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Francisco está con nosotros

El papa Francisco se pronunció el reciente domingo sobre la situación de Nicaragua, donde no cesa la sangrienta represión de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra los estudiantes y ciudadanos autoconvocados que claman justicia, libertad y democracia.

El santo padre del catolicismo mundial ya se había pronunciado sobre Nicaragua desde que comenzó la represión orteguista hace más de dos meses y medio, que ha asesinado a más de 280 nicaragüenses, incluyendo niños de pecho.

Pero esta vez Su Santidad católica ha sido más específico, al indicar con claridad que el objetivo del Diálogo Nacional es la democratización de Nicaragua. Al día siguiente de que se reunió en el Vaticano con el cardenal Leopoldo Brenes y monseñor Rolando Álvarez, quienes conducen el Diálogo Nacional en el que la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) ejerce el rol de mediación y testigo, el papa Francisco dijo textualmente:

“Renovando mi oración por el amado pueblo de Nicaragua, deseo unirme al esfuerzo que están realizando los obispos de ese país y tantas buenas personas en su rol de mediación y de ser testigos para el proceso de diálogo nacional en camino hacia la democracia”.

Está claro que el papa Francisco no aboga por la paz y el diálogo para que Daniel Ortega y Rosario Murillo restablezcan la anormalidad de su dictadura, sino para que el pueblo de Nicaragua recupere la democracia. Para lo cual, como han propuesto los obispos, es indispensable adelantar las elecciones y celebrarlas a fines de marzo de 2019 previa reestructuración y saneamiento de las instituciones del Estado, comenzando con el poder electoral.

El papa Francisco ha dado a conocer su espaldarazo a los obispos de Nicaragua cuando en el país desde diversos sectores democráticos arrecian las críticas al Diálogo, sin ofrecer una alternativa mejor para abrir el camino hacia la democratización nacional.

Muchas personas consideran que este Diálogo le ha servido a Ortega y Murillo para seguir reprimiendo y segando vidas, ganando tiempo para mientras se agota la capacidad de resistencia de los ciudadanos. Pero nadie debería creer que el Diálogo Nacional es en sí mismo una solución. El Diálogo solo es un medio para tratar de resolver cívicamente la crisis nacional, mediante el adelanto de las elecciones y la salida del poder de los Ortega Murillo que es la condición previa indispensable para recuperar la democracia.

El éxito del Diálogo no depende solo de la buena voluntad de los obispos y del espíritu democrático de la Alianza Cívica. Depende sobre todo de que Daniel Ortega quiera ceder y llegar a un acuerdo de interés nacional.

Tal vez exista una alternativa mejor que el Diálogo Nacional, pero cualquiera que pudiera ser hay que tener claro que Ortega y Murillo solo cederán si son obligados por la fuerza de la calle, de los tranques, de las grandes manifestaciones pacíficas, de la desobediencia civil, de los paros nacionales y de una presión internacional que vaya más allá de la retórica.

Editorial CEN Daniel Ortega Francisco LA PRENSA archivo
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