De la montaña pedregosa de Barrancas de Cobre, México, baja corriendo una mujer morena y de pequeña estatura. Viste falda azul, camisa verde y en el cuello lleva puesto una pañoleta anaranjada. Corre tan rápido y ligero que en el suelo no quedan rastros de sus guaraches. Va casi flotando. Después de siete horas y 50 kilómetros recorridos, María Lorena Ramírez, de 22 años, es la primera en llegar a la meta en la competencia Caballo Blanco. Ella es una corredora nata. Nació en el pueblo indígena de corredores llamado rarámuris, que se asienta en la Sierra Tarahumara de Chihuahua, México.
A los rarámuris los conquistadores españoles los bautizaron como tarahumaras, que en castellano significa “los de pies ligeros”, los llamaron así por esa extraña costumbre de siempre estar corriendo. Y es que precisamente desde la llegada de los conquistadores este pueblo abandonó su vida en la planicie de Chihuahua y se internó en las montañas y cuevas de la Sierra Tarahumara. Por eso es que de ellos se sabe poco.
Recorrer grandes distancias por caminos pedregosos, ríos y abismo para ellos no es difícil. Lo hacen todos los días para sobrevivir. A diario corren más de 15 kilómetros por caminos estrechos para ir en busca de sus alimentos. Por eso cuando, en abril del año pasado, Ramírez ganó el primer lugar en la tradicional carrera de ultramaratonista, Caballo Blanco, para nadie no fue sorpresa porque si de algo hay certeza es que los tarahumaras son los ultramaratonistas por excelencia. Este es un acercamiento a este curioso pueblo mexicano.
Pueblo ermitaño
Los tarahumaras son como gacelas. Huyen despavoridos cuando siente peligro y hasta cuando no. Siempre han sido así y esto los ha salvado de la extinción. Hablan poco con los “chabochis”, los blancos y mestizos y son muy escurridizos. Para ellos existen dos tipos de personas, los rarámuris, aquellos que corren de los problemas y los chabochis, aquellos que los causan. Según los describe el periodista y escritor estadounidense, Christopher McDougall, en su libro Nacidos para correr, en sus tierras no existe el crimen, ni hay problemas de salud como la diabetes o presión arterial.
Lea también: El país más pequeño del mundo
“Los hombres de cincuenta años vencen a los adolescentes, y los abuelos de ochenta pueden correr montaña arriba distancias maratonianas. Incluso en la economía han creado un sistema financiero único, basado en una bebida alcohólica y en aleatorios actos de desprendimiento: en el lugar de dinero, intercambiaban favores y cubas de cerveza de maíz”, dice McDougall quien se internó en las montañas con ellos durante un tiempo.
En general los tarahumaras son tan tímidos y escurridizos de los blancos porque la última vez que fueron abiertos, hace más de 400 años, fueron encadenados, torturados y decapitados. Cuando llegaron los conquistadores españoles a sus tierras en busca de riquezas “fueron acorralados como caballos salvajes y forzados a trabajar como esclavos en las minas”, narran los cronistas de esa época. Luego aparecieron los cazarrecompensas del Lejano Oeste quienes llegaban para arrancarles el cabello para venderlo a cien dólares. Después llegaron los sacerdotes jesuitas quienes quisieron evangelizarlos, pero los contagiaron de gripe española que mató a muchos de ellos porque no tenían los anticuerpos precisos para luchar contra enfermedad, explica McDougall.
El secreto de los tarahumaras
Los tarahumaras descubrieron el secreto de correr que ni los especialistas en el área sabían. Por eso ellos no necesitan más que un par de guaraches para correr más rápido y más largo que los deportistas mejores entrenados. Tampoco sus cuerpos han desarrollado un ADN diferente. Para algunos el secreto de los tarahumaras es la técnica con la que corren, esta consiste en tocar ligeramente el suelo. Además, al usar los guaraches que son completamente planos desarrollan una musculatura fuerte y aprenden a apoyar su peso al correr a mediopié y no en el talón, explica El País.
La competencia tradicional de ellos es conocida como Caballo Blanco, en honor a un corredor estadounidense que se internó por décadas en la montaña junto con los tarahumaras. Fue por él que la mirada de los ultramaratonistas se posó sobre ellos. A esa competencia llegan centenares de corredores aficionados y profesionales de varias partes del mundo, pero quienes suelen ganar son los tarahumaras.
Para las carreras, a diferencia de los corredores comunes, los tarahumaras no entrenan. Ellos prácticamente no hacen nada diferente. Y durante la competencia de lo único que se alimentan e hidratan es de maíz y frijoles. En los puestos de abastecimiento que ponen durante las competencias además de dar agua, fruto, electrolitos hay burritos con frijoles y tacos mexicanos para los tarahumaras.
Además: La nica de hierro que escaló diez volcanes en diez días
María Lorenza Ramírez fue la última corredora raramuris que ganó la competencia en abril del año pasado. Tres meses después se convirtió en la primera mujer tarahumara en participar en una carrera ultramaratónica de 91 kilómetros en Europa. Sin embargo, cuando pasó del kilómetro 55 abandonó la carrera por un fuerte dolor en la rodilla.
Narcotráfico acecha
En la sierra donde viven como ermitaños los tarahumaras abundan los cárteles de narcotráfico. Según medios mexicanos estos son la nueva amenaza de este pueblo indígena. Allí los matan, los violan y despojan de sus tierras. El año pasado miembros de los cárteles de droga asesinaron al líder indígena Isidro Baldenegro, quien había ganado el premio Goldman en 2005. Dos semanas después de su asesinato, en enero del 2017, mataron a Juan Ontiveros, defensor de territorio de la Sierra Tarahumara. Incluso un año antes, la carrera de Caballo Blanco fue cancelada porque días antes hubo enfrentamientos entre los cárteles de droga que se disputan ese territorio.
Lea también: El último tlapaneca