Cada vida humana es sagrada y valiosa. En Nicaragua, luego de dos fraudes electorales presidenciales estamos bajo las balas de un desgobierno genocida y mentiroso que usa el diálogo como oxígeno y la Policía como banda revuelta con pandilleros y paramilitares, para sembrar el terror en las ciudades y barrios y asesinar impunemente.
Más de 300 muertos, más de mil heridos y decenas de desaparecidos, torturados, familias dolientes y divididas, todo en este pequeño país situado en medio de las Américas.
El sistema populista ha prolongado los crímenes de presidentes corruptos y sus cómplices. El imperialismo venezolano repartió petróleo para comprar países y conciencias, como Nicaragua, donde se han amasado fortunas y creado empresas millonarias que es lo que no quieren abandonar estos gobernantes de salida.
Los múltiples delitos, desde el lavado de dinero a través de todas las empresas estatales hasta el lavado de cerebro de jóvenes, usando campañas que esparcen odio y mentira a través de internet y sus canales de TV. Las cruentas torturas y asesinatos perpetrados por francotiradores contra manifestaciones pacíficas, convirtieron al orteguismo en el nuevo partido nazi, que deberán ser juzgados como individuos enfermos y decadentes que fueron capaces de asesinar con armas de guerra a niños que se defendían con piedras y morteros.
Las investigaciones y sanciones no pueden dejar a un lado a sus callados cómplices financieros, el gran capital y los politiqueros de curul, quienes han acompañado todos estos delitos y todavía observan pasivos los crímenes que se cometen a las puertas de sus empresas y mansiones.
Las pruebas de abusos y opresión oficial reflejados en miles de imágenes en las redes sociales, los testimonios grabados y publicados en múltiples medios de comunicación internacionales, deberían ser suficientes para actuar y proceder a instalar comisiones internacionales de carácter ejecutivo, que a la par de aplicar los tratados de protección internacional, como la Convención de Ginebra, separen de sus cargos de inmediato a los culpables y brinden garantías a los ciudadanos .
Para restaurar la república clamamos al mundo civilizado, a la gente que tiene capacidad innovadora y pasión por la vida y la justicia, que vengan a Nicaragua y asesoren una transición pacífica, mediante la conformación de una junta de gobierno provisional que los nicaragüenses aprobemos por consenso, la cual creará y coordinará todas las condiciones necesarias para que haya unas verdaderas elecciones libres y transparentes, por primera vez en la última década.
Ni un muerto más. La vida humana no tiene precio ni banderas. Cada nicaragüense y todos a la vez somos la Constitución y nuestra Bandera.
La autora es activista ambientalista.