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Pinita Gurdián Mántica

Recordando a Fernando Cardenal

Estas palabras parecieran haber sido dichas por el propio Fernando Cardenal, porque su vida fue siempre consecuente con lo que él creía. Por ello tuvo que sufrir y aceptar lo que tanto le hizo sufrir, la expulsión de la Compañía de Jesús, a la que amaba con toda su alma. Esa época fue muy dura para él porque sufrió soledades y angustias. Sin embargo, los jesuitas siempre lo acogieron y como un miembro más y siguió viviendo en comunidad.

Quizá por ello, después de haber demostrado su fidelidad al Evangelio con la vida que decidió llevar durante ese tiempo, fue reincorporado a la Compañía de Jesús. Un caso único en 500 años.

Este 26 de enero cumpliría 84 años.

Se fue demasiado rápido porque su vida, su pensamiento y su lucha por un mundo más justo, eran una luz que iluminaba el camino, dando testimonio de vida y siendo inclaudicablemente fiel a la fe que profesaba. Miles de personas, nos beneficiamos de su influencia y de su entrañable amistad.

En mi oficina, colgado frente a mi computadora, tengo un enorme poster que le obsequiaron cuando cumplió 70 años, los jóvenes de aquella época, que por medio de su testimonio, se comprometieron con el cambio y por jóvenes de hoy, a quienes también llegó su influencia y su luz. El fondo está lleno de miles de firmas y mensajes de cariño y agradecimiento. Un poster donde sale él de cuerpo entero, caminando y seguido por multitud de niños, estudiantes de Fe y Alegría, donde él trabajó durante sus últimos años y en el mismo poster hay otra foto de su cara sonriente, con el siguiente lema:

“Por tu vida comprometida.

Maestro, compañero, amigo y luchador toda la vida

FERNANDO. Por tu consecuencia y valores te seguimos… ¡te queremos!”

Fernando Cardenal se entregó en cuerpo y alma a todos los proyectos en los que participó. Le caracterizaba una inmensa mística y un gran optimismo.

Durante toda su vida sufrió de migrañas y todos los problemas de la gente y del país se le convertían en problemas personales de salud. Esto nunca fue motivo para claudicar o dejar el entusiasmo que le caracterizaba.

Con el triunfo de la Revolución en 1979 se vieron colmados sus sueños. Fue un hombre humilde que siempre supo, que en solitario no es posible tener éxito en el trabajo y siempre supo escoger personas capaces que trabajaran con él en las grandes empresas que le tocó liderar, como la campaña Nacional de Alfabetización, por la que siempre será recordado.

Con gran confianza en el ser humano, creyó que todas las personas que lucharon y se unieron para el triunfo de la Revolución, en especial sus dirigentes, eran incorruptibles como él. Nunca pudo reponerse de la traición de la que fue víctima ese bello proyecto y por el cual tantas personas dieron su vida.

Tuvo la capacidad de llegar a descubrir el rostro de Jesús en sus amigos y amigas del barrio Edgar Munguía, donde él vivió algún tiempo. Los acompañaba en sus angustias y los escuchaba. Sus problemas se le pegaban y cargaba con ellos como propios. Como todos los jesuitas, tenía el voto de pobreza y no contaba con dinero pero se las ingeniaba y siempre andaba en la rebusca para ayudarles en sus múltiples necesidades.

Fernando, una vida como la tuya, vale la pena vivirla. Nunca será olvidada, porque está grabada con fuego y sangre en la historia de Nicaragua.
Libré una buena batalla/. He terminado mi carrera./ Y he sido fiel. (San Pablo)

La autora es empresaria cristiana.
[email protected]

Opinión Fernando Cardenal archivo
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