En el encuentro, en el que participó el iniciador, Kiko Argüello, y Cardenales y Obispos de todo el mundo, el Santo Padre hizo el envío de 34 nuevas missio ad gentes que evangelizarán en zonas secularizadas o con poca presencia de la Iglesia.
En su discurso ante los congregados, el papa Francisco llamó la atención sobre la importancia del número 50 en la Biblia: “Al quincuagésimo día el Espíritu del Resucitado descendió sobre los apóstoles y manifestó la Iglesia al mundo”.
Además, en otro lugar de la Biblia se dice que “el quincuagésimo año será para vosotros un jubileo”. Es decir, continuó el papa, “un año santo en el cual el pueblo elegido habría tocado con la mano una realidad nueva, como la liberación y el regreso de los oprimidos a casa”.
Por lo tanto, “después de estos 50 años de Camino sería bello que cada uno de vosotros dijese: ‘Gracias, Señor, porque realmente me has liberado; porque en la Iglesia he encontrado a mi familia; porque en tu Bautismo las cosas viejas han pasado y disfruto de una vida nueva; porque por medio del Camino me has marcado el sendero para descubrir tu amor tierno de Padre’”.
En el acto central del Encuentro, los participantes cantaron el “Te Deum” dando las gracias a Dios por su amor y fidelidad. “Es muy bello eso –señaló Francisco– agradecer a Dios por su amor y por su fidelidad”.
El Papa recordó que la bondad de Dios “no depende de nosotros. Hagamos lo que hagamos, Dios continúa amándonos fielmente”.
El objetivo de la misión
A continuación, el Obispo de Roma se dirigió a las 34 nuevas missio ad gentes y les recordó que “la misión es dar aquello que hemos recibido. La misión es cumplir el mandato de Jesús que hemos escuchado: ‘Id y haced discípulos en todos los pueblos’”.
En primer lugar, el Papa reflexionó sobre el significado del verbo “ir”. “Es el verbo de la misión”, destacó. Además, subrayó el hecho de que Jesús lo conjugaba en plural. “El Señor no dice ‘ve tú, y luego tú…’. Él dice ‘id’, ¡juntos! El que va solo no es plenamente misionero, sino el que camina junto a otros”.
“Caminar juntos es un arte que se debe aprender a lo largo de toda la vida. Debemos tener cuidado, por ejemplo, de no pisar el paso de los demás. Más bien debemos acompañar y esperar, recordando que el camino de los demás no es idéntico al mío”.
A continuación, Jesús dijo “haced discípulos”. “Esa es la misión”, subrayó el Pontífice. “No dice: conquistad, ocupad, sino ‘haced discípulos’, es decir, compartid con los demás el don que habéis recibido, el encuentro de amor que os ha cambiado la vida”.
“Ese es el corazón de la misión: dar testimonio de que Dios nos ama y de que con Él es posible el verdadero amor, aquel que nos lleva a regalar nuestra vida en todo lugar, en la familia, en el trabajo, como consagrados, como esposos”.
Por último, Francisco señaló que cuando Jesús habla de hacer discípulos en todos los pueblos “es necesario subrayar que en su corazón hay sitio para todos los pueblos. Ninguno queda excluido. Como los hijos para un padre y una madre, incluso aunque se sean muchos, grandes y pequeños, cada uno es amado con todo el corazón. Porque el amor, entregándose, no disminuye, aumenta”.
“Id así en misión, pensando en ‘jugar en casa’. Porque el Señor es de casa en todo pueblo y su Espíritu ya se ha sembrado antes de vuestra llegada. Pensando en nuestro Padre, que tanto ama el mundo, sed apasionados de humanidad. Amad la cultura y las tradiciones de los pueblos, sin aplicar modelos preestablecidos”.
El papa terminó recordando a los miembros del Camino que “vuestro carisma es un gran regalo de Dios para la Iglesia de nuestro tiempo. Demos gracias a Dios por estos cincuenta años”.
Además de las 34 nuevas missio ad gentes, el Santo Padre también envió 25 comunidades de las parroquias de Roma –que han concluido esta iniciación cristiana– a otras de la periferia de la ciudad cuyos párrocos han solicitado su ayuda para llamar a los alejados de la fe.
En el encuentro también se recordó de manera especial a Carmen Hernández, co-iniciadora del Camino Neocatecumenal junto a Kiko, fallecida el 19 de julio de 2016.