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La Policía Nacional

Querida Nicaragua: El secuestro de un niño de tres años en una colonia de la periferia sur de la ciudad de Chinandega y la acción rápida y oportuna de la Policía, nos está demostrando que en ese cuerpo armado hay la suficiente capacidad para proteger debidamente a la ciudadanía. En esta ocasión el cuerpo policial demostró que hay cuadros inteligentes y capaces entre los miembros de la misma, y sobre todo nos está demostrando que es una Policía efectivamente nacional y no sandinista. Porque cada ciudadano, aun estando en el Ejército o la Policía puede tener su opción política, pero no actuar en función de ella, sino de los intereses nacionales, es decir en defensa de la comunidad. No quisiera que se repitieran secuestros tan dramáticos como el del niño Aristides Alonso Osejo Baca, pero hay muchos delitos todos los días en diferentes departamentos y comarcas del país donde una acción rápida y eficaz de las autoridades policiales evitaría tanto desgraciado suceso.

Es obvio que ninguna autoridad puede inmiscuirse en los problemas familiares y las riñas entre parejas que han producido y siguen produciendo lamentables femicidios. Nuestras mujeres son víctimas de la ira de individuos indudablemente drogados o alcoholizados que han producido horrendos crímenes en esposas, niñas, adolescentes y hasta criaturas de cinco y seis años víctimas de violación y tortura. Una vigilancia mejor dirigida por parte de la Policía sobre aquellos establecimientos donde se expenden drogas o se abusa del licor probablemente evitaría en mucho la violencia de borrachos sin moral ni educación elemental que son los victimarios de estos tristes sucesos.

Por supuesto que no es la Policía la encargada de impartir educación elemental a tanto individuo víctima de la ancestral falta de educación de la gente más humilde. Son los gobiernos los que deben preocuparse para que no ocurran ni secuestros, ni crímenes brutales como los que registran cada año los organismos encargados de ese tipo de estadísticas. Los gobernantes son elegidos (al menos nominalmente) para que dirijan al país por la senda del progreso, la tranquilidad y el bienestar de la población, pero no puede haber progreso, ni bienestar, ni tranquilidad cuando la ignorancia campea en la inmensa mayoría de nuestra gente pobre.

Vivimos pregonando que lo que hace falta es un programa nacional permanente de educación, y cuando hablamos de ese programa estamos diciendo que puede cambiar el gobernante pero el programa educacional debe seguir desarrollándose. Tenemos suficientes especialistas como para impulsar un programa de preparación de docentes que puedan especializar a maestros rurales en todo el país. Por supuesto que para esto se necesita que los gobiernos tengan la mente abierta y entiendan que mediante la educación se evitan este tipo de crímenes atroces, se disminuiría enormemente el sacrificio de tanta mujer víctima de la ira salvaje de sus compañeros de vida.

A estos individuos seguramente nadie les enseñó nunca a respetar a los demás, jamás han recibido una clase de moral que les indique la obligación ciudadana del buen comportamiento. Estos pobres desgraciados que asesinan mujeres, sin siquiera respetar a niños inocentes que son sus propios hijos, son las víctimas de gobiernos y gobernantes irresponsables, de dictadores sin conciencia, de bucaneros que llegan al poder y empiezan a dilapidar las riquezas nacionales como si fueran un botín de guerra.

Víctimas son las pobres mujeres asesinadas, como víctimas son también los ignorantes que cometen esos crímenes. Ambos y sus niños menores, en el caso de que haya prole, son víctimas de gobiernos sin conciencia, sin corazón y sin sentimientos, gobiernos que solo en sus discursos mencionan el amor al pueblo, gobiernos que regalan baratijas para que los pobres crean que eso es amor.

A un pueblo se le ama cuando se le educa, se le ama cuando se le respeta, se le ama cuando se le proporciona trabajo para que gane con dignidad el sustento diario.

El autor es director de radio corporación.

Opinión
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