En la historia de los Estados Unidos (EE.UU.), se conoce como “masacre de San Valentín”, un asesinato colectivo perpetrado el 14 de febrero de 1929 en Chicago por la banda del célebre hampón Al Capone. Ese día, los sicarios de Capone emboscaron a siete pandilleros pertenecientes a una organización rival, los alinearon ante una pared y los acribillaron con fuego de ametralladoras.
Ahora, en el Día de San Valentín de 2018, en una escuela de secundaria de La Florida 15 estudiantes de ambos sexos y dos hombres mayores del personal de servicio, fueron asesinados a balazos por un joven de 19 años, exalumno del mismo instituto, quien supuestamente padece de perturbación mental. Esta horrenda tragedia ha sido llamada también “masacre de San Valentín”, en recordación comparativa con la de Chicago en 1929.
Pero la nueva matanza del Día de San Valentín ha sido peor, porque esta vez las víctimas no fueron criminales empedernidos, sino estudiantes adolescentes indefensos.
Se ha informado que con este son ya 19 los tiroteos ocurridos en centros escolares, en lo que va del año 2018.
El editorial de este viernes del periódico de Miami, El Nuevo Herald, ofreció además las siguientes estadísticas sombrías: desde 2013 han ocurrido 291 tiroteos en centros educativos de los EE.UU., 1 por semana; diariamente mueren por arma de fuego 96 personas, siete de ellas niños o adolescentes; cada año, alrededor de 13 mil personas mueren por esta causa; un estadounidense tiene 25 posibilidades más de morir a tiros, que un habitante de otros países industrializados.
Esta vez, igual que ha ocurrido en ocasiones anteriores también se han escuchado las voces que exigen poner fin a la venta libre de armas de fuego. El asesino colectivo del miércoles de esta semana, compró sin ninguna dificultad el fusil de guerra que utilizó para perpetrar la terrible matanza, porque en los EE.UU. la venta y compra de armas es legal, inclusive de armas de guerra. Esto se debe a que la Segunda Enmienda de la Constitución dice que: “Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado Libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas”.
Pero si bien esta Enmienda que fue aprobada el 15 de diciembre de 1791, era válida y necesaria en aquella época, en la actualidad es anacrónica y habría que derogarla, o al menos reformarla. Sin embargo, la resistencia de los fabricantes de armas y personas de mentalidad muy conservadora, que son bastantes, ha sido muy fuerte hasta ahora. Sobre todo la Asociación Nacional del Rifle, que cuenta con cinco millones de afiliados, tiene un enorme poder económico y en la pasada campaña electoral hizo donaciones millonarias a la candidatura del ahora presidente Donald Trump.
Por otra parte, la Suprema Corte de los EE.UU. sentenció en junio de 2010 que ninguna Ley de Estado o local puede restringir el derecho de los ciudadanos a portar armas que les reconoce la Segunda Enmienda.
Sin embargo, el incesante aumento de las muertes por armas de fuego libremente adquiridas, sobre todo de menores de edad en los centros de enseñanza y estudio, indica que quizás ya es tiempo de imponer un estricto control legal a las armas. De otra manera la nación estadounidense seguirá lamentando, una y otra vez, tragedias como la de este 14 de febrero.