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presos políticos, Nicaragua, crisis, protestas
/ Editorial

Paria de las Américas

El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, revocó la invitación al dictador venezolano Nicolás Maduro para participar en la VIII Cumbre de las Américas, que tendrá lugar precisamente en Lima, la capital peruana, durante los días 13 y 14 de abril próximo.

El presidente de Perú anunció esa decisión, sin precedente en la historia de las Cumbres de las Américas, después que los 14 cancilleres integrantes del Grupo de Lima declararon en esta misma ciudad, que por sus acciones contra la democracia venezolana Maduro no debería participar en la Cumbre.

La revocación de la invitación a Maduro fue tomada por el presidente de Perú con base en lo establecido en la Declaración de Quebec, de la III Cumbre de las Américas celebrada en 2001, de que toda ruptura o alteración inconstitucional del orden democrático en un Estado del hemisferio constituye un obstáculo insuperable para que el gobierno de ese país participe en la Cumbre.

Maduro no solo ha alterado y roto el orden democrático de Venezuela. También tiene sometida a la población venezolana a una situación de vida infrahumana y ha perpetrado crímenes de lesa humanidad, por los cuales es acusado ante la Corte Penal Internacional y la semana pasada la fiscal de dicho tribunal anunció que se ha abierto oficialmente la correspondiente investigación.

La verdad es que sería vergonzoso para los jefes de Estado de las democracias de las Américas, que un dictador criminal como Nicolás Maduro se siente a su lado y discuta con ellos como si nada hubiera hecho. Ya es suficiente pena —no reconocida públicamente—, la que pasan los gobernantes de las democracias americanas aceptando a gobernantes antidemocráticos como Raúl Castro, Evo Morales y Daniel Ortega, que por las incongruencias e inconsistencias de la diplomacia participan en las Cumbres de las Américas.

Pero aparte de que por sus crímenes contra la humanidad y contra la democracia la presencia de Nicolás Maduro en la Cumbre de las Américas es inaceptable, también es necesario reconocer que ha habido un cambio muy importante en la correlación de fuerzas y de influencias políticas en el hemisferio occidental.

A partir de la IV Cumbre de las Américas celebrada del 4 al 5 de noviembre de 2005 en Mar del Plata, Argentina, en la que Hugo Chávez y sus aliados derrotaron a Estados Unidos y su propuesta de Alianza de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y como alternativa crearon la Alianza Bolivariana de las Américas (Alba), la coalición de gobernantes autoritarios vino cobrando fuerza e imponiendo sus condiciones a la política latinoamericana. Así ocurrió hasta la VII Cumbre que tuvo lugar del 9 al 11 de abril de 2015 en Panamá, en la cual se integró triunfalmente el dictador de Cuba, Raúl Castro, líder de la dictadura más antigua y brutal de todas las que han asolado la América Latina y el Caribe.

La situación y la correlación de fuerzas en las Américas ha cambiado desde entonces. La dictadura venezolana no solo perdió su fuerza hegemónica sino que inclusive está a punto de desaparecer.

Eso explica que hayan convertido al dictador Nicolás Maduro en un paria de las Américas.

Editorial Américas Paria archivo
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