El oficio del periodismo al igual que cualquier otro requiere de una constante actualización no solo sobre las nuevas tecnologías que demanda el mundo globalizado, sino una base cultural que le permita, estar alertas ante los constantes acontecimientos nacionales e internacionales.
Un periodista desactualizado es como un marinero sin brújula en medio del océano y más grave aun cuando según nuestra Constitución en su artículo 67 califica este oficio como una “responsabilidad social”; es decir un compromiso con la sociedad en el sagrado deber de informar, orientar, entretener o ser un contra poder de los poderosos.
Ante la nueva avalancha de reformas de leyes que más que divulgadas por el Estado han trascendido por diversos medios; el periodista no puede quedarse esperando que las mismas se discutan, se aprueben o se apliquen con una crasa ignorancia de lo que está pasando.
A esta ignorancia habría que agregar la frágil preparación de los noveles periodistas y egresados en temas relacionados con los principios de la separación de poderes, la supremacía y el control constitucional, los principios de jerarquía y el respeto de la pirámide de Kelsen que establece que la Carta Magna está por sobre cualquier ley, decreto, convenio, resolución o circular que se le oponga y que este principio fortalece un verdadero Estado de Derecho.
El Estado de derecho es un conjunto de instrumentos jurídicos que permiten que los ciudadanos vivan en libertad, igualdad, armonía, justicia, solidaridad, responsabilidad social y dignidad, y conocer los derechos y deberes para consigo mismo y para los demás que permita no solo demandar al Estado el cumplimiento de los mismos, sino de la misma comunidad.
Por este desconocimiento es que muchos medios sobre todo propaladores y defensores de la nota roja cometen el grave error de calificar los delitos o señalar al indiciado aunque su caso ni siquiera ha llegado a manos de un juez, o bien repetir en sus medios, la calificación que hace la policía cuando no está facultada para ello y lo cual constituye una doble violación a los derechos humanos y principios constitucionales tan elementales como el de la dignidad humana, el respeto de la honra y la reputación y la presunción de inocencia, entre otros.
Posiblemente en las escuelas de periodismo se enseña casi en forma soslayada y fortuita los principios elementales del Estado de derecho y su importancia en la formación ciudadana.
En este sentido, la Asociación de Periodistas de Nicaragua (APN) y el grupo Projusticia firmaron un convenio que permitirá difundir, conocer y promover mediante la capacitación en un proyecto regional, los principios de un Estado de derecho y como su estricto cumplimiento incide en el desarrollo de la nación y la calidad de vida de los ciudadanos.
Esto tiene vinculación no solo con las exigencias del respeto a los derechos y garantías por parte del Estado, como los derechos de libertad de expresión, de prensa, movilización, protesta, denuncia, asociación, y otros amenazados, sino que también tienen que ver con derechos sociales, como el derecho a la salud, educación, seguridad alimentaria y ciudadana, trabajo digno, vivienda y otros no menos importantes.
No se trata que los periodistas se conviertan en juristas, sino que cuenten con los elementos necesarios para conocer los procesos de cambios que se avecinan en la legislación, y si los mismos serán un deterioro del marco constitucional y orientar a la población en la defensa de los principios del Estado de derecho.
Más que un compromiso, es una responsabilidad, porque en la actualidad el periodismo es el principal garante que las leyes se respeten, y se cumplan.
El autor es periodista y abogado.