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La cosecha macabra

El informe público presentado este martes por la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH), sobre los resultados mortales y otras graves consecuencias personales de la represión orteguista desde el 18 de abril hasta el 25 de junio, es espeluznante, es decir, estremecedor, horroroso, espantoso.

No se puede calificar de otra manera la mortandad causada por la represión de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra la población nicaragüense, que según el informe de ANPDH, hasta el 25 de junio había cosechado 285 personas asesinadas, más de 1,500 heridos y al menos 156 desaparecidos.

De los 285 seres humanos asesinados por la Policía y las bandas paramilitares del orteguismo, por lo menos 20 han sido menores de edad, incluyendo bebés de pecho, según denuncia de la Asociación Sociedad Nicaragüense de Pediatría y el Movimiento Mundial para la Infancia, Capítulo de Nicaragua, acerca de la cual informó ayer LA PRENSA.

El informe de la ANPDH muestra la cifra de asesinados en cada lugar, día y mes, revelando que Managua con 145 y Masaya con 35 son los departamentos con más personas muertas en la macabra cosecha de la dictadura orteguista.

Quienes sabíamos que Ortega era capaz de lo peor, de no dejar piedra sobre piedra (como lo advirtió el procurador orteguista en noviembre de 2008), y de hacer todo lo que fuera con tal de mantenerse en el poder (como amenazó Tomás Borge en el 2009), estábamos seguros de que reprimiría brutalmente cualquier intento de derrocarlo u obligarlo a renunciar. Pero la crueldad que ha mostrado la dictadura orteguista ha superado nuestros peores temores.

Después de la matanza del 20 de abril, cuando 23 nicaragüenses fueron asesinados en un solo día por las fuerzas policiales y paramilitares del régimen, dijimos que alguien que mata tanta gente para mantenerse en el poder, no tiene derecho ni razón política ni moral para seguir gobernando.

La cifra de muertos era entonces “apenas” de 27. Ahora, hasta el 25 de junio ya han sido 285 según la ANPDH. Por otra parte, el 16 de mayo, cuando al comenzar el Diálogo Nacional el estudiante universitario Lesther Alemán emplazó a Daniel Ortega para que renunciara al poder y no siguiera matando nicaragüenses, la cifra de asesinados por la represión gubernamental llegaba ya a 78. Desde entonces han muerto 207 compatriotas más, entre ellos 3 bebés, debido a la pulsión asesina de la pareja dictatorial y su empecinamiento irracional de aferrarse al poder.

Hay que insistir en la demanda de que Ortega y Murillo renuncien y se vayan de inmediato, o que negocien una salida en el Diálogo Nacional a base de adelantar las elecciones a marzo o agosto del próximo año, como lo demandan la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) y la Secretaría General de la OEA.

Si Ortega y Murillo no aceptan esa salida, la cosecha macabra aumentará y sobre sus cabezas caerá más sangre de nicaragüenses que claman justicia y seguramente la obtendrán.

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