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La justificación del genocidio

Con todo descaro, el representante de Nicaragua en la 48 Asamblea General de la OEA, Luis Alvarado, justificó la matanza que la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo está cometiendo contra la población nicaragüense, la que ha causado ya más de 100 muertes, centenares de heridos y muchos desaparecidos.

Dijo el diplomático orteguista que en Nicaragua lo que hay es “un ataque de la violencia delincuencial” de “ciertos grupos de la oposición que conspiran desde la oscuridad”. Y negó que el régimen tenga y use fuerzas de choque y grupos paramilitares para reprimir a la población, lo cual, aseguró, es una campaña de desinformación de los enemigos de su gobierno para desacreditarlo ante la opinión pública internacional.

Días antes, el viernes 1 de junio, los miembros del cuerpo diplomático extranjero acreditado en Nicaragua escucharon con asombro al canciller de Daniel Ortega y otros altos funcionarios de su gobierno, justificar las masacres de abril y mayo con los mismos argumentos. Los diplomáticos escucharon atónitos las absurdas explicaciones de que los “vándalos” se matan entre ellos mismos para acusar al Gobierno de asesino, que los opositores quieren que Nicaragua deje de ser el muro de contención del narcotráfico y que no siga siendo el país más seguro y de mayor crecimiento económico en Centroamérica, etc.

Pero los embajadores extranjeros en Managua conocen muy bien la situación porque observan de cerca los acontecimientos; son testigos de la despiadada represión del régimen orteguista contra estudiantes pacíficos y desarmados; están viendo la heroica rebeldía de la población desarmada en Masaya y otros lugares del país. Por lo tanto, es muy difícil que se dejen engañar por las falacias gubernamentales, con excepción de los representantes de las dictaduras de Cuba y Venezuela, quienes seguramente ven con satisfacción cómo su aliado nicaragüense reprime de manera brutal a los estudiantes y el pueblo que luchan por la libertad y por la democracia.

Es distinto el caso de los cancilleres de las Américas que se han reunido en la Asamblea General de la OEA, quienes aunque en general son personas bien informadas, sin embargo están lejos del escenario de los acontecimientos y al parecer le han dado algún crédito a las justificaciones orteguistas del genocidio de Nicaragua.

Eso es lo que podría explicar la declaración de la Asamblea General de la OEA sobre Nicaragua, que no condena a la dictadura de Daniel Ortega por el genocidio que está cometiendo contra la población nicaragüense.

Por eso la directora de Amnistía Internacional, Ericka Guevara Rosa, quien estaba en Nicaragua el Día de la Madre y fue testigo de la masacre de esa jornada, calificó como vergonzosa la declaración de la OEA y aseguró que quienes ignoran la represión gubernamental en Nicaragua, son “cómplices de la matanza continua de manifestantes y civiles”.

Pero al fin y al cabo no es la OEA la que sacará del poder a la dictadura genocida de Ortega y Murillo, sino la lucha del pueblo de Nicaragua.

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