Probablemente sea un vaticinio prematuro: el Estadio Nacional Dennis Martínez, como si fuera una máquina de electrochoque, despertó los latidos que necesitaban los nicaragüenses fanáticos de la pelota que se encontraban en estado crítico. El reto estaba servido en la mesa, colmar el nuevo templo con cuatro partidos de manera consecutiva, y lo de anoche fue una embriaguez por el deporte rey sin conjeturas. El “Play Ball” de la Liga Profesional entre Bóer y Chinandega se cantó con bombos y platillos. ¡Un momento damas y caballeros! Managua es el epicentro de la fiesta deportiva.
Aunque hubo cierta preocupación cuando se aproximaban las 6:00 p.m. porque el estadio se veía desolado, como un diamante sin collar, pero son los sacrificios que se deben de pagar cuando se construye una obra en el centro de la ciudad. El caos del tráfico provocó que el público que retrasara un poco, no así el juego y poco a poco las butacas recobraron el brillo y los gritos de “vamos Bóer” terminaron de adornar la función.
La ceremonia inaugural consistió en un desfile de los cuatro equipos. Bóer y Rivas caminaron del jardín derecho hacia la primera base, mientras que León y Chinandega salieron del jardín izquierdo a la antesala, entretanto, jugadores infantiles, juveniles y muchachas porristas acompañaban a los equipos. La ovación más grande fue cuando anunciaron el Bóer, era obvio: esta será la casa de los mimados de la capital.
Luego, Noel Portocarrero entonó de forma magistral las notas del Himno Nacional. Los jugadores de la de la selección sub-10, Eric Gómez (bateador) y J.C. Urbina Jr. (receptor) y Lesther Medrano (lanzador) se encargaron de tirar la primera bola oficial del torneo que durante tres meses, mantendrá al país volcado al beisbol. Repito, puede sonar prematuro, pero esta nueva estructura parece revivir la última distracción que nos queda cuando el mundo alrededor gira de cabeza.