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Almagro y la OEA

El secretario general de la OEA, el político y diplomático uruguayo de izquierda Luis Almagro, ha sido criticado fuertemente por sectores democráticos de Nicaragua y al mismo tiempo elogiado por el régimen de Daniel Ortega.

Las críticas a Almagro vienen desde 2016, por su negociación secreta con el Gobierno de Nicaragua para “mejorar” el fraudulento sistema electoral orteguista. Pero las críticas arreciaron la semana pasada, después que se conoció un artículo del periodista también uruguayo, Danilo Arbilla, quien reveló que el secretario general de la OEA le había asegurado que la solución de la crisis de Nicaragua no pasa por que “se vaya Ortega” del poder anticipadamente. Y además habría minimizado la mortandad causada por la dictadura orteguista.

El rechazo a Almagro se hizo aún más fuerte, después que en una comparecencia en la Universidad George Washington de la capital de los Estados Unidos (EE.UU.), el funcionario de la OEA atacó duramente a la oposición de Nicaragua en general y la acusó de “mentirosa”.

A nuestro juicio Almagro merece las críticas de los sectores democráticos de Nicaragua, no solo por lo que ha dicho recientemente sino también por la falta de transparencia en sus negociaciones sobre el tema electoral con el régimen de Daniel Ortega. Pero Almagro no es la OEA, es solo su secretario general. La secretaría general es apenas uno de los órganos de la OEA, como lo es también la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) la cual ha sido elogiada ampliamente por su honesto informe preliminar sobre la matanza orteguista de abril y lo que va de mayo.

Entre los Estados Miembros de la OEA hay algunos que no son democráticos, como son claramente los casos de Nicaragua y Venezuela. Pero en casi todos los demás países existe la democracia, por ejemplo en los integrantes del Grupo de Lima, Canadá y los EE.UU., a los cuales se debería apelar para que pongan en el caso de Nicaragua la misma atención que en el de Venezuela.

También se debería considerar que Almagro, aparte de sus deplorables expresiones sobre Nicaragua ha condenado de hecho los más de 70 asesinatos cometidos por la dictadura de Daniel Ortega que fueron denunciados por la CIDH en su informe preliminar. Además, Almagro aseguró el miércoles de la semana pasada, en un mensaje especial, que la salida de la crisis de gobernabilidad de Nicaragua tiene que ser electoral, “con un proceso justo, claro, transparente”, y que “la decisión debe volver en forma urgente al soberano, el pueblo”.

¿Acaso no es eso lo mismo que está demandando el pueblo de Nicaragua en las calles, los tranques y el Diálogo Nacional? La verdad es que hay una gran coincidencia entre ese reconocimiento de Almagro y la demanda de la sociedad nicaragüense que se ha rebelado contra la dictadura, y habría que aprovecharla.

Se debería animar a Almagro a apoyar la agenda para la democratización de Nicaragua planteada en el Diálogo Nacional, sin dejar de criticarlo por sus exabruptos inexplicables.

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