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Más allá de la montaña, cine

Escena de la película Más allá de la montaña.

Crítica de cine: Más allá de la montaña

Juan Carlos Ampié ya vio el estreno de la película Más allá de la montaña. "Estamos ante una legítima película de actores", dijo. ¿Está de acuerdo con él?

Un médico y una periodista sobreviven a un accidente aéreo, pero quedan varados en una cordillera nevada, a merced de los elementos, sin más recursos que su propio ingenio. Suena como el inicio de un chiste cruel, pero es la premisa de Más allá de la montaña, un drama de sobrevivencia que logra desafiar las expectativas de la audiencia.

Cuando su vuelo comercial es cancelado, Alex (Kate Winslet) le propone al Dr. Ben Bass (Idris Elba) fletar juntos una avioneta privada. Ella tiene que regresar a casa para su boda. Él tiene cita en la misma ciudad para ejecutar una delicada operación. Suena como un buen plan, hasta que el simpático piloto que los conduce (Beau Bridges, en un papel corto pero sustancial) se infarta en el aire. El aparatoso accidente es vívidamente recreado, como prematuro signo de exclamación en un ejercicio de observación.

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Una película menos interesante convertiría a estos dos civiles en sorpresivos sobrevivencialistas, una pareja de McGyvers bajo cero. Pero el guion de J. Mills Goodloe y Chris Weitz, basado en la novela de Charles Martin, mantiene sus acciones en una dimensión humana y reconocible. Alex y Ben se ven empequeñecidos por el paisaje, menoscabados por la secuelas físicas del accidente, y legítimamente vulnerables. No tienen teléfonos ni equipo médico. Su única compañía es el perro del piloto, un golden retriever de nombre desconocido. Queda por verse si será un aliado valioso o un lastre. Poco a poco, ambos se despojan de las convenciones sociales que definen sus respectivas identidades, empujándolos a relacionarse en una dimensión esencial.

Juan Carlos Ampié, crítico de cine. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE
Juan Carlos Ampié, crítico de cine. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Sí, la película se decanta inevitablemente por explorar una conexión romántica, pero antes, tienen que aprender a confiar el uno en el otro. Es ahí donde reside la tensión de la trama. Sabemos que ella tiene un prometido, y él carga la foto de su esposa en la billetera. En este curioso cortejo, hacer el amor es un preámbulo, la consumación está en conocer realmente quien es el otro.

El trabajo de los actores y la atención de la cámara del director israelí Hany Abu-Hassad —ganador del premio Un Certain Regard en el Festival de Cannes 2013 por Omar— transforman lo predecible en inexorable. La química entre las estrellas, la misma dinámica dramática del cine comercial, establecida desde hace más de un siglo, apuntan a una relación entre ellos. Pero Winslet y Elba mantienen la dinámica en una escala realista.

Más allá de la montaña mantiene su sobriedad en el tercio final, cuando ambos deben enfrentar las consecuencias de sus actos. La película sostiene su tono, manteniendo el foco de atención en la vida interna de los personajes. Son como gente que conoces. La admirable contención se extiende al gesto final, intencionalmente truncado pero contundente. Es una película de ambiciones modestas, pero con una sorpresiva capacidad para concentrarse en el comportamiento de sus personajes, buscando en gestos y miradas la verdadera historia que cuenta.

Estamos ante una legítima película de actores. Kate Winslet no necesita presentación. Descolló con Heavenly Creatures (Peter Jackson, 1994); sobrevivió al Titanic (James Cameron, 1997); tiene seis nominaciones al Óscar y ganó por The Reader (Stepehen Daldry, 2008). Hasta la fecha, Hollywood no ha podido aprovechar a Idris Elba. Su imponente físico lo consigna a películas de acción, donde queda consignado a descoloridos papeles de autoridad, mientras los más jóvenes patean traseros. En realidad, es un actor dramático de gran capacidad expresiva. Dudo que la inminente Thor: Ragnarok cambie eso. Busque en Netflix la serie Luther, para tener una idea más clara de su potencial desperdiciado.

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