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Para poder conocer las razones subyacentes de los procesos económicos y sociales que vive el país, se requeriría un acceso mucho más abierto a la información pública. LA PRENSA/ARCHIVO

Decisiones políticas y crecimiento económico

Según se sabe, ya se ha adoptado la decisión política de que la tasa de crecimiento económico para 2017 debe ser del 5.2 por ciento, a contrapelo de la marcada desaceleración del consumo

Según se sabe, ya se ha adoptado la decisión política de que la tasa de crecimiento económico de Nicaragua para 2017 debe ser del 5.2 por ciento, a contrapelo de la marcada desaceleración del consumo y de la inversión que se ha verificado, hasta octubre o noviembre, según lo muestran los indicadores administrativos de actividad económica para los cuales se tiene información.

La decisión de mostrar una economía que, en lugar de desacelerarse, como lo estarían poniendo en evidencia los indicadores administrativos, se acelera, pasando de crecer 4.7 por ciento en 2016 a 5.2 por ciento en 2017, posiblemente tenga que ver con la necesidad de mostrar a los inversionistas una economía sólida y en rápido crecimiento, a pesar de los augurios que puedan implicar las sanciones externas.

Con la reciente publicación por parte del Banco Central, con retraso, del Producto Interno Bruto (PIB) al III Trimestre de 2017, se generan varias interrogantes.

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Esta publicación muestra alguna desaceleración de la tasa de crecimiento, desde una tasa acumulada del 5.6 por ciento al II Trimestre a una del 4.8 por ciento al III Trimestre. A estas alturas resulta imposible negar la marcada desaceleración del consumo, y ese aparece creciendo 3.4 por ciento al III Trimestre de 2017, en lugar del 6.1 por ciento en que aparecía creciendo al III Trimestre de 2016.

Pero la desaceleración no solo se debe al consumo. La inversión o formación bruta de capital aparece con una pequeña caída de -0.7 por ciento. Sin embargo, la publicación aparece mostrando un crecimiento del 5.3 por ciento de la inversión fija pública, lo cual debería aclararse, porque tanto la Adquisición de Activos No Financieros del Sector público No Financiero como el Programa de Inversión Pública al III Trimestre mostraban caída en términos nominales, y más aún en términos reales.

Por otra parte, el otro componente de la Inversión Bruta, la Variación de Existencias, a pesar de su aumento en el III Trimestre, no loga contrarrestar la fuerte caída de los dos primeros trimestres y aparece mostrando una caída acumulada del -340.9 por ciento, lo cual implicaría una presión muchísimo más fuerte hacia abajo sobre la inversión que la que muestra la publicación.

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De lo anterior resulta que la fuente fundamental del crecimiento acumulado del 4.8 por ciento al III Trimestre de 2017 serian las exportaciones netas (exportaciones netas de importaciones).

Un aumento de las exportaciones y una disminución de las importaciones se reflejan en tasas de crecimiento más altas. Y una modesta tasa de crecimiento de las importaciones se puede transformar en una caída con solo que se aumenten las importaciones del año previo, revisándolas “hacia atrás”, lo cual parecería como demasiado conveniente. Pero es exactamente lo que ha hecho el Banco Central.

Tal vez esto parezca referido a detalles nimios, pero si usted hace las matemáticas, puede tener resultados muy visibles en el resultado final. Sin los pequeños efectos estadísticos que recién comentamos, la economía no aparecería creciendo a una tasa acumulada del 4.8 por ciento al III Trimestre de 2017, que después de todo, a pesar de la evidente desaceleración, aparece siendo superior a la tasa de todo el año 2016, que fue de 4.7 por ciento.

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Para que se logre la tasa de crecimiento que, según se sabe, ya se decidió, del 5.2 por ciento para 2017, todo lo que se necesita, en términos estadísticos, entre otras cosas, es que luego se nos diga que la Variación de Existencias, que ya apareció aumentando en el III Trimestre, aparezca creciendo fuerte en el IV Trimestre, o se revise “hacia atrás”, y refleje un crecimiento neto positivo en el año, que las “otras inversiones” también aparezcan creciendo fuerte, que se nos diga que el consumo experimentó una recuperación casi mágica en diciembre, y que las importaciones sigan mostrando caída.

Pero esto demandaría un ejercicio de credibilidad a toda prueba.

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En todo caso, el punto no es mostrar una imagen reluciente al exterior, sino que todos podamos conocer, con la mayor precisión posible, lo que ocurre en realidad, y debatir, en serio, como afrontar los enormes desafíos futuros.

Como señaló recientemente el Banco Mundial, se requiere “separar las decisiones técnicas de las fuerzas políticas” y “fomentar un amplio debate y formulación de políticas basadas en la evidencia”.

(*)Economista

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Economía Adolfo Acevedo Vogl Economía y Desarrollo archivo

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