A pesar que el incendio en la Reserva Biológica Indio Maíz despertó la conciencia en la población sobre la necesidad de cuidar los recursos naturales, el problema de fondo es que el 25 por ciento del país corresponde a áreas protegidas que están desprotegidas, según ambientalistas consultados.
Nicaragua cuenta con nueve categorías de manejo para resguardar las zonas con valor natural. Cada una tiene sus propias normativas para el uso de sus recursos, siendo las más restrictivas las reconocidas como Reservas de Biosfera.
Sin embargo, en estas últimas se sigue permitiendo la invasión de colonos, pese a que son zonas dedicadas a la conservación de los ecosistemas y la investigación científica, explicó la bióloga Myrna Moncada.
La especialista indicó que cada zona debe de contar con un plan de manejo que regule las actividades que se pueden desarrollar y las prohibidas, pero la realidad es que la mayoría de las 72 áreas protegidas no tienen planes de manejo actualizados.
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El último plan que publicó el Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (Marena) fue el correspondiente al Refugio de Vida Silvestre La Flor en el 2017, mientras la actualización del plan de la Reserva de Biosfera Río San Juan sigue estancado.
“Pero si no tenés plan de manejo estas listo, no tenés sistema de monitoreo (…), y encima de eso no tenés guardaparques ni oficiales, ni comunitarios; entonces, las áreas protegidas están completamente desprotegidas y eso es lo irónico”, expresó Moncada.
La protección de esas zonas protegidas corresponde al Marena, pero el problema, según la especialista es que esa institución “ha perdido sus capacidades porque es uno de los ministerios, sino el ministerio más debilitado que ha perdido toda su capacidad de control, de manejo y decisiones con respecto a los temas ambientales (…)”, criticó.
¿Por qué son tan importantes conservar las áreas protegidas?
La necesidad de preservar los poco más de tres millones de hectáreas que implican las zonas protegidas del país se traduce en la captura de carbono, la recarga hídrica que va a garantizar que haya disponibilidad de agua en el subsuelo y por ende, abastecimiento a la población, además del valor de la biodiversidad: riqueza de animales y plantas.
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Asimismo, las zonas de protección natural se convierten en barreras que resguardan a la población ante fenómenos como los huracanes, tal como sucedió con Indio Maíz en el 2016. Jurguen Guevara, oficial de industrias extractivas del Centro Humboldt, explicó que es importante que los bosques puedan estar conservados y que también se permita un aprovechamiento sostenible de los mismos.
Contar con una cobertura boscosa permite estar mejor preparado frente a la variabilidad climática,y asegurar que se infiltre el agua, sostuvo el especialista. Por otro lado, Moncada también explicó que las áreas protegidas protegen el suelo, lo que evita el “horrror de las escorrentías”, que provocan inundaciones, como las que han ocurrido en Managua.
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Otro de los valores que tienen las áreas protegidas es el potencial turístico, que se caracteriza por la balleza escénica de la zona, lo prístino del bosque y la riqueza de la biodiversidad. Nicaragua podría generar grandes ingresos económicos si promoviera el ecoturismo, indicó Moncada.