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presos políticos, Nicaragua, crisis, protestas
/ Editorial

Una elección ejemplar

La Cámara de Comercio Nicaragüense Americana (Amcham) dio este martes 30 de enero una ejemplar lección de democracia, con la elección de nuevas autoridades encabezadas por su presidenta, licenciada María Nelly Rivas.

En principio y para quienes somos ajenos a los intereses y controversias internas de los miembros de Amcham, lo más relevante ha sido la diáfana elección de sus nuevas autoridades. Este miércoles, en este mismo espacio editorial decíamos que las contradicciones y pugnas por liderazgos en el interior de un organismo social, son naturales y lo importante es que se gestionen con inteligencia y se encaucen constructivamente, en beneficio de sus mismos asociados y de los fines que persiguen.

En el mismo sentido, refiriéndose específicamente a Amcham su nueva presidenta dijo en entrevista que brindó a LA PRENSA antes de ser elegida, que “la unidad no pasa precisamente por estar todos de acuerdo y pensar igual, pasa por crear un espacio de trabajo en el que se valoren las opiniones y aportes que todos llevamos a la mesa, sin distracciones por puntos de vista polarizados”.

Después de la elección de Amcham, el economista Mario Arana que aspiraba a un período más como director de dicho gremio empresarial, pero no resultó elegido, expresó en las redes sociales que “se escogió entre lo mejor. No hay perdedores. Se dio muestra de democracia a Nicaragua… El país ganó”. En realidad, el poder político y Daniel Ortega en lo personal deberían tomar ejemplo de Amcham. La elección transparente y la alternabilidad en el poder son requisitos básicos de toda organización que se rige por principios democráticos y mecanismos electivos, y con mucha mayor razón del Gobierno, que es cabeza de todo el sistema político y social de la nación.

Al respecto tenemos que decir lo mismo que hemos dicho en relación con Amcham, o sea que lo esencial no es quién resulta elegido en unos comicios sino cómo se elige, y más exactamente dicho, que la elección sea auténtica, libre, justa, competitiva y transparente.

Naturalmente que para el elector es muy importante que el candidato de su preferencia salga elegido. Pero a la ciudadanía, a la comunidad nacional, al país entero, lo que le importa por encima de cualquier otra cosa es que la elección sea legítima, libre, justa y transparente.

En el caso de la elección presidencial, si fuese el caso de que Daniel Ortega es el elegido en una competencia limpia, dirigida por autoridades honestas y confiables, la voluntad popular tiene que ser respetada. Lo que no se puede aceptar es que se elija, o más bien dicho que imponga su elección y reelección, por medio de trampas jurídicas, de fallos judiciales espurios, de chantajes económicos e intimidaciones políticas a los ciudadanos, de explotación inicua de la necesidad social y de fraudes en las mesas de votación y demás escalones del sistema electoral.

Podría creerse que decir esto es una ingenuidad, pero qué bueno sería para Nicaragua, y a la larga para él mismo, que Ortega aprendiera del ejemplo de Amcham y aprovechara la oportunidad que le brindan el acuerdo con la OEA y las sanciones externas, para permitir lo más pronto posible la celebración de elecciones limpias y competitivas.

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