamenta la madre. “Le dije: mirá su maleta y mirá si está el pasaporte de él y la cartera. Si están, puede ser que anden en la playa, pero revisá bien. Si no está el pasaporte, hablá con la Policía y yo voy a hacer la denuncia aquí en Diriamba”, cuenta Jasmina.

Las maletas de Peter y la niña estaban intactas. La ropa, las pertenencias. Todo. Encontraron una cartera con unos 80 dólares y, efectivamente, el pasaporte no estaba.

Cuando Jasmina volvió a saber de su hija ya era muy tarde. Peter Christopher había logrado llegar ilegalmente a Estados Unidos con ella.

Ximena Gutiérrez corrió con una suerte diferente. Poco después de que se enteró de la desaparición de su hijo y el padre de este, Michael Sahm, ambos fueron encontrados en el aeropuerto de México buscando cómo salir hacia Alemania. No era la primera vez que Michael intentaba quitarle el hijo a su madre.

Caso mediático

El de Ximena Gutiérrez es el caso más mediático. El alemán Michael Sahm, intentó en dos ocasiones secuestrar al niño para llevárselo a su país de origen. LA PRENSA/ Óscar Navarrete

Ximena Gutiérrez migró hacia Estados Unidos buscando cómo crecer laboralmente. La periodista e instructora de yoga conoció allá al alemán Michael Sahm. Nunca se casaron pero tuvieron una relación de la que nació Aarun Valentín.

El acuerdo fue mutuo: el niño, que nació en Estados Unidos, se quedaría con Ximena, pero también iba a aprender de la cultura alemana. Ambos fueron a Alemania por un tiempo, durante los primeros años de vida del niño, pero cuando Ximena quiso regresar a Nicaragua empezaron los problemas. “Él ya no me quiere dar el permiso, porque para que haya ese movimiento papá y mamá tienen que dar un permiso, pero después de negociaciones me dice que sí, que me da el permiso bajo muchas condiciones que él pone”, dice Ximena.

Sahm exigía a Ximena escuelas y seguros caros para su hijo. Ella aceptó. Pero cuando quiso regresar, él le dijo que si quería se regresara sola, pero con el niño no. Ahí surgió el conflicto. Ambos estaban en Alemania y Michael no quería darle el permiso a Ximena.

Sin embargo, por una demanda judicial que Ximena ganó, logró regresar a Nicaragua, pero solo por una temporada. “Desde que yo vengo a Nicaragua, en agosto de 2014, él no me deja en paz. Me agrede constantemente, no le gusta dónde está el niño y lo secuestra dos veces: en marzo de 2015 que se lo lleva a la embajada alemana y en noviembre de 2015, que se lo lleva a México”, cuenta Ximena.

En marzo de 2015 Michael Sahm se llevó al niño a la embajada alemana sin permiso de Ximena. “Lo próximo que me dijo fue que él estaba en la embajada alemana y que en Alemania le habían dado la custodia total del niño a él”. Ximena Gutiérrez llegó a la embajada alemana con la representante del Ministerio de la Familia, Marcia Ramírez. “Le dijeron que esa custodia que él tenía no valía en Nicaragua, que él tenía que tener un proceso diferente y que tenía que entregar al niño porque residía legalmente”, expresa Gutiérrez.

Pero Michael Sahm no quedó contento. En noviembre de 2015 le prestó el niño a su madre para llevarlo a una piñata, pero no lo regresó.

Aarun, al igual que la hija de Jasmina, fue acompañado por una niñera. Michael fue con ambos a un centro comercial con la excusa de comprar un regalo para la piñata. Estaban tomando un café y la niñera fue al baño por unos minutos. Cuando salió, Michael se había ido con el niño. Inmediatamente, entre gritos de desesperación, llamó a Ximena y las palabras fueron desgarradoras: “Se me llevaron al niño, se me llevaron al niño”.

“Me fui a la Policía e hice el gran escándalo. Fui a los medios… Y tres días después la Interpol lo encontró en el aeropuerto de México queriendo agarrar un avión hacia Alemania”, cuenta Ximena.

Michael Sahm se había ido con el niño ilegalmente por la frontera, en el paso ciego entre Nicaragua y Honduras. “De los más peligrosos del mundo para tráfico ilegal”, aclara Ximena. El plan era llegar hacia Alemania. La madre asegura que la custodia que le habían dado a Michael por su hijo en Alemania era ilegal, porque nunca fue notificada de ese proceso en su contra.

Después de encontrar al niño y Michael, ambos fueron traídos a Nicaragua. Y él fue acusado por el Ministerio Público de secuestro parental. “Pero un juez de Primera Instancia, Harold Leal, cerró apresuradamente el caso y el padre de Aarun salió absuelto. Y nunca pagó por el delito”, explica Ximena, quien asegura que Michael Sahm sigue queriendo llevarse al niño, esta vez por la vía legal. El mayor miedo de Ximena es que un juez autorice que Michael Sahm pueda ver al niño sin supervisión, porque está segura de que es capaz de volvérselo a llevar.

En la actualidad, una juez de Primera Instancia dictaminó que la residencia habitual de Aarun es Nicaragua, bajo el cuido de su madre. Y un Tribunal de Apelaciones de Nicaragua ratificó esa sentencia.

Lucha en Honduras

Jeannete Santamaría junto a sus dos hijas. Ellas fueron secuestradas por la ex pareja de Santamaría, Alfred. Él se las llevó a Honduras, donde una de ellas logró escapar y volver al país. LA PRENSA/ Óscar Navarrete

“Yo estoy en Honduras, en Roatán, donde el señor este tiene a mi niña”. Son las primeras palabras de Jeannete Santamaría vía telefónica. Ella tiene dos hijas y ambas fueron secuestradas por su padre, el hondureño Alfred Christen Zaldívar, el 7 de diciembre de 2016.

A su esposo lo conoció en Corn Island. Él, Alfred, es marinero. Tuvieron una relación de 19 años. La hija mayor de Jeannete es de otra relación, pero Alfred la crio como suya. Y de ambos nació la menor, Christie. Ella nació en Honduras y allá vivieron durante más de diez años. Sin embargo, el matrimonio acabó cuando se dio cuenta de que Alfred le había sido infiel con su propia hermana.

Santamaría regresó a vivir a Nicaragua con sus dos hijas y quedó en que su expareja podría verlas cuando él llegara al país. Sin embargo, Jeannete asegura que nunca firmó ningún permiso de salida para que sus hijas salieran del país y Alfred se las llevó a Honduras.

El padre de sus hijas las llevó a la casa donde ambos solían vivir en Honduras. “Las dejó abandonadas, sin agua ni comida. La mayor prestó dinero a unas amistades y logró irse”, cuenta Jeannete. La mayor de sus hijas logró regresar al país. Pero su padre la amenazó diciéndole que si planeaba llevarse a la niña menor en la costa la esperaría la Policía, porque él iba a acusarla de secuestro.

Cuando la mayor de sus hijas regresó a Nicaragua, Jeannete había sufrido un derrame cerebral por todo el estrés sufrido. Ahora tiene una parálisis facial.

Pero así logró irse a Honduras con el poco dinero que tenía para pelear por su hija. Allá recibió amenazas de muerte y, según ella, su expareja compró a varios de los abogados a los que ella contrataba o conseguía que la ayudaran.

Después de varios meses de pelea en los Juzgados, Jeannete logró convencer a su hija que se regresara con ella, aprovechando que Alfred, que es marino, tenía que salir del país durante dos meses y dejó el caso totalmente abandonado.

“Gracias a Dios ya estoy en mi país. Ahora tengo que investigar qué tengo que hacer para que la custodia me quede a mí. Voy para Mi Familia para saber cómo me pueden ayudar”, narra Jeannete.

El dolor de la espera

Las hojas que la propia Jasmina Sánchez hizo en un ciber para pegar en las calles después del secuestro de su hija.

Después de que Peter Christopher desapareció con su hija, Jasmina movió cielo y tierra para intentar recuperar a su pequeña. Puso las denuncias en Diriamba y San Juan del Sur. Una juez emitió una orden de captura contra Christopher, pero hasta hoy, explica Sánchez, la orden no ha enviado la orden de arresto a la Interpol.

Jasmina ha ido tres veces a San Juan del Sur, pero no ha servido de nada. Él actualmente vive en Hawaii con la niña. La única forma que ha tenido Jasmina de saber sobre el paradero de su hija ha sido a través de una de las exesposas de Peter Christopher, que se puso en contacto con ella para decirle que buscara cómo recuperar a la niña, porque su padre se va a trabajar a Taiwán, Filipinas, y la deja al cuidado de otro hombre.

Jasmina asegura que fue a la embajada de Estados Unidos a pedir ayuda, pero una nicaragüense le dijo que ya no podía hacer nada por ella, porque Christopher ya estaba fuera del país.

Jasmina asegura que Christopher se ha contactado con ella para que firme unos papeles que legalicen la estadía de la niña en Estados Unidos, ya que ella está allá con un pasaporte vencido. A veces le envía correos electrónicos con fotos de Gloria Geneva.

A la hija de Jasmina le faltaba un mes para cumplir los 4 años cuando su papá la sacó ilegalmente del país. Ella hizo todo lo posible por recuperarla. Se fue a un cíber y como pudo diseñó rótulos con la foto de Gloria Geneva, en los que pide ayuda para recuperarla.

Ahora la ve una vez cada año, en diciembre, hace videollamadas por Skype para poder verla por algunos minutos. No se hablan, porque la niña no habla nada de español. Solo se ven. Ella la ve, esperando volver a tenerla en sus brazos otra vez.


Las secuelas psicológicas de un secuestro

Según Ximena Gutiérrez, su hijo tuvo problemas psicológicos debido al episodio de secuestro a manos de su padre. Ella asegura que es estrés postraumático. El niño tenía 5 años cuando fue secuestrado.

También sufrió de terror nocturno, siente que se lo llevan en la noche. Cierra todas las puertas, todavía no puede dormir solo.
La psicóloga Lucila Martínez enumera algunas de las consecuencias que puede tener un niño después de ser secuestrado por uno de sus
padres:

-Dificultad para establecer conexiones o relaciones duraderas con otras personas.

-Incapacidad de confiar en las personas: Porque la persona en quien más se confiaba (progenitor que secuestra) traicionó al arrebatarle su vida, familia y todas sus cosas.

-Confusión de la identidad personal: Muchas veces el proceso de secuestro involucra cambios en la identidad del niño/a para facilitar su ocultamiento, en ocasiones el progenitor que secuestra cambia el nombre del menor y su aspecto físico.

-Traumas emocionales: El niño secuestrado por lo general no logra manifestar emocionalmente la pérdida que ha experimentado al momento del secuestro, ya que el progenitor que secuestra tiende a repetir incansablemente el discurso “no hay motivos para estar triste y llorar porque estás con tu papá/mamá”, esta represión emocional que vive el menor trae como consecuencia una serie de conflictos de índole emocional, como la incapacidad de expresión afectiva, la ausencia de empatía y comunicación asertiva.


La Ley

El abogado Álvaro Leiva explica que en el caso de una separación, cuando uno de los progenitores es nicaragüense y el otro extranjero, “la guarda, cuido, custodia o tutela total se delimita ante un juez de Familia dentro de la jurisdicción territorial donde reside la familia. La tutela de un menor la tiene la madre hasta los 7 años de edad, cuando el menor decide con quién de los padres se quiere ir”.

El delito de secuestro, contenido en el artículo 163 de la Ley No. 641 Código Penal de Nicaragua, es aquel delito donde un menor de edad es separado abruptamente y sin consentimiento de su sitio habitual de vida por uno de los padres (u otra persona que actúa por mandato de uno de los padres), alejándolo en forma permanente o transitoria del otro progenitor, sin ánimo de restituirlo a la situación primitiva. Artículo 163 de la Ley No. 641 Código Penal de Nicaragua. Secuestro simple: quien sustraiga, retenga u oculte a una persona contra su voluntad incurrirá en prisión de tres a seis años y de cien a trescientos días multa.


 

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