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En Letra Pequeña, Silvio Báez

Ejecuciones judiciales en lugar de justicia

Son ejecuciones judiciales. Juicios que incriminan a sus acusadores. El verdadero acusado es el régimen de Ortega. La historia dirá quién es el criminal.

Ejecuciones judiciales

Durante las marchas y tranques el régimen usó sin escrúpulo alguno a francotiradores armados de Dragunov contra gente indefensa. Posición elevada, mampuesta y capucha en la cara para que no les reconozcan en su fechoría. ¡Bangán! Disparo a la cabeza, el cuello o el pecho. Cacería. Ahora los francotiradores no usan capuchas, sino togas; no se colocan en techos, sino que se encierran en juzgados con acceso sólo para cómplices; no disparan balas, disparan sentencias. El resultado es el mismo: ejecutar a indefensos. Tirar con ventajas. Cazar.

Justicia

De que justicia hablamos en procesos que desde su raíz están viciados. Muchas de las personas que hoy están en el banquillo, recordemos, fueron secuestradas por encapuchados, y sin explicación alguna aparecieron en manos de la Policía, muchas veces torturados y sin darles ninguna garantía para un juicio justo. Aquí no se está buscando a los responsables de los delitos sino que se está cazando a los adversarios políticos para castigarlos por lo que piensan. ¿Cuántos policías, paramilitares u orteguistas se están juzgando en estos momentos? ¿O es que ahora no mataron a nadie? Ahí está pues.

Caricatura

Una caricatura de Pedro Xavier Molina retrata por completo la justicia de Ortega. Un francotirador, con Dragunov, parece confirmar la orden recibida por radio: “Ok. Entonces lo mato y bajo rápido para que comencemos a buscar al “culpable”. De esa justicia hablamos.

Jueces

La justicia de Daniel Ortega es una caricatura de mal gusto. Pedro Joaquín Chamorro Cardenal publicó en LA PRENSA del 14 de noviembre de 1974 un editorial titulado “El Juez”, donde reconocía la calidad moral del entonces juez Guillermo Vargas Sandino quien lo absolvió de las acusaciones que el régimen somocista le achacaba. Ningún juez se atrevería ahora a contradecir la sentencia que ya decidió Ortega. ¿Cuántos Vargas Sandino hay en el orteguismo? ¿Usted cree que un juez podría encontrar inocente a Medardo Mairena, por ejemplo, ante los disparatados cargos que le imputan? Si una juez fue despedida solo por pedir respeto a los custodios de un reo político, imaginen lo que pasará con uno que se salga del guión escrito en El Carmen.

Decencia

Vargas Sandino también fue el juez de Daniel Ortega en el juicio por robo a un banco que lo dejó en la cárcel. Tuvo, al menos, un juez justo. Algo que ahora él niega a sus víctimas. Fue condenado porque sí había cometido el delito. No eran inventos. Dora María Téllez, juzgada y condenada en ausencia en 1977, reconoce que el defensor de oficio que tuvo, un abogado militar, hizo lo que pudo para defenderla. No es que crea que el sistema judicial somocista sea un modelo a copiar, lo que digo es que a pesar de la dictadura había alguna decencia y espacios en los que al menos se guardaban las apariencias, algo que no sucede en el orteguismo.

Acusados

Aunque parezca lo contrario, no es Medardo Mairena el que está siendo enjuiciado. Ni Pedro Mena, ni Cristhian Fajardo, ni María Adilia Peralta, ni Irlanda Jerez, ni ninguno otro de los cientos de personas que el orteguismo puso en el banquillo, acusados de inverosímiles crímenes por pensar diferente. Sus juicios incriminan a sus acusadores. El verdadero acusado es el régimen de Ortega. La historia dirá quién es el criminal. Quién usó francotiradores contra gente indefensa, quien desató pandillas paramilitares con licencia para matar a implantar terror, quién es responsable de los más de 400 muertos, y quién está usando ahora mismo los tribunales para hacer ejecuciones judiciales en lugar de brindar justicia.

Yo acuso

“Siendo el que esto escribe acusado de planes imaginarios y siendo mis acusadores culpables de este rosario de crímenes, yo creo que son esos acusadores y no yo quienes merecen ser severamente castigados”. No, no lo dijo Medardo. Ni Cristhian, ni Irlanda ni ninguno de los otros acusados. Lo dijo Carlos Fonseca. Lo dijo para Somoza en 1964. Y lo dijo para Ortega en 2018.

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