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Marvin Saballos Ramírez

La loga del Niño Dios

Alabanza Chorotega al Niño Dios. “Atiendan Señores, pongan atención, del Mangue Tiyo Pegro la conversación”

Con este pregón o exordio, se inicia una antigua representación escénica, datada más o menos en la misma época del Güegüense, con la cual festivamente los aborígenes mangues de la zona de la Meseta de los Pueblos celebraban al Niño Dios.

Se inicia la obra, con una invocación al Santísimo Sacramento y a los santos patronos de los pueblos cercanos: Santa Catalina, San Pedro, Virgen de Candelaria, San Sebastián, San Nicolás, Virgen de Mercedes, de Dolores, Ánimas Benditas, cerrando con la Santísima Trinidad. Una introducción que estará apelando a las devociones y sentimientos religiosos del auditorio, mediante la cual, “Tiyo Pegro”—tío Pedro—, se reviste de sacralidad y formalidad para representar su papel de alabanza al misterio cristiano de la Encarnación Divina.

En los parlamentos siguientes, saluda muy cortésmente al auditorio: “Buenas noches, tus personas. ¿Qué dices, y cómo estás? ¿Cómo lo están las familias?”. Y repentinamente el formal y piadoso personaje se transforma en burlesco comediante, llamando a los presentes: vagos, sinvergüenzas, cascarudos, que llegaron apiñarse sin ser invitados, con la esperanza de zamparse guaro con nacatamal. “Que estas gecho los babiecos”.

Continúa su burla, afirmando que el sí está allí como invitado y posee una supuesta superioridad sobre el auditorio: “Porque yo no soy inracioná. Ni tampoco gindio cualquiera. Lo sé las letras gablá”. Afirma que se sabe las cartillas, puede muy bien rezar el Bendito, las salvillas, los evangelios, el Padre Nuestro y en una osada muestra de sincretismo afirma que conoce la “Oración de perro negro”, con la cual abre las puertas, duerme profundamente a los de adentro y se mete a robar sin que nadie despierte. Atrevida y peligrosa declaración herética, que para la época era severamente castigada, pero que nos está expresando la pervivencia de las creencias mágicas de la cultura indígena, que brotan procaces en medio de las celebraciones cristianas. Después de estas burlescas y sincréticas provocaciones, inmediatamente cambia de tono, pide perdón por las “tontera” que está hablando, solicitando al público no se sientan agraviados —ofendidos—.

Explica que él vino de Catarina, convidado a mucho ruego por señora Balientina, para decir el sermón del Niño, ya que la nieta era ese año madrina del Niño y querían quedar muy bien. Haciéndose rogar, “Tiyo Pegro”, le dice que no sabe “esa puercada” y en una satírica crítica a los cobros de los curas por los oficios religiosos le dice: “Busca yo al pagre Anton. Qual Pagre Cura Diriá. Que á esos si los pagas piste, te lo an guir á predicá”. Finalmente dice que aceptó “treparse al tavanco, el sirmón a predicá”, porque le ofrecieron guaro en cristal, frijoles, chancho, gallina, cajeta, nacatamal y aquí aparecen algunos parlamentos en lengua mangue, en que se describen estos alimentos: “Nuri, ñampume, ñorianque, Nimbuyase, ñunguallure, Guaicamo, ñumbateñamo, Ñanpume tique licencia, Ñuguayore canturia”.

Continuando el tono burlón, pide comer antes de decir el “sermón”, garantizándose el pago por adelantado. Una vez almorzado, pretende que no recuerda lo que tiene que rezar, solicita ayuda por amor de Dios al “Maestro músico”, quien le dice que lea las Sagradas Escrituras, a lo que “Tiyo Pegro”, abandonando el tono cordial le espeta: “Here que maistro tan cavayo. No me quere aconsejá”. Dice entonces recordar lo que debe hablar y adoptando un tono respetuoso y devoto, se quita el sombrero ante las imágenes de la Sagrada Familia representada en el Nacimiento del escenario y predica lo que ortodoxamente corresponde en la alabanza: “Magre divino del vervo. Reina pura y singular”… “Y bos, Siñor San Joser, Patriarca el ma singular, que abis tenido tanto mérito”. “A nuestro Dios Celestial, que por su grande umildar, quizo en pogre pesebre, use tan gran majestar”.

Y finalmente pide perdón al Niño por las faltas que pudo cometer: “Rey de los cielos y tierra, Bos abeis de perdoná la inocencia tata Pegro, que aqui te biene á gablar”.

Pide bendiciones para la Madrina del Niño y sus familiares, esperando que al siguiente año lo vuelvan invitar a sermonear. Solicita las disculpas del público por las faltas que haya podido cometer y termina invitando al público a dar Vivas al Niño, a San José y a la Reina Celestial.

Es entonces la “Loga al Niño Dios”, una alabanza que manteniendo festivamente la sacralidad del acontecimiento de la Natividad, está escrito y representado en claves culturales que permiten captar la atención del auditorio indígena y mestizo a quienes iba dirigida y para quienes la representación de su realidad, valores sincréticos, sentido del humor, culinaria asociada a la festiva representación, les habrá facilitado integrar a su cosmovisión los mensajes cristianos del misterio de la encarnación.

La obra fue rescatada por Carl H. Berendt, en Catarina, en mayo de 1874. Berendt fue quien también rescató “El Güegüense” para el mundo académico. Carlos Mántica la localizó en el número 104 de abril-junio de 1914 de la revista estadounidense “Journal of American Folklore” en artículo del etnólogo alemán Rudolf R. Shuller y fue publicada por primera vez en Nicaragua en la Revista el Pez y la Serpiente, número 9 de 1968. Jorge E. Arellano realizó un análisis lingüístico y cultural de la Loga, interpretándola como obra primordialmente chorotega y proponiendo su fecha de elaboración hacia finales del siglo XVII o inicios del XVIII (Revista AGHN Tomo 68, 2009, Revista Temas Nicaragüenses, No. 16, agosto 2009), lo que dataría su origen por la misma época que la del Güegüense, con quien comparte el recurso del humor para captar la atención del auditorio.

“Y bos publico auditorio/Pasaras á dispinsá/ La falta que y comitido/ En lo que benido á gablá./ Y ayudame á decí: viva/ El niño, el San Joser/ Y la Reina celestial”
El autor es psicólogo social.

Opinión Natividad Niño Dios archivo
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