14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Escribía sin haber estudiado las reglas métricas poéticas y sin conocer a ningún poeta, aún así el brasileño Gilberto Camporez publicó su libro. LA PRENSA/EFE/Sebastião Moreira

Escribir poemas, el milagro que llevó al méndigo Gilberto a dejar las calles de Brasil

El brasileño Gilberto Camporez quien por años mendigó por las calles de Brasil publicó su primer libro de poesía "Velha Calada" (Vieja calle), ahora sueña en convertir su historia en película

Tras mendigar en Sao Paulo durante años, el brasileño Gilberto tomó las calles como inspiración para escribir 25 poemas, los cuales han sido publicados en un libro que le ha ayudado a iniciar una nueva vida y cambiar el asfalto por un humilde apartamento en una favela de la ciudad.

“Vieja calzada, aquí me despido después de mucho tiempo. Confieso que te voy a echar de menos, pues fuiste tú quien presenció los momentos más ruines de mi vida”, dicen los primeros versos del poema que da nombre a su primer libro.

Con esas palabras, Camporez, de 29 años, cerró un capítulo de su vida y dejó atrás las calles de Sao Paulo, donde, entre idas y venidas, épocas de depresión y adicción a las drogas, pasó casi media vida.

Puede además leer: Descubra diez nuevos libros sobre Rubén Darío, poeta muy antiguo y muy siglo XXI

Recuerda el día exacto que salió de casa por “desesperación” con apenas 95 reales en el bolsillo (unos 28 dólares) y sin dejar ninguna carta, dirección o pista a su familia.

Con tan sólo 17 años llegó a la mayor ciudad de Brasil para asentarse en el centro de Sao Paulo, concretamente en el barrio de Sé, que concentra gran parte de los más de 7.000 indigentes que viven en la capital paulista.

“La calle es un lugar mágico” pero es necesario “tener creatividad” para saber “cómo vas a sobrevivir, alimentarte o tomar un baño”, confiesa Camporez, que no solo tuvo que enfrentar los peligros de la ciudad sino también la “discriminación” existente.

Asegura que la “mayor dificultad” es “la parte de alimentarse” y confiesa que el hambre le obligó a ser “muy insistente y pesado” para conseguir que una persona “pague su almuerzo”.

Muchas veces se levantaba sin zapatos, pero no eran ladrones, cuenta, sino personas “con más necesidad” que él.
Empezó a escribir en esos momentos mas “oscuros y depresivos”, en busca de “puntos de luz” que le sirviesen como “inspiración”.

Su primer poema

Este fue resultado de un desamor, una amistad con una mujer que le visitaba diariamente para llevarle comida casera y de la cual se acabó enamorando sin ser correspondido.

“No quería hacer poesía pero tú fuiste la inspiración de mi día”, escribió en su primer poema, el cual entregó junto a una rosa y un bombón a pesar de “no tener dinero” pero necesitar “probar” su “amistad por ella”.

Escribía sin haber estudiado las reglas métricas poéticas y sin conocer a ningún poeta. Por ello, comenzó a pedir consejos a los alumnos de la contigua facultad de Derecho y siempre obtenía buenas críticas de sus poemas.

“Los alumnos me ayudaron y me incentivaron mucho”, asegura, hasta el punto de iniciar campañas de ventas de camisetas con frases de sus poemas, entre otros, para recaudar dinero y publicar su primer libro titulado “Velha Calada” (en español, vieja calle).

El proceso de recaudación de dinero fue lento -duró dos años-, pero también fructífero, pues el pasado 16 de marzo presentó el libro en la misma facultad de Derecho y, con una asistencia de casi 200 personas, consiguió vender todos los ejemplares.

“Juntamos todo el dinero que había sobrado de la venta de camisetas más el de la venta de libros y con eso conseguimos alquilarle una vivienda en Paraisópolis”, una de las mayores favelas de Sao Paulo, dijo una de las estudiantes de Derecho, Beatriz Chammas, de 21 años.

Camporez ha dejado atrás el sufrimiento de sus días en la calle, de los que todavía recuerda cómo la policía “nos pegaba, nos tiraba agua” o le quitaba sus pertenencias.

“Eso es robo, es asalto a mano armada”, denuncia Camporez, que ahora sueña en convertir su historia en película.

En su poemas asegura que “todo es cuestión de don”: mientras que “unos tienen el don de matar, robar o destruir”, “otros tienen el don de hacernos sonreír”. Aunque para él, “el verdadero don” es “el don de amar”.

Cultura mendigos poemas archivo

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí