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Fabio Gadea Mantilla

Árbol que nace torcido

Querida Nicaragua: Decían nuestros padres y abuelos que “árbol que nace torcido, nunca su rama endereza”. Esto significa que el carácter del hombre se forja desde pequeñito, que la educación y el buen comportamiento se aprenden en el hogar, y que si desde niño no se corrigen los defectos de la persona, esta seguirá actuando en forma incorrecta y tendrá una vida disoluta, un carácter hosco y un trato grosero y sin consideración para sus semejantes. Esto lo comprobamos diariamente al observar la conducta de muchos de nuestros hombres públicos, de aquellos cuyos actos tienen que ver con la administración de los bienes de la nación y que inevitablemente nos favorecen o nos perjudican, ya sea correcta o incorrecta la conducta del funcionario.

Generalmente un niño que nace en un hogar desordenado, donde el padre y la madre no se han preocupado de forjar su carácter, de enseñarle buenos modales, de disciplinarlo adecuadamente y de mostrarle los buenos y malos caminos de la vida, será un niño disoluto, caprichoso, vulgar, irrespetuoso, desordenado y con muchos defectos más.

Existen hombres que han nacido en hogares pobres y que no han podido cultivarse en universidades, ni poseen títulos académicos, pero cuyo trato personal es respetuoso y educado. Eso se debe a las buenas lecciones aprendidas en su hogar, pobre, humilde, pero honesto. Hay otros que han tenido todo en la vida, han nacido en cuna de oro, han estudiado en los mejores colegios y poseen muchos títulos, pero en el trato con sus semejantes se vuelven prepotentes y groseros, tal como si trataran a seres inferiores. Hay de todo en la vida.

Hay gente pobre mal educada y hay gente rica mal educada. Hay pobres bien educados y ricos bien educados. Por lo general, el hombre bien formado, el árbol que no nace torcido, es un buen ciudadano, respeta las leyes, es apreciado por sus amigos, cumple con sus compromisos, es ordenado y puntual, disciplinado y honesto. Lo contrario hace el hombre mal formado, el árbol que nace torcido, cuya especie abunda en nuestro medio entre magistrados politiqueros y corruptos, diputados vendedores de votos, contralores enceguecidos, procuradores de derechos humanos que son una vergüenza, jueces que dan más vergüenza aún, y funcionarios en general.

Alguien me decía que aquí necesitamos una gran dosis de educación moralizadora, una cruzada cristiana para que nuestro país vuelva por sus valores morales perdidos hace tiempo, una legión de misioneros como había en los tiempos de antaño que iban expulsando demonios por todas partes. Según este amigo mío aquí estamos llenos de demonios. Son legiones, dice, las que nos han caído con este gobierno. Toca usted por aquí y huele a podrido, toca por allá y se encuentra una zancadilla que lo bota por el suelo, toca por allá y se encuentra las mil mentiras cabalgando sobre los lomos dolientes de la patria.

Pueden ser exageraciones de mi amigo. Yo creo que nunca hay que perder las esperanzas. Y creo que Nicaragua tiene sus valores, por el momento ocultos, pero están ahí y resplandecerán en cualquier momento. Aquí tenemos muchos árboles rectos en lucha por esa recuperación de valores, por hacer resplandecer la justicia perdida. La lucha de nuestro pueblo es históricamente heroica y permanente. Somos más, muchos más los que vamos luchando por conquistar los valores perdidos. Somos muchos más los árboles que hemos nacido rectos frente a unos cuantos que nacieron torcidos y nunca lograron enderezar sus ramas.

El bosque de la patria es hermoso y grande y está lleno de árboles rectos, llenos de savia vivificadora. Esto no es más que un paréntesis, un mal momento, un mal invierno, una gran sequía. Hay que esperar la primavera que tarde o temprano llegará… y entonces sí, vendrán con ella los auténticos ríos de leche y miel, la prosperidad para todos. Nos queda la esperanza.

El autor es director general de Radio Corporación.

Opinión árbol mala suerte torcido archivo
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