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El bipartidismo

Fabricio Alvarado, con un discurso ultra conservador fue el candidato presidencial que más votos recibió en Costa Rica. Irá a segunda vuelta. LA PRENSA/EFE

El bipartidismo vive su peor momento en Centroamérica

El bipartidismo que reinó en al menos 4 de los 5 países de Centroamérica parece estar viviendo su peor momento al surgir nuevas fuerzas políticas.

Los partidos políticos tradicionales parecen estar viviendo su peor crisis en Centroamérica. Sus otrora bases han encontrado otras banderas de lucha: la anticorrupción, el ambientalismo, el feminismo, la diversidad sexual.

Hace diez años, por ejemplo, en El Salvador el 60 por ciento de la población consideraba que pertenecía a un partido político y el 40 por ciento se declaraba sin partido. Ahora ese porcentaje se ha revertido: 6 de cada 10 dicen no querer saber nada de los partidos políticos, según Roberto Rubio, director ejecutivo de la salvadoreña Fundación Nacional para el Desarrollo (Funde).

El escenario político salvadoreño siempre es dominado por las dos fuerzas antagónicas que se disputan el poder desde los acuerdos de Paz: Arena y el FMLN, pero ambos partidos políticos se han debilitado.

Arena acaba de barrer en las municipales y legislativas, pero obtuvo 50 mil votos menos que en su última elección, precisa Rubio y destaca que en ese escenario el partido de la derecha salvadoreña se prepara para recuperar el Ejecutivo en 2019 que le fue arrebatado hace 10 años por el FMLN.

“El sistema de partidos en general no ha logrado enfrentar los problemas”, dice Rubio.

El FMLN, por ejemplo, después de gobernar dos períodos sufrió su peor derrota electoral desde que es partido político y al igual que Arena obtuvo menos votos, mientras otros partidos como GANA mantuvieron su caudal de votantes y la democracia cristiana aumentaba levemente.

El politólogo nicaragüense Félix Maradiaga cree que solo es cuestión de tiempo para que en El Salvador haya una sacudida política. Cree que el bipartidismo se mantiene “porque el gran capital salvadoreño no ha retirado sus lealtades a Arena”.

“El gran capital salvadoreño no ha sido seducido por el FMLN en la forma en que el capital nicaragüense ha sido seducido por la propuesta autoritaria de Ortega… o la forma en que Juan Orlando Hernández ha logrado dividir la opinión de los empresarios en Honduras”, dice Maradiaga.

El declive en Honduras

En Honduras había uno de los sistemas bipartidistas más sólidos de Centroamérica, que logró romper el expresidente Manuel Zelaya.

“El Partido Liberal y el Partido Nacional están dentro de los partidos más antiguos de América Latina y lo que pasaba es que ambos partidos no solo se alternaban en el poder, habían encontrado un mecanismo para darle espacios a otras visiones e ideologías que no calzaban en el núcleo tradicional del partido, eso se hizo a través de un sistema electoral de elecciones primarias, las elecciones primarias permiten que cada uno de estos partidos tenga corrientes internas. Entonces vos tenías a un Partido Liberal con tres corrientes, incluyendo a una muy de izquierda que no calzaría dentro de un partido liberal, como la que encabezó Zelaya”, precisa Maradiaga.

Zelaya llegó a la Presidencia de la mano del Partido Liberal, pero ya siendo presidente quiso plegarse al Socialismo del Siglo XXI que impulsaba el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez. El congreso dominado por su partido lo destituyó y se abrió en el país una crisis constitucional de la que el Partido Liberal no salió bien librado. Hoy es la tercera fuerza política del país.

“La crisis constitucional que vivió Honduras fue una crisis primero interna del Partido Liberal, de hecho el presidente del Congreso (cuando destituyen a Zelaya) era (Roberto) Michelleti… Esta crisis generó una ruptura de lo que hasta hace unos años era un partido muy sólido, surge Libre y esto hace que el bipartidismo tradicional se rompa”, opina Maradiaga.

Libre, que preside Zelaya, tiene dos elecciones de disputarle el poder al Partido Nacional. En las pasadas elecciones el partido de izquierda encabezó una coalición con Salvador Nasralla que estuvo a escasos porcentajes de ganarle los comicios al actual presidente Juan Orlando Hernández, un mandatario joven con ideas viejas, plantea Maradiaga: militarista.

“Estas elecciones que pasaron fueron el autoritarismos contra la incertidumbre. ¿Por qué la incertidumbre? Porque tenés en la propuesta de Nasralla si tenía la capacidad de gobernar o si era Zelaya quien estaba detrás de Nasralla”, dijo el politólogo nicaragüense.

¿Herencia de la Guerra Fría?

El bipartidismo tradicional en América Latina —y en Centroamérica no fue la excepción— comenzó su declive en los años posteriores a la Guerra Fría.

Su declive vino “con una crisis de representatividad y crisis de legitimidad que son dos tipos de crisis que están estrechamente vinculadas… los partidos políticos en el siglo XX no eran cuestionados en torno a su representatividad, podías cuestionar su ética, sus roces ideológicos, pero no existía la percepción de que podía haber instituciones alternativas a la representación de los partidos”, plantea Maradiaga.

Según Maradiaga, muchas de las banderas que levantaban los partidos políticos las comenzó a levantar la sociedad civil organizada.

Luego vino el cuestionamiento en torno a la legitimidad. “El ciudadano no solo no se siente representado, sino que comienza a cuestionar la legitimidad misma de los partidos políticos… Y comienza a hablarse de formas alternativas para acceder al poder, se habló, por ejemplo, de la suscripción popular o de la inscripción individual de candidatos”, señala Maradiaga.

“La falta de democracia interna ha sido el principal elemento de deterioro de la legitimidad de los partidos pero a nivel más macro el principal problema ha sido de que los partidos políticos han sido muy lentos en responder a las transformaciones de la sociedad. La sociedad civil ha logrado asimilar con mayor rapidez al incorporar temáticas nuevas de representación y los partidos políticos con muy pocas excepciones se han movido muy lento en esa evolución”, dijo Maradiaga.

La crisis en Costa Rica

En Costa Rica el favorito para ganar en segunda vuelta no es un político de los viejos partidos costarricenses. Fabricio Alvarado es el candidato de Restauración Nacional, un partido que apenas logró un diputado en la elección anterior.

El bipartidismo tradicional del Partido Liberación Nacional (PLN) y la Unidad Social Cristiana (PUSC) fue resquebrajado por el actual presidente Luis Guillermo Solís y por el Partido Acción Ciudadana (PAC).
“Costa Rica, desde la guerra civil de finales de los años cuarenta y hasta el 2002 conformó un sistema de partidos bipartidista, donde existía una gran fuerza llamada Partido Liberación Nacional y diversas fuerzas pequeñas que se unían y desunían en cada elección, de esta forma y hasta 1982 logra la oposición al PLN acceder al poder en tres ocasiones a través de diferentes alianzas, siendo 1982 la consolidación del Partido Unidad Social Cristiana y con quien se consolida el bipartidismo únicamente entre dos partidos PUSC y PLN”, precisa el politólogo costarricense Alberto Quesada.

“Fue en 2002 cuando irrumpe en la arena política el PAC y se convierte en una tercera fuerza en la Asamblea Nacional. El PAC desde el 2014 gobierna por primera vez luego de casi 30 años de gobiernos PUSC-PLN”, resalta Quesada.

El ascenso al poder del PAC, sin embargo, se produjo en medio de una coyuntura especial: tres expresidentes fueron acusados de corrupción. Dos de ellos pertenecían al PUSC y uno al PLN.

“Estos elementos, explican de cierta forma, la crisis de los partidos tradicionales, los ciudadanos cada vez se sienten más lejanos, menos representados y ven su propia condición socioeconómica desmejorada, lo que permite el ingreso de otros actores en el juego con dos mensajes: anticorrupción y cambio, en el 2002 el PAC y en el 2010 el Partido Movimiento Libertario, y en el 2018 el Partido Restauración Nacional. Se debe recordar que en política, sobre todo en la electoral, no hay espacios vacíos y ante la salida de un actor, la entrada de cualquier otro por razones de coyuntura es bastante normal”, advierte Quesada.

La Asamblea Legislativa de Costa Rica estará integrada en el próximo período legislativo por 17 diputados del PLN, RN 14, PAC 10, PUSC 9, el resto otros tres partidos pequeños.

“Es el peor momento electoral, porque estamos viendo en tiempo real la muerte ahora sí del bipartidismo (cierre técnico que comenzó en el 2002), pero que hoy se consolida. Hoy es más claro lo que venía pasando, Costa Rica tiene un sistema de partidos multipartidista y con eso, ningún partido podrá llegar al poder con una cuota absoluta o de forma holgada. Nuestro sistema de al menos 3 partidos en los últimos 16 años ha permitido a la población entender que existe un panorama más allá del partido tradicional, lo que ha permitido aumentar y mejorar la representación”, dice Quesada.

El fenómeno Fabricio

Fabricio Alvarado supo aprovechar el momento. Cuando en Costa Rica debatía sobre el matrimonio igualitario y la posibilidad de que parejas del mismo sexo pudieran adoptar hijos, a raíz de una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, él con un discurso incendiario se opuso a esas posibilidades y parece que era lo que buena parte de la población costarricense quería oír.

“Ese elemento permitió a los grupos conservadores asumir un rol más protagónico en la campaña electoral, puesto que a los medios de comunicación les interesaba presentar opiniones y afirmaciones fuertes en contra de lo resuelto, por esta razón le comienzan a poner el micrófono a los candidatos conservadores, pero quien mejor supo captar la atención fue el candidato de Restauración Nacional, quien además cuenta con una experiencia importante como periodista, manejo de cámaras y sobre todo como líder de iglesias evangélicas, con una gran capacidad de oratoria hacia la movilización de masas, de pronto, este protagonismo gratuito lo dispara en la intención de voto a menos de un mes de las elecciones, lo que en tiempo de una campaña electoral ya es difícil de corregir”, planteó Quesada.

Quezada plantea que el crecimiento de Restauración Nacional no es coyuntural. “Lo coyuntural es que dentro de las opciones evangélicas, porque existen varias, sea Fabricio Alvarado el que haya asumido el apoyo”, resaltó.

Maradiaga plantea que el ascenso de Alvarado se explica por el crecimiento de las iglesias evangélicas en América Latina, pero también porque algún sector conservador de la sociedad costarricense se siente representado por sus ideas, unido al desgaste de los partidos tradicionales.

El partido hegemónico

En Guatemala no ha existido el bipartidismo y en Nicaragua lo que reina ahora es el FSLN como partido hegemónico.

Según Maradiaga, el presidente designado Daniel Ortega lo dijo en una ocasión en Cuba: que prefería un partido único y esa idea luego fue secundada por el asesor económico Bayardo Arce.

El PLC, que fue en su momento un partido que ganó en dos ocasiones las elecciones, se recupera de su peor momento y tiene el color de ser colaboracionista del partido de gobierno.

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