La excelencia no es un acto. Es un asunto de repetición. Michael Jordan necesitaba afinar su puntería, Ted Williams trabajaba para sincronizar sus movimientos y Muhammad Ali evaluaba la distancia y potencia de sus golpes antes de cada enfrentamiento sobre el ring.
Guardando las distancias, ¿qué tanto habrán trabajado aquí el Bóer y los Dantos para estar en óptima forma y tener más posibilidades de éxito en la Final que arranca hoy? Eso vamos descubrirlo hasta que se ponga en marcha la batalla, revestida de ciertas expectativas.
No debe haber sido fácil lidiar con las dificultades del mal tiempo, sobre todo en un país como el nuestro, donde tenemos limitaciones para trabajar en espacios cerrados, pero sobre todo, cuando se está más pendiente de mantenerse a salvo que de entrenar pese a la lluvia.
Incluso, teniendo instalaciones techadas, con jaulas de bateo, montículos o espacios para trabajar la defensiva, nada sustituye la atmósfera que proporciona la competencia en sí y de la que el Bóer está alejado desde hace dos semanas y los Dantos otro tiempo considerable.
Aun así, hay interés por ver cómo lucen estos equipos, que luego de reforzarse, lograron solventar varias áreas agrietadas en su estructura, hasta convertirse en tropas de notable balance y capaces de ofrecer un buen espectáculo para beneficio de sus aficionados.
El Bóer me ha parecido el favorito para llevarse la serie a pesar de lo competente que son los Dantos, no obstante, es difícil prever qué tipo de repercusiones podría tener una pausa tan prolongada como la que ha vivido la tribu. El Bóer dos semanas. Los Dantos nueve días.
Los buenos equipos y los buenos atletas se sobreponen a los inconvenientes que no pueden controlar y ese el reto de Indios y Dantos en la batalla que inician ahora y en la cual lo esencial es la victoria, tras la cual van ambos, pero en la que también el nivel del espectáculo importa.
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