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Elevemos los asuntos, señor González

Contristado por no estar en mi patria, he leído con suma atención la entrevista que publicó LA PRENSA el lunes 5 de febrero pasado de la periodista Judith Flores al bisoño congresista norteamericano Vicente González, en la que este último haciendo gala de una ignorancia supina insta a que su país en vez de seguir aplicando la Ley Magnitsky y de aprobar sin mayor demora la Nica Act, busque un diálogo con la dictadura Ortega-Murillo que hoy reprime y oprime sin compasión alguna al sufrido pueblo nicaragüense.

He tomado por título de este artículo la famosa frase de Uribe, tribuno suramericano, porque ya es hora de que se aclaren los nublados en éste delicado asunto y porque me parece que en el fondo de sus declaraciones, el señor González parece no estar bien informado de lo que realmente está pasando en Nicaragua. Y además, parece desconocer que su país como firmante de la Carta Democrática Interamericana de la OEA está en la obligación de hacer todo cuanto esté a su alcance, porque los principios y los valores en ella aprobados por unanimidad, sean una realidad tangible en beneficio de nuestros pueblos.

Francamente que me resulta extraño que un hijo de la patria de Washington, Jefferson y Lincoln, que inspiraron a nuestros próceres en sus heroicos anhelos de Independencia, Libertad y Democracia, desde la más alta tribuna del capitolio norteamericano defienda sin ningún rubor a una de las dictaduras más corruptas de América Latina (lea los informes de Transparencia Internacional y se dará cuenta).

¿Qué dirían los padres fundadores de la gran nación norteamericana, si pudieran ver a uno de los representantes de su pueblo votando en el Congreso en favor de una dictadura que viola sistemáticamente los Derechos Humanos?

¿Sabe que el binomio Ortega-Murillo se mantiene en el poder en base a cinco fraudes electorales consecutivos desde el 2007?

¿Sabe que los Derechos Humanos en Nicaragua son letra muerta y que las violaciones a estos derechos son el pan amargo que consumen casi a diario los nicaragüenses?

¿Sabe que el Ejército de Nicaragua cuyo comandante en jefe es el señor Daniel Ortega, a quien el señor González tanto desea conocer, masacró recientemente en La Cruz de Río Grande a seis nicaragüenses (incluyendo a dos adolescentes) y aún se niega rotundamente a entregar los cuerpos de las víctimas?
Decir sibilinamente, como lo hizo el señor González, que todas estas aberraciones también existen en otros países; que Nicaragua es una democracia en transición; que el gobierno Ortega-Murillo es un éxito y que hay que pensar cómo se comparte ese éxito con otros países. Decir todo esto lo único que revela es un total desconocimiento de la realidad nicaragüense.

Pero mejor hablemos del diálogo, señor González, tema que parece tanto le apetece. En Nicaragua eso nos suena a “palabra hueca”. Diálogo han pedido los ancianos jubilados, los heroicos campesinos de la lucha anti-canal, los partidos políticos de la llamada oposición, las mujeres de la sociedad civil, la Conferencia Episcopal de Nicaragua y algunos pastores evangélicos, y ¡asústese señor González! hasta el Cosep ha pedido diálogo a los usurpadores y ninguna de estas organizaciones ha recibido ni siquiera una respuesta a su justificado clamor. Diálogo es algo que no acostumbran nunca los dictadores ¡remember Hitler! Los dictadores solo entienden de presiones y en cuanto más fuertes, mejor.

Nicaragua necesita ayuda, señor González, ¡mucha ayuda! Pero no para fortalecer la dictadura y sus cómplices en el festín en que ahora se mantienen. Es necesario que el señor González que va para Nicaragua se informe mejor y cuando llegue allá se reúna no solo con quienes le indique su amigo el embajador Campbell y el binomio Ortega-Murillo, sino con las agrupaciones políticas, cívicas y religiosas que son independientes y que seguramente tendrán algo que decir. Si espera encontrar la verdad solo en los festines palaciegos seguirá a tientas, como hasta ahora, sin ver la esplendente luz del sol reflejada en la verdad. Humildemente el señor González ha insinuado que va a aprender, en otras palabras, en busca de la verdad; esta actitud merece todo mi respeto y mi mayor consideración.

El autor es periodista y Secretario General de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE)

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