Para el sociólogo Cirilo Otero, el diálogo nacional, que aún no tiene fecha definida, no tendrá éxito por falta de voluntad del presidente designado por el poder electoral, Daniel Ortega.
“Conociendo la personalidad de Daniel Ortega, él va a hacer hasta lo imposible por no mostrar que las cosas se le vayan de control, desde su perspectiva, esto quiere decir que no va a buscar soluciones a las demandas que los sectores le hacen para democratizar el país”, afirmó Otero, miembro de la sociedad civil.
A juicio de Otero, Ortega no va a dejar nunca el ejercicio del poder concebido desde el partido único. “Pero hay una salvedad: si las marchas, la oposición callejera y la resistencia popular se mantienen, Ortega se va a ver obligado a ceder. Solamente así podrá ceder, no veo que sea de otra manera”, explicó Otero.
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Para la líder campesina Francisca Ramírez, Daniel Ortega no puede negarse a que se reforme todo el sistema político que conduzca a la democracia del país.
“Este es el momento de que Daniel Ortega demuestre voluntad. Es su oportunidad para que haya un verdadero Estado de Derecho”, expresó la líder campesina.
Sangre derramada
Ramírez dijo que el país ha derramado demasiada sangre y que hay que hacer un alto. “El país necesita vivir en justicia, derecho y democracia”, explicó Ramírez.
La líder campesina afirmó también que el obispo René Sándigo, de la Diócesis de Juigalpa, se acercó para invitarlos a participar en el diálogo.
El religioso ha permanecido en silencio desde los sucesos de la quema de Indio Maíz y las protestas por la reforma del Seguro Social. Ramírez dijo que aceptaron, pero esperan que la Conferencia Episcopal los invite formalmente.
Demandan apertura
Luisa Molina, enlace de la Coordinadora Civil, explicó que Ortega debe dar apertura a la justicia, la paz y la democracia.
“El pueblo ya está cansado de totalitarismo. Si el señor Ortega no acepta estas demandas, entonces está demostrando que no le interesa el diálogo, ni tiene voluntad política”, señaló.
Para Molina, la protesta pacífica debe mantenerse para presionar a Ortega y “para revitalizarnos como sociedad, que estaba muy apagada”.
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