Ser director ejecutivo de la Cátedra Alejandro Serrano Caldera y expositor en su séptima edición, bajo el tema Democracia y Libertad, me obligó a releer sobre democracia y cultura política. Para diseñarla, utilicé la extensa obra del doctor Serrano sobre teoría política y la obra del académico nicaragüense Andrés Pérez Baltodano sobre la Generación Política del Siglo XXI: Post Sandinismo.
De Pérez Baltodano tomé la estructura básica de los planteamientos políticos que él recogió de los jóvenes nicaragüenses. Utilicé su pensamiento y lo combiné con mis ideas y los planteamientos del doctor Serrano Caldera para elaborar un tipo ideal de cómo perciben la política los jóvenes nicaragüenses.
Los antisandinistas plantean construir una democracia formal donde se respete el Estado de Derecho como fundamento de la democracia liberal. Demandan gobernantes respetables y responsables que se adhieran a las leyes, especialmente, a los mecanismos constitucionales. Un gobierno de leyes y no de hombres. Una propuesta liberal (en lo económico) con un Estado facilitador, con una base muy conservadora y tradicional, en el tema de los valores. Según, Baltodano, estos grupos, no tienen tendencias violentas ni autoritarias, pero tampoco están buscando como discutir o consensuar con sus contrincantes políticos e ideológicos. Están convencidos que aplicando este modelo, el país va salir adelante.
Creen que el Estado de Derecho debe garantizar la libertad negativa, que es la esfera de acción, donde el individuo no está obligado a hacer lo que no quiere y a la vez no está obstaculizado para hacer lo que quiere. Un planteamiento típicamente liberal, pero conservador porque aprecian positivamente la intervención de las iglesias en la definición de cuáles son los valores que deben regir a los nicaragüenses. Están más preocupados en el desarrollo individual que en el social. Posiblemente, esta posición es sostenida por los más educados y con los mejores niveles de vida.
En contraste, los sandinistas oficialistas razonan y justifican su actuación, poniendo énfasis en la justicia social que impulsó la revolución y el actual gobierno. Supeditan las libertades a la búsqueda y desarrollo de esa justicia social. Todo debe supeditarse a la búsqueda del bienestar de las mayorías. Si eso se cumple, lo demás es secundario. No buscan un Estado Social de Derecho sino un Estado asistencialista que les proporcione todas las garantías para tener una vida digna y confortable. La mayor comprobación de la justeza de este planteamiento, según ellos, son los programas sociales que está desarrollando el gobierno del FSLN.
La democracia es vista desde la utilidad para que el FSLN pueda llevar adelante su proyecto político hegemónico. Democracia es lo que el FSLN interprete que es democracia. Como concluye Pérez Baltodano, esta visión no está interesada en promover el Estado de Derecho sino en el Estado por derecho; por tanto, el irrespeto a la Constitución y a las leyes es un mal menor porque hay un fin superior: la justicia social.
Muchos jóvenes y adultos ven la democracia secuestrada por la forma en que se ha percibido, organizado y usado el poder. El problema no es quién gobierna, porque los errores se repiten, sino cómo transformar las reglas del juego que hemos diseñado para jugar. Avanzar implica cambio de valores sobre cómo vemos el poder y las relaciones que tejemos en torno a él. Para cambiar valores y prácticas políticas vamos a necesitar de la ética y de la libertad del sujeto, para que con razón y voluntad, construyamos nuevas formas de relacionarnos.
La solución a la fractura endémica nicaragüense debe ser sistémica y no puede reducirse a dar libertad o proveer justicia social; una sola perspectiva sería muy limitada.
El autor es politólogo.