“Recordé a mi marido, a mi Bud, muerto ya hace más de 20 años, que cuando se concedió por primera vez el premio, me dijo: “un premio así quisiera para ti”. Yo me reí y él continuó: “lo malo es que cuando te lo den yo ya no voy a estar aquí y no podremos compartirlo.”
Estas han sido unas de las primeras palabras en el discurso de la poeta nicaragüense Claribel Alegría (conocida como “Su majestad”) al recoger de manos de Su Majestad la Reina de España, doña Sofía, el Premio de Poesía Iberoamericana Reina Sofía.
La nicaragüense recordaba de este modo a su esposo Darwin Flakoll (1923 – 1995), con el que formó un perfecto tándem de trabajo, entre ellas muchas traducciones.
Mención para Juan Ramón Jiménez
A sus 93 años Alegría destiló en su discurso una lucidez que asombra. Tuvo también una mención para el escritor español Juan Ramón Jiménez ( Premio Nobel de Literatura en 1956) , que fue, junto a su esposa Zenobia Camprubí Aymar (escritora y lingüista española), su mentor durante tres años y compilador de su primer libro de poemas, Anillo de silencio, publicado en 1948.
A propósito del magisterio de Juan Ramón Jiménez, la escritora apuntó que sus primeros poemas se encontraban dentro de la tradición de la poesía lírica y que “jamás se me ocurrió en ese entonces escribir poemas que reflejaran la miseria de mis pueblos. Pensaba que los dictadores centroamericanos eran tan inevitables, tan irremediables como los terremotos y las tormentas que sacuden mi región”.
Una critica a la barbarie y machismo
En este sentido, confesó que esto fue cambiando para escribir poemas en que “se reflejaba el sufrimiento, las injusticias, las barbaries”.
La sociedad “agresivamente machista” en la que nació y creció no impidió que se dedicara a la literatura y en el discurso, que centrado en gran parte en reivindicar el papel de la mujer, ha apuntado las dificultades de las mujeres de su época.
“En mi generación, en Centroamérica, una muchacha de clase acomodada tenía la opción de casarse y ser ama de llaves de su marido, o quedarse casta y virgen amasando rosquillas para sus sobrinos. La mujer campesina o proletaria nunca tuvo otra opción que la de convertirse en esclava de su marido y sus hijos”, explicó la galardonada.
En este sentido destacó que en la actualidad “hay un gran número de muchachas universitarias que estudian literatura y están enteradas de lo que pasa en el mundo”.
Así, reivindicó el papel de la mujer en Centroamérica donde, afirmó, “lentamente y de mala gana ha tenido que admitir a la mujer en las oficinas de trabajo y en los medios de comunicación”.
En esta línea Claribel Alegría repasó la lucha de las escritoras por romper moldes y sentenció que piensa que, como Virginia Wolf decía, “el lenguaje literario debe ser andrógino. No hay escritura masculina ni femenina. Hay buena y mala escritura”.
La última parte del discurso lo dedicó a dirigirse a los jóvenes que comienzan en el mundo de las letras. Así, recordó el consejo que ella recibió en su día de Juan Ramón Jiménez: “Cuando estés trabajando en un poema”, me decía, “después de terminarlo y poner la pluma sobre la mesa, abre un libro de uno de tus poetas favoritos y lee un poema que particularmente te haya impresionado. Eso te dará humildad y ambición y es posible que la musa te ilumine.”
En el caso particular de las mujeres que quieren dedicarse a la literatura, la poeta fue vehemente y les exhortó a que se liberen del sentido de culpa “por no ser amas de casa perfectas” y observen lo que dijo Joseph Campbell: “Follow your bliss”, es decir, sigue tu vocación.
La escritora finalizó su emocionante discurso leyendo un fragmento de su libro Amor sin fin, publicado en Nicaragua por la editorial Anamá.
Entre familiares, escritores y editores
El acto de entrega tuvo lugar en el Palacio Real de Madrid, asistieron, además de familiares de la escritora como sus hijos Erik, Karen y Maya, numerosos amigos del mundo de la Literatura como Zingonia Zingone.
Sus editores en España Chus Visor (Visor Libros) y Javier Bozalongo (Valparaíso Ediciones), el poeta Luis García Montero o el anterior premiado con este galardón, Antonio Colinas.
El rector de la Universidad de Salamanca, Daniel Hernández, agradeció a Claribel Alegría “no haber hecho caso de los consejos médicos y haber realizado tan largo viaje” para recoger este premio. Además, destacó el compromiso social de la escritora a lo largo de su trayectoria.
*Colaboración/escritor español Daniel Rodríguez Moya/Madrid.