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El silencio de Taiwán

En febrero de 1947, en Taipéi, una anciana fue asesinada por un policía de aduanas acusada de vender cigarrillos ilegalmente. El pueblo protestó y la represión ocasionó más de 300 muertos, en lo que se conoció como el inicio del

“Terror blanco” y sus funestas consecuencias. Chen Yi fue encontrado culpable de la masacre y ejecutado, aunque nadie fue juzgado por los centenares de asesinados producto de la revuelta popular. En su recuerdo se celebra cada año dicha fecha en Taiwán el Día de la Paz. En Nicaragua van más de 400 asesinados por protestar cívicamente —lo que comparado a la población de Taiwán— equivale a 1,500 personas en poco mas de 100 días. Por eso, de ellos —que saben lo que ocurrió en su país—, nos duele su silencio. “El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero solo el necio se queda sentado en él”, dice un proverbio chino.

A pesar de la cada vez más temblorosa “diplomacia de chequera” de Taiwán (para mantener aliados diplomáticos), ante la deserción en los últimos años en América Latina de Costa Rica, Panamá, Paraguay, Grenada y República Dominicana, es quizá el argumento de su silencio, pero eso no justifica a su gobierno que se hace el sueco ante el coqueteo chantajista de Ortega con China Popular y el invento del Canal Interoceánico con su Wang Jing incluido, a lo que Taiwán responde con su “estrategia” para proteger el status quo generoso y sin control con el actual régimen.

Esa “diplomacia” en Centroamérica, ha producido también acusaciones de corrupción de 9 presidentes: (2 en Guatemala, 2 en El Salvador, 1 en Honduras, 1 en Nicaragua —Alemán—, 2 en Costa Rica y 1 en Panamá). Otro silencio ha sido sobre los US$30 millones donados para el estadio de beisbol que ocupó el actual Gobierno para un “plan de viviendas”…

Taiwán guarda silencio para no enojar a su aliado territorial más grande de los 19 países que le quedan en el mundo.

Me pregunto si Taiwán fuera miembro de la OEA, ¿cómo habría sido su comportamiento? Nicaragua democrática ha sido un aliado natural de Taiwán y hubiéramos esperado reciprocidad moral en su trato con el pueblo nicaragüense.

No solo el cheque para el Gobierno de turno. Por eso su letargo nos entristece. Es algo que los nicaragüenses no olvidaremos. Más temprano que tarde, el nuevo gobierno democrático deberá evaluar si es aceptable continuar siendo leal a quien no lo es en momentos difíciles como los que sufre Nicaragua. Concluyo con otro proverbio chino: “Cuando soplan vientos de cambio, hay quienes construyen muros, pero también hay quienes construyen molinos”.

La lealtad es de ambas vías y Nicaragua no merece el silencio de Taiwán.

El autor es abogado. Fue ministro de Defensa de Nicaragua.

Opinión aliados silencio Taiwán archivo
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