Tres días antes de las votaciones municipales de este domingo, monseñor Silvio Báez dio a conocer públicamente su posición ante estos comicios controversiales.
“No voy a votar porque no confío en este sistema. No es cuestión de candidatos sino que no confío en este sistema electoral que es fruto de toda una institucionalidad estatal dañada, en ruinas. Yo no me fío de unas elecciones que brotan de un sistema como el que tenemos en Nicaragua”, manifestó con su acostumbrada franqueza el obispo auxiliar de Managua, en una entrevista con LA PRENSA.
Monseñor Báez dejó claro que su decisión de no votar “no es un simple abstencionismo. Es una forma de votar por Nicaragua —aclaró— porque no puedo quedarme con los brazos cruzados. Es decir, seguiré buscando lo mejor para Nicaragua y dando lo mejor de mí para construir una sociedad más justa y más democrática”.
De esta manera el obispo Báez ha expresado a título personal lo que piensa de votar o abstenerse, que como cuerpo colegiado la Conferencia Episcopal de Nicaragua no ha podido o no ha considerado conveniente decir explícitamente. Lo cual se debe posiblemente a que “de todo hay en la viña del Señor”, como ilustra el dicho proverbial español; es decir, que entre los creyentes católicos están los causantes de la ruina institucional de Nicaragua, y muchos partidarios del sistema imperante, pero también muchísimos católicos rechazan —de manera callada o resuelta— el sistema electoral viciado y quieren “una sociedad más justa y democrática”. Y es obvio que al lado de estos nicaragüenses está monseñor Silvio Báez.
A nuestro juicio, con esas palabras el obispo Báez ha expresado su compromiso pastoral y moral con Nicaragua, su calidad de pastor “con olor a oveja” como dice el papa Francisco que deben ser los sacerdotes y obispos, en el sentido de que deben convivir con la gente humilde pero también representar los sentimientos y las ansias espirituales y materiales de los oprimidos.
Pero hay que decir que monseñor Silvio Báez, además de dar a conocer su mensaje ético y pastoral, su compromiso político y moral con el pueblo de Nicaragua, también nos ha ilustrado sobre el significado de la abstención.
“No votar”, dice el obispo auxiliar de Managua, refiriéndose expresamente al acto electoral municipal de mañana, no es un simple abstencionismo. Su abstención, asegura categóricamente, “es una forma de votar por Nicaragua”. O sea que es un rechazo al sistema electoral corrupto y un voto por la justicia y la auténtica democracia.
En la teoría política y electoral se distinguen tres tipos de abstención: la técnica, que no depende de la voluntad del ciudadano sino de factores circunstanciales; la apática, que manifiesta la indiferencia de las personas que tienen derecho de votar pero no les interesa hacerlo; y la política, que es una consciente y clara expresión de rechazo del ciudadano al sistema imperante y se trata por lo tanto de un acto deliberado de desobediencia cívica.
Tal es, sin duda, la abstención política de monseñor Báez, magnificada por su extraordinaria calidad moral.