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Un muerto más

Si Juan Aburto viviera hoy, si hubiera conocido la monstruosa piñata sandinista y cómo la mayoría de los “muchachos revolucionarios” quedaron millonarios y cómo Ortega se convirtió en un Somoza corregido

Querida Nicaragua: En mis años mozos cuando comenzaba a practicar locución en La Voz de la América Central, año 1948, conocí a Juan Aburto, autor de bellos cuentos nacionales y caballeroso funcionario del Banco Nacional de Nicaragua.

Hace largo rato buscaba, inútilmente, sus cuentos, de tal modo que apenas apareció la edición de los mismos en Hispamer me apresuré a obtenerla.

Naturalmente Juan Aburto (1918-1988) conoció de sobra la dinastía somocista y al llegar la revolución del 79, obviamente la apoyó con entusiasmo.

Viene al caso que en la página 299 de los Cuentos Completos de Juan, hay uno que se titula “Un muerto más”. El relato de Aburto comienza así: “ El suceso relatado enseguida —que he construido en forma novelada— ocurrió realmente en tiempos de los Somoza. Revela el profundo desprecio que existía entonces por la vida humana y la impunidad con que cometía los delitos contra las personas la autoridad, que era el omnipotente ejército nacional que más que resguardarlo, ocupaba ferozmente el país bajo el temible nombre de la Guardia”.

El cuento narra cómo una muchacha es asediada amorosamente por un joven que se planta frente a su casa y cada vez que sale aprovecha para endulzarle el oído con palabras amorosas.

El asedio es constante como el de todo enamorado. La joven se queja con su madre porque aquel muchacho la sigue a donde vaya. Y en efecto, a través de una ventana podían ver al muchacho con las manos a la espalda, recostado contra la pared, con la mirada fija hacia la casa de ellas. Ese es el hombre que me sigue, se quejaba la muchacha, me sigue a la pulpería, al mercado, a cualquier parte, se me pega y me dice cosas y no me deja.

La mamá se va a buscar un guardia y le pide ayuda. El guardia va y le ordena al joven que se vaya de ahí. El joven discute, alega que es libre y que puede hacer lo que quiera. El guardia lo amenaza, le apunta con su rifle y lo mata. La gente pregunta que si era un ladrón a quien venía siguiendo. El guardia dijo: Se resistió y no quiso pasar. Lo tuve que matar. Eso le pasó por desobedecer a la autoridad.

Si Juan Aburto viviera hoy, si hubiera conocido la monstruosa piñata sandinista y cómo la mayoría de los “muchachos revolucionarios” quedaron millonarios y cómo Ortega se convirtió en un Somoza corregido y aumentado, y cómo han desaparecido los poderes del Estado y cómo matan todos los días y siembran el terror, no hubiera escrito “Un muerto más”, sino “Cuatro muertos más cada día”.

El autor es director general de Radio Corporación.

Columna del día Daniel Ortega Nicaragua Somoza archivo

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