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jóvenes, Nicaragua

Las cañas huecas

En la Nicaragua de hoy naturalmente manda el que tiene bajo su férreo control a la Policía y al Ejército, y manda en forma despiadada y cruel, pero los tiempos han cambiado

CARTAS DE AMOR A NICARAGUA

Querida Nicaragua: Desde mis años de adolescente, allá por los 45 del siglo pasado, se dice que en nuestro país el que manda es aquel que tiene “las cañas huecas” (los rifles). Cierto. En mi larga vida nunca conocí a ningún presidente civilista que tuviera el mando real en la nación. Los presidentes civiles René Schick Gutiérrez y Lorenzo Guerrero en los tiempos de Somoza administraban a medias, pero las cañas huecas las tenía Somoza Debayle y este era quien mandaba.

Del 79 hasta nuestros días hemos tenido tres presidentes civiles: doña Violeta, don Arnoldo y don Enrique. Ellos administraron la nación como mejor pudieron, pero siempre fueron estorbados por el que tenía las cañas huecas que era el mismísimo Daniel Ortega, dueño de la Policía y del Ejército, haciendo asonadas cada semana, tomándose ministerios, interrumpiendo todos los días la buena marcha de las instituciones del Estado. La historia nos dice que siempre manda el que tiene los rifles.

En la Nicaragua de hoy naturalmente manda el que tiene bajo su férreo control a la Policía y al Ejército, y manda en forma despiadada y cruel, pero los tiempos han cambiado. Hay organismos internacionales defensores de los derechos humanos y políticos que vigilan el comportamiento de las dictaduras. Las cañas huecas no pueden mantener indefinidamente en el poder a los dictadores. Los pueblos protestan cívicamente y le tienden un puente de plata al dictador a través de un diálogo constructivo con garantes imparciales y honorables. En este proceso estamos actualmente.

La Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), que agrupa a la inmensa mayoría de organizaciones en lucha contra la dictadura, ha emitido un documento que contiene la agenda con los puntos importantes que se deben presentar en el Diálogo Nacional que nos llevaría al comienzo de una solución de la crisis en que vivimos y que ha dejado una dolorosa secuela de medio millar de muertos y está destruyendo paulatinamente la producción y la economía general de la nación. Este diálogo debe ser iniciado con sosiego, con mucho patriotismo y con el deseo supremo de contener la represión y acabar con el terror que siembran las fuerzas paramilitares que actúan impunemente.

Un diálogo es un noble instrumento en el cual ambas partes expresan sus propósitos y están dispuestas a ceder en lo que puedan ceder con el fin de lograr una conciliación digna para ambos. No se trata de ir a gritar o usar argumentos falsos previamente concebidos como se ha observado en ocasiones anteriores. Los componentes del diálogo deben ser personas sosegadas y tranquilas, gentes con la suficiente educación como para poder exponer y escuchar a la parte contraria.

El autor es director general de Radio Corporación.

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