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leishmaniasis,

Un adolescente presenta lesiones por lepra de montaña en ambos brazos. LA PRENSA/Archivo

Casos de lepra de montaña asustan en Nicaragua

“Buscan a cualquiera para que los inyecte y tal vez lo van a hacer es un absceso y es peligroso”. Al menos diez casos de lepra de montaña asustan en el norte.

Religiosamente, cada mañana a las 9:45, Modesto Hernández debe aplicar dos inyecciones a su hijo adolescente, Modesto de Jesús Hernández Mendoza, quien presenta lesiones en ambos brazos, afectado por leishmaniasis o lepra de montaña. Ellos habitan en la comunidad La Estrellita, 25 kilómetros al norte de la ciudad de Matagalpa.

Allí, en los límites de la cabecera departamental con los municipios de San Ramón y El Tuma-La Dalia, las autoridades de Salud han detectado al menos diez casos de esa enfermedad parasitaria que es transmitida por la hembra de un mosquito infestado que en el país llaman papalomoyo.

Lea también: Ministerio de Salud reporta un brote de lepra en las montañas de Nicaragua

Pedro Antonio Blandón Gutiérrez, líder comunitario en La Estrellita, dice que “más al fondo, en esta misma comunidad” viven dos niños también afectados por la lepra de montaña, pero “ya están recibiendo el tratamiento”.

Minsa ha fumigado

Desde que detectaron el caso del adolescente, dice Blandón, el Ministerio de Salud (Minsa) ha realizado dos jornadas de fumigación en la comunidad y “se está dando seguimiento a la situación, porque es preocupante que se esté dando esa enfermedad que nunca se había dado aquí”.

Hernández Mendoza descubre los brazos y muestra las llagas, unas en proceso de sanación, pero tiene una más grande que las demás y con pocos signos de mejoría; aunque tiene previsto concluir este lunes el tratamiento de 40 inyecciones de glucantime —antimoniato de meglumina— que le dieron en un centro de salud en la ciudad de Matagalpa.

“No sé si me irán a recetar más dosis, más ampollas, porque está bastante grande esta llaga todavía”, dice el adolescente, mostrando la llaga en el brazo izquierdo.

Hernández Mendoza cree que contrajo la enfermedad porque anduvo tres días seguidos cortando leña en la vecina comunidad El Tepeyac, usando camisas con mangas cortas. De hecho, es ahí donde fueron reportados los primeros casos de leishmaniasis en la zona y, según el brigadista de salud Mariano Francisco Flores Rivera, “tenemos por lo menos seis personas afectadas”.

Juan Francisco Pérez Guido, de 38 años, vive en El Tepeyac. Hace dos meses notó que tenía un grano en el brazo, pero “no le puse mente, decía que era algo normal, porque no me molestaba. Lo único es que (la llaga) se llena de pus y comienza a covar (se hace más profunda)… he estado tomando tetraciclina para medio contenerla”.

Varios familiares de Pérez Guido tenían llagas parecidas en distintas partes y les diagnosticaron la leishmaniasis. Recibieron tratamiento y “ya prácticamente están curados, pero dicen que duelen esas inyecciones y a mí nunca me han inyectado, entonces da como miedo ir al centro (de salud), pero dicen que tengo que ir, porque si no, pues no se cura esto”.

El primer caso

Pérez Guido señala que un primo suyo, que trabajaba en “la zona de (San José de) Bocay”, departamento de Jinotega, regresó a El Tepeyac y fue el primer caso positivo de lepra de montaña. Los lugareños creen que así pudo propagarse la enfermedad en esa comunidad matagalpina, porque poco después enfermaron también los niños y unos vecinos del primer afectado.

Flores Rivera reconoce que el Minsa ha dado seguimiento a los casos, ha emprendido fumigaciones y el pasado fin de semana entregó mosquiteros en una parte de las 227 casas de la comunidad. Sin embargo, cuestiona que el tratamiento es entregado a los afectados y estos “buscan a cualquiera para que los inyecte y tal vez lo que le van a hacer es un gran absceso y eso es peligroso (…) ahí tenemos a un niño que no se sabe a dónde lo llevó la mamá (a inyectarlo) y ahí está con una piernita dormida… (el Minsa) debería de mandar a alguien a que aplique las inyecciones”.

Vecinos temerosos

Flora Martínez Pérez vive en El Tepeyac. “Aquí me crié y me hice viejita”, dice esta mujer de 74 años, agregando que “nunca se había dado esa enfermedad en este lugar (…) por eso tenemos miedito, porque como vino y picó a aquella gente y están pegados con esa enfermedad, así nos puede pegar a nosotros. Tenemos mosquiteros, pero más creo que ese mosquito pica en el día porque la gente ahí anda por todos lados sin nada”.

Por su parte, Fausto Lanzas González dice que “hay que tener cuidado, pero lo que he oído decir es que esa leishmaniasis no es contagiosa. Sí han venido las brigadas de salud, fumigaron, nos dan recomendaciones de tener limpio alrededor de las casas, usar mosquiteros y claro, uno tiene que prevenir porque son enfermedades que en cualquier momento le pueden dar a uno también”.

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